Yolanda Díaz acumula muchos y prestigiosos títulos: “Vicepresidenta de Gobierno, ministra de trabajo, abogada ejerciente y no ejerciente, exlíder de Sumar, y, a la vez, candidata a restar (a pesar del apoyo del presidente Sánchez)”. Es la líder de una contradicción in término: Sumar/Restar.
Pero el último título, al que más se aferra, es: generadora de ultimatos a las organizaciones de empresarios.
Lo ejerce con entusiasmo en la llamada “mesa de negociación” con los interlocutores sociales; la tripartita de Gobierno, sindicatos y patronales; donde reúne a los representantes de su ministerio, UGT, CCOO, CEOE y CEPYME.
De hecho, ha emplazado a las organizaciones empresariales a firmar el próximo lunes las condiciones que ella quiere imponer en la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas sin merma salarial a todo el país.
O firman o les amenaza con acordarlo bilateralmente con los sindicatos y retirar unas ayudas de 6.000 euros a las pymes, con menos de 5 empleados, cuando les imponga la reducción de jornada.
Yolanda ha emplazado a CEOE y CEPYME a firmar las condiciones que ella quiere imponer en la reducción de jornada
Es el último de los ultimatos. Lo que pasa es que en realidad es el último de los ultimatos a la espera del siguiente. Yolanda va de ultimátum en ultimátum hasta el siguiente ultimátum. Una forma curiosa de negociar.
Y no es que la CEOE o CEPYME se opongan a la reducción de la jornada laboral. Su postura es que eso es un asunto que hay que dejar a las negociaciones de sindicatos y patronales en cada sector y, a ser posible, en cada empresa. Hay varias razones para ello:
Primero, porque es a nivel de cada sector y cada empresa, donde se conocen con más precisión las consecuencias de esa reducción de jornada de cara a la competitividad en el mercado.
De nada sirve socialmente reducir la jornada si eso supone un coste que repercute en la eliminación de puestos de trabajo o la desaparición de la empresa.
Segundo, porque eso ya se está produciendo en la realidad de la negociación colectiva. Hoy en día la jornada media española es de 38,2 horas semanales.
Como hay sectores y empresas con 40 horas, eso quiere decir que en muchos sectores y empresas la jornada es alrededor de las 37,5 horas sin reducción de salario, que quiere imponer la ministra de manera general, caiga quien caiga y sin atender a las circunstancias particulares de sectores y empresas.
Tercero, porque es posible que, en muchas empresas, en lugar de emplear más trabajadores, tengan que ampliar el número de horas extras. Lo que supone un exceso de coste, que en las PYMES supera en mucho esos 6.000 euros que quiere aportar “generosamente” Yolanda Díaz. Por cierto, un dinero de los presupuestos que pagamos todos.
Además, las horas extras van contra el equilibrio vida laboral/familiar que quiere fomentar la ministra. En el mejor de los casos los empleados seguirían trabajando el mismo tiempo o incluso más para compensar el aumento de costes que eso supone.
Muchas empresas en lugar de contratar trabajadores optarán por aumentar las horas extra, en contra del equilibrio vida laboral/familiar
Por tanto, da la impresión de que el ultimátum no será atendido por las patronales, y con razón. Así que la vicepresidenta-ministra tendrá que preparar otro ultimátum que tampoco servirá para nada.
Un consejo a los negociadores es que se acostumbren a ir de ultimátum en ultimátum hasta la nada final.
Además, si al final la líder de Sumar/Restar impone lo que quiere ¿para qué ir a negociar? ¿Para dar al gobierno una apariencia de dialogante con los interlocutores sociales que no tiene?
Mas le valiera a la vicepresidenta ministra arreglar la contradicción Sumar/Restar que falta le hace.
Cuando Esperanza Aguirre descubrió la deslealtad de algunos de sus colaboradores reconoció su responsabilidad “invigilando”. Ahora, después de la deslealtad de Errejón, Yolanda Díaz dice que su “invigilando” corresponde a otros. Por ejemplo, a Más Madrid. Como si ella no hubiera sido la líder de Sumar cuando ocurrieron los hechos. Lo dicho, en Sumar ella resta.
En consecuencia, menos querer arreglar las casas de los ajenos, empresarios y trabajadores, y más asear la propia. Sumar se está quedando en nada a base del restar de sus componentes, entre ellos la vice.