Ante la creciente urgencia climática, el impulso hacia fuentes de energía sostenibles se hace cada vez más inminente. El hidrógeno renovable se perfila como una pieza clave en este mosaico energético, aunque su desarrollo enfrenta obstáculos significativos que demandan atención urgente.
El principal reto que enfrenta el hidrógeno renovable responde al clásico dilema del "huevo y la gallina": ¿qué debe preceder, la oferta o la demanda? Este es un desafío tan común como difícil de afrontar en la introducción de nuevas tecnologías dentro del sector, pero cabe destacar que no es un reto insuperable.
En mi opinión, el dilema se resuelve regulando la obligación de mezcla, en el hidrógeno fósil y en el gas natural que consumimos, de un cierto porcentaje de hidrógeno renovable.
Aproximadamente el 70% del coste del hidrógeno renovable proviene del precio de la electricidad.
Este mecanismo es muy bien conocido por el regulador, pues ha sido la vía que empleó para el despegue de los biocombustibles en EEUU, la Unión Europea y Brasil. La historia nos muestra que iniciativas audaces y regulaciones estratégicas pueden catalizar mercados emergentes. Sin embargo, en el ámbito del hidrógeno renovable, aún falta esa voluntad política que se traduzca en acciones concretas.
La propuesta de mezclar un porcentaje obligatorio de hidrógeno renovable con hidrógeno fósil y gas natural es una solución pragmática que podría resolver este impasse. Si legislaciones en mercados clave como Estados Unidos, la Unión Europea, países de Asia y Australia implementaran una regla de este tipo, podríamos estar presenciando el comienzo de una verdadera revolución energética.
La mezcla propuesta no solo incentivaría la producción y uso de hidrógeno renovable, sino que también promovería una reducción progresiva en los costos de producción. Esto es crucial, ya que aproximadamente el 70% del coste del hidrógeno renovable proviene del precio de la electricidad. Con la implementación de grandes plantas que aprovechen economías de escala y mejoren la eficiencia del proceso, los precios podrían ser mucho más competitivos.
El principal reto que enfrenta el hidrógeno renovable responde al clásico dilema del "huevo y la gallina".
Además, la integración de hidrógeno renovable en nuestra matriz energética reduciría significativamente las emisiones de CO2. Un análisis cuantitativo revela que, al reemplazar solo un 5% del consumo actual de gas natural y de hidrógeno con hidrógeno renovable, podríamos evitar millones de toneladas de emisiones anuales y generar millones de empleos, reforzando así las economías locales y la seguridad energética.
Sin embargo, la resistencia política e ideológica sigue siendo un gran obstáculo. La reticencia a mezclar hidrógeno renovable con fuentes fósiles, por miedo a que "se ensucie" el producto, carece de fundamento, especialmente cuando vemos que la electricidad renovable se integra sin problemas en las redes que también manejan electricidad fósil.
Es esencial que superemos estas barreras ideológicas y reconozcamos que la coexistencia de diferentes tipos de energía, al menos en el corto a medio plazo, es una estrategia viable y necesaria para la transición energética. Mezclar hidrógeno renovable con fuentes fósiles no solo es una medida transitoria viable, sino que es esencial para la viabilidad económica y la aceptación del mercado del hidrógeno renovable.
En resumen, necesitamos un cambio en la política energética que priorice la sustentabilidad y promueva soluciones innovadoras como la integración de hidrógeno renovable. La acción es urgente y necesaria no solo por razones ambientales, sino también por el potencial económico y estratégico que representa el hidrógeno renovable en el escenario global. El futuro es ahora, y es renovable.
*** Felipe Benjumea Llorente, presidente de H2B2