Tras el inicio de la bajada de tipos por parte del BCE y la Fed, la última parte de este 2024 debería traer consigo la vuelta a la ortodoxia de la curva de tipos.

Después de unos largos años de curvas de tipos con pendientes planas o invertidas, no podemos olvidarnos de que lo “normal” –o, al menos, lo que nos enseñaron como normal en la universidad– es que la curva tenga pendiente positiva.

De hecho, las bajadas de tipos que ya han realizado los bancos centrales, y unas inflaciones cada vez más contenidas, han provocado que, durante este mes de septiembre, la deuda estadounidense a diez años pague más que a dos años. Esto no ocurría desde julio de 2022.

Es decir, que prestar dinero a más largo plazo ofrezca más rentabilidad que a menor plazo, es lo que debería ser, pero no a lo que estamos acostumbrados.

El recorrido desde los años de tipos negativos hasta una curva con pendiente positiva no está siendo, ni mucho menos, un camino fácil para los equipos gestores, pero tampoco podemos negar que las diferentes vicisitudes que han ido impactando en la curva a lo largo de los últimos años han representado en muchas ocasiones magnificas oportunidades de inversión.

Los movimientos de ida y vuelta que han ido sucediéndose en las curvas de tipos como consecuencia de los eventos antes indicados, no solo han afectado a la rentabilidad de los activos de renta fija, sino que además han tenido impactos muy relevantes en renta variable, especialmente en aquellos sectores más dependientes de sus expectativas de crecimiento a largo plazo, como el tecnológico, sector fuertemente influenciado por la evolución de los tipos de interés al tener estos un impacto determinante en la valoración por descuento de flujos previstos.

Los últimos meses del año traerán volatilidad, lo que a buen seguro nos generará oportunidades que, necesariamente, tenemos que saber aprovechar

Por ello, para aprovechar al máximo las oportunidades que el mercado ha ofrecido en los últimos años ha sido necesario vivir pegados al mercado.

En este contexto, los grandes protagonistas han sido los selectores de categorías de activos o, dicho de otro modo, a los arquitectos de carteras. Por ello, la rotación en nuestras carteras, bien reponderando el porcentaje que destinamos a renta fija o variable, bien moviéndonos dentro de dichas categorías, es lo que ha aportado puntos extra de rentabilidad a las carteras.

Surge por tanto la cuestión de cómo puede un ahorrador-inversor tradicional, es decir, una persona normal, ejecutar esta necesidad de vivir pegado al mercado para poder aprovechar al máximo las oportunidades que presentan los mercados.

La respuesta es sencilla: difícilmente un no-profesional podrá dedicar el tiempo y los recursos necesarios para navegar el mar de eventos en que se ha convertido el mercado, máxime teniendo en cuenta los sesgos conductuales a los que todos, en mayor o menor medida, nos vemos sometidos.

Para estos últimos meses del año, el terreno está abonado para que no podamos perdernos ni un minuto del partido. Como decimos, el fondo de mercado está marcado por unos bancos centrales que han apretado el botón de las bajadas de tipos, elemento que será la premisa principal de cualquier tipo de análisis, siempre y cuando, y aunque no es ni mucho menos nuestro escenario principal, las tensiones geopolíticas no cambien el paso del mercado.

Con unos beneficios empresariales que continúan mostrando vigor a ambos lados del Atlántico, especialmente Estados Unidos, y la pérdida del temor por parte del mercado a una desaceleración en las economías más allá del famoso aterrizaje suave –y ello pese a la no tan positiva evolución de los datos de desempleo–, creemos que algo ha cambiado en el mercado americano, con oportunidades de entrada en los próximos meses, sin perder de vista que parte del mercado considera que ciertas compañías se encuentran algo sobrevaloradas.

En todo caso, creemos que con los niveles de crecimiento de beneficios que estamos viendo, el sentimiento sobre una posible sobrevaloración de ciertos nombres pasará a un segundo plano.

Adicionalmente, el final del año nos trae elecciones en Estados Unidos, que tradicionalmente, en las semanas previas a su celebración, han generado ruido de mercado que no siempre termina materializándose tras su celebración.

Todos los ingredientes que hemos comentado, de una manera u otra, generarán volatilidad, lo que a buen seguro nos generará oportunidades que, necesariamente, tenemos que saber aprovechar.

En definitiva, podemos hablar de que es tiempo de invertir en tiempos revueltos, y para ello será fundamental saber cuándo entrar y cuándo salir del mercado, así como con qué porcentajes de nuestra cartera y sobre qué sectores y tipos de activos, sin olvidarnos la vuelta de las carteras mixtas, para aprovechar la descorrelación bonos-bolsa, que nos permitirán asumir exposición a renta variable amortiguando en cierto modo la volatilidad.

*** Pablo Salvador es jefe de Estrategia de Ibercaja Gestión.