Un operador trabaja en el parqué de la Bolsa de Nueva York.

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Blue Monday

Cuenta atrás iniciada: Trump o Harris

7 octubre, 2024 02:32

Queda menos de un mes para conocer la nueva figura que ocupará el sillón presidencial de la Casa Blanca. Las elecciones americanas son siempre una disputa encarnizada entre dos bandos, pero tratándose de la primera economía del mundo y dada la situación geopolítica y estratégica en la que nos encontramos, hay ángulos que le confieren una especial importancia.

El próximo 5 de noviembre, 150 millones de estadounidenses votarán por la vicepresidenta demócrata Kamala Harris o por el republicano Donald Trump en condiciones de igualdad e incertidumbre sobre el vencedor.

Sabemos que el ganador del voto popular no necesariamente gana la Casa Blanca, así que orientarnos por el mapa de votantes tradicional dice poco del futuro ganador. El sistema único de Colegio Electoral de Estados Unidos significa que listas de electores de los estados deciden quién es el ganador. Sólo unos pocos estados son propensos a cambiar de bando, los llamados estados clave, donde se concentra el 18% de la población.

Hay siete estados que, a priori, están marcados como decisores, y cada uno presenta una carrera muy reñida con una diferencia de 1,5 puntos

Este año hay siete estados que, a priori, están marcados como decisores, y cada uno presenta una carrera muy reñida con una diferencia de 1,5 puntos, según un sondeo realizado por el Financial Times. En cada uno de esos estados hay un grupo importante de votantes: los indecisos. Una encuesta de Ipsos publicada la semana pasada indicó que este grupo representa sólo el 3% de los posibles votantes en los estados en disputa, una cifra minúscula que refleja la profunda polarización de Estados Unidos.

Las elecciones y su hipotético vencedor, como siempre, tienen sus connotaciones en clave de mercados.

Un segundo mandato de Trump, conocido por sus decisiones económicas agresivas, viene con propuestas ya conocidas como la reducción de impuestos y una política de desregulación, pero también auspician la incertidumbre comercial y el proteccionismo de la producción nacional.

Son medidas -teóricamente- orientadas a generar crecimiento económico, pero con elevado cortoplacismo y vinculadas a un déficit federal cuyas proyecciones apuntan a superar los 4 billones de dólares en los próximos años.

Las políticas comerciales proteccionistas de Trump, como la imposición de aranceles adicionales sobre China y la UE, así como una posible restricción a la inmigración, podrían aumentar la inflación a largo plazo

Las políticas comerciales proteccionistas de Trump, como la imposición de aranceles adicionales sobre China y la UE, así como una posible restricción a la inmigración, podrían aumentar la inflación a largo plazo. A pesar del crecimiento inicial del PIB, su política podría reducir la inversión de capital y, en consecuencia, ralentizar el crecimiento del PIB en el largo plazo.

En el otro lado, Kamala Harris apuesta por llevar a políticas más progresivas con un enfoque en la redistribución de recursos y cambios en la fiscalidad, pero en este caso en forma de subida de impuestos para los más ricos. Harris ha expresado su intención de aumentar los impuestos a las ganancias de capital y a los ingresos más altos. Esto podría llevar a un aumento de los ingresos fiscales, pero también podría reducir la inversión privada, afectando al crecimiento económico.

Harris ha expresado su intención de aumentar los impuestos a las ganancias de capital y a los ingresos más altos. Esto podría llevar a un aumento de los ingresos fiscales, pero también podría reducir la inversión privada

Al igual que la administración Biden, se espera que Harris impulse inversiones en tecnología verde y en infraestructuras. Estas medidas podrían estimular la economía a largo plazo, aunque con efectos más moderados en comparación con los recortes de impuestos que propone Trump.

Los dos programas, por tanto, están orientados, como suele ser, a políticas muy de corto plazo. Solo Nixon, y mucho antes Roosevelt, ocuparon el cargo presidencial con una tasa de desempleo más baja, por lo que la baza de la precariedad no va a ser un factor decisivo. Se trata, por tanto, de una concurrencia en la que los dos parten con la desventaja de que, al no defender su cargo, no se les pueden atribuir los réditos económicos de la fortaleza que muestra la economía americana en este momento.

¿Y los mercados?

Hasta el momento, el S&P ha batido máximos históricos en nada menos que 37 ocasiones y lo ha hecho en momentos distintos del año donde se ha cuestionado el tema económico como el geopolítico. Las bolsas están muy fuertes y la tendencia no se va a romper a corto plazo por la victoria de uno u otro. La Fed ha contribuido a generar un caldo de cultivo favorable para los activos de riesgo al iniciar, justo en el momento clave, un ciclo de bajadas de tipos que favorece a las bolsas como ya hemos podido comprobar. Solo un hipotético descarrilamiento de los beneficios traería consigo una inversión de la tendencia, pero eso es algo que está completamente fuera de plano de discusión.