“I've been in debt, from conception. And I'll pay for the rest of your life” Sammy Hagar.

El 'impuestazo' a las energéticas y la banca es un ejemplo más de cómo el socialismo siempre perjudica al que finge proteger. Todos los que aplauden esta medida deberían recordar algo muy importante: cuando apoyas una medida injusta contra alguien justificándolo porque son pocos y se lo pueden permitir, estás abriendo la puerta a que te roben a ti. Y ocurrirá.

El 'impuestazo' es contraproducente para la economía y negativo para los consumidores, pero eso no le importa al Gobierno del expolio y la mentira. Es inmoral, y como tal debe rechazarse.

El 'impuestazo' es inmoral porque es un impuesto que grava los ingresos de las empresas y no sus beneficios. Es decir, es un auto-arancel a la inversión y a las empresas españolas. Los expertos en expolio del Gobierno analizaron los beneficios en España de estas empresas y vieron que no había márgenes ni beneficios extraordinarios, así que se inventaron un impuesto a los ingresos con un objetivo meramente recaudatorio.

Todo ello está en contra de los principios básicos de fiscalidad. Una empresa puede tener elevados ingresos y muy pocos beneficios, y, además, los beneficios en términos absolutos no dicen nada cuando la demagogia que nos inunda utiliza los datos globales, incluyendo beneficios generados en otros países, que son la mayoría, y no los calcula con respecto a lo que invierten.

Una empresa puede tener elevados ingresos y muy pocos beneficios

¿Quién tiene beneficios caídos del cielo, una empresa que tiene un beneficio de 2.000 millones tras invertir decenas de miles de millones o la señora Yolanda Díaz que no invierte nada y gana 85.000 euros con dietas y gastos pagados por los contribuyentes? Claramente Yolanda Díaz.

El 'impuestazo' es inmoral e infantil porque deciden arbitrariamente aplicarlo a dos sectores por animadversión política y con intención populista, sin el más mínimo análisis de coste-beneficio ni de impacto en la inversión.

El 'impuestazo' es inmoral e infantil porque deciden arbitrariamente atacar a las empresas españolas mientras otras que tienen sede fiscal en otro país no lo sufren y, con ello, generan una desventaja competitiva evidente para los consumidores y empresas españolas. Es literalmente disparar en el pie de nuestra competitividad industrial y financiera.

El 'impuestazo' es arbitrario, inmoral e infantil. Deciden, porque les da la gana, que solo aplique a las cinco empresas más grandes y, a la vez, el límite mínimo de facturación que las empresas deben tener aplica a unos sectores sí y a otros no. ¿Cuáles son los criterios? Simplemente la animadversión política, la obsesión de políticos ignorantes en economía que no tienen como objetivo el progreso, sino el control. La decisión tiene un objetivo político. Son empresas con importante influencia y hay que amenazarlas y callarlas. No paran de hablar de Franco, y sin embargo echan de menos el intervencionismo franquista.

El 'impuestazo' solo tiene como objetivo recaudar. No se da ninguna de las razones que se argumentaron cuando se implementó. El precio de la electricidad en lo que va de año es de unos 56 €/MWh, una reducción del 41% respecto al mismo período del año anterior. Además, el propio gobierno se vanagloria de que hay horas de precios nulos en el mercado. De hecho, el mismo gobierno que se pone la medalla de la bajada del IPC, generada fundamentalmente por los precios energéticos internacionales, dice ahora que hay que mantener el 'impuestazo'. Infantil.

El 'impuestazo' es inmoral e infantil porque deciden arbitrariamente aplicarlo a dos sectores por animadversión política y con intención populista

En diciembre de 2023, la Comisión Europea publicó un informe sobre la implementación del impuesto a las petroleras ("contribución solidaria") en el que concluía que la situación de los mercados de la energía fósil es muy diferente de lo que era cuando el Reglamento entró en vigor en octubre de 2022. El descenso de los precios de la energía a lo largo de 2023, un entorno económico más incierto y el aumento de los costes de capital llevaron a las empresas del sector petrolero a disminuir sus beneficios y no se contemplaba la prórroga del impuesto.

No hace falta romperse la cabeza. Analicen la rentabilidad sobre el capital empleado de las empresas y particularmente de su negocio en España. No solo no hay beneficios extraordinarios, sino que están reduciéndose. El mismo gobierno que se pone a sí mismo la medalla de la bajada de la electricidad y los hidrocarburos quiere penalizar a las empresas con un 'impuestazo' que se supone que se justifica por unos beneficios extraordinarios que no existen. Esta bobada solo la puede defender un político extractivo y totalitario.

Mientras tanto, en Europa se habla de la necesidad urgente de invertir decenas de miles de millones en transición energética y tecnología, y los políticos dan la señal de que no merece la pena invertir, porque si tienes pérdidas, te crujen a impuestos, y si tienes beneficios, más. No sorprende que la inversión extranjera en España se haya desplomado desde 2018 y que la inversión privada esté estancada. El Gobierno ha instaurado la inseguridad jurídica y la penalización al que invierte como pilar de su acción gubernamental.

Lo mismo ocurre con el sector bancario. Con el Banco Central Europeo bajando tipos, el Euribor por debajo del 3% por primera vez desde 2022 y los márgenes de intermediación cayendo, el Gobierno decide mantener el 'impuestazo' porque le da la gana.

Es infantil porque responde a una reacción puramente emocional y maniquea, no a un análisis real. Es inmoral porque es arbitrario e injusto. Es contraproducente porque pone en peligro la posición competitiva de nuestras empresas, atacando precisamente a aquellas que son esenciales para la inversión en transición energética y los bancos que han sido instrumentales a la hora de garantizar el acceso a crédito en una época muy difícil para España.

Es infantil y contraproducente porque, para recaudar 2.859 millones de euros, que luego se gastan en comprarse acciones de Telefónica o rescatar empresas ruinosas cercanas a los miembros del Gobierno y sus cónyugues, ponen en peligro decenas de miles de millones de inversión productiva.

Hay que añadir la inseguridad jurídica. Dado que PNV y Junts x Cat han dicho que votarán en contra de prorrogar el 'impuestazo', al ver el riesgo para las inversiones, el Gobierno se plantea un real decreto o una enmienda a otra ley para imponerlo.

Si el Gobierno dedicase la creatividad que tiene para expoliar en incentivar la inversión, España sí que iría bien.

No podemos olvidar la asimetría regulatoria, discriminando a las empresas en función de la cifra de negocio, independientemente de si son grandes empresas energéticas internacionales o con actividad exclusiva en España. Solo alguien tan ignorante como los miembros de este gobierno puede recitar, como ejemplo de exceso, los beneficios generados en todo el mundo por empresas líderes globales con la mayoría de su negocio fuera de España.

Así, la infantilidad llega a la estulticia cuando empresas con una posición menos dominante en el mercado español no están afectadas por el impuesto, a pesar de ser grandes multinacionales a nivel internacional que compiten de igual a igual con las empresas afectadas. Por eso es un auto-arancel a las empresas españolas.

Ilustración sobre el poder adquisitivo.

Ilustración sobre el poder adquisitivo. EE

Además, supone una asimetría con respecto a otros sectores. La inflación no la causan las empresas, y mucho menos las empresas multinacionales. La inflación es siempre y en todo lugar un efecto monetario, y la culpa de esta ha sido la aberrante actuación de gobiernos y bancos centrales que han disparado el gasto público, que es consumir muchas más unidades de moneda creada artificialmente, y la cantidad de dinero en el sistema en medio de un cierre forzoso y disparando el déficit posteriormente. Recuerden que, si la inflación fuese causada por las empresas energéticas, hoy tendríamos deflación, no inflación persistente.

La inflación es la destrucción del poder adquisitivo de la moneda. Los gobiernos crean la inflación, se lucran con ella disparando los ingresos al negarse a deflactar la subida de precios, y luego se presentan como la solución atacando a las empresas. ¿Quién ha generado beneficios caídos del cielo por la inflación? El Gobierno, que ha recaudado más de 30.000 millones de euros adicionales de la clase media, negándose a deflactar los impuestos.

El 'impuestazo' es infantil, demagógico y arbitrario. Cuando el precio del aceite de oliva se disparó, el Gobierno redujo el IVA para facilitar su consumo. Si sube la carne, bajan los impuestos, si sube la electricidad, te los suben. ¿Cuál es la razón? Lucrarse con el balance de las grandes empresas. Nada más. Ahora que bajan los precios del gas, del petróleo, de la electricidad y los tipos de interés… mantener el 'impuestazo'.

El 'impuestazo' ha recaudado 2.908 millones en 2023 y se esperan 2.859 millones en 2024. La cifra es inferior a lo que gasta el Gobierno más caro de la historia en "asuntos económicos" y "agenda 2030". Sin embargo, mantener el 'impuestazo' tiene un coste de 50.000 millones de euros en la capacidad del sector bancario para dar créditos en España y de más de 60.000 millones de euros en capacidad de inversión del sector energético.

No existía ninguna razón empírica y objetiva para poner este impuesto, y mucho menos para mantenerlo. La única razón es política. El Gobierno sigue pensando en las eléctricas y los bancos como cajeros automáticos y como si fueran ministerios donde ellos campan a sus anchas. El objetivo no es mejorar las cuentas públicas, con una deuda que se ha disparado a 2,11 billones de euros (pasivos totales de las Administraciones públicas). El objetivo es el control. Por eso, ante la evidencia de que se trasladarán inversiones a otros países, lo único que se le ocurre al partido de Yolanda Díaz y Errejón es intervenir todavía más.

No cabe la diplomacia y la equidistancia ante el robo. España necesita más grandes empresas, más inversión privada y más líderes energéticos y financieros, y además nuestro país necesita urgentemente muchísimo menos socialismo.