Varios voluntarios limpian calles en Masanasa, a 8 de noviembre de 2024, en Valencia, Comunidad Valenciana (España).

Varios voluntarios limpian calles en Masanasa, a 8 de noviembre de 2024, en Valencia, Comunidad Valenciana (España). EP

Opinión La máquina invisible

La poderosa regla de los 21 días

María Millan
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Ante la implacable DANA, es difícil no reaccionar visceralmente. Desde el primer momento, la ayuda llegó, sobre todo, a través de ciudadanos conscientes que respondieron y apoyan con resolución y generosidad.

En las primeras jornadas del drama, la perplejidad, impotencia, ira y sed de venganza han ido creciendo a medida que se van evidenciando las incompetencias de Gobiernos, Instituciones y personas con nombre y apellido. La catástrofe podía haber sido menor, pero las métricas objetivas que anunciaban la amenaza no fueron atendidas a tiempo.

La respuesta inepta y soberbia de dirigentes sumada a la apatía de empleados inermes costaron 224 vidas en Valencia. 

Estas personas, que cobran nóminas para asegurar un control y gestión adecuados, antepusieron sus agendas y temores personales a cualquier actuación correcta. 

Una indiferencia inexplicable en una región con experiencia en "grandes riadas".

Nadie dimite. Nadie renuncia a seguir cobrando un sueldo y recibiendo privilegios. Nadie reconoce su incompetencia, culpa o responsabilidad. Aquellos que "tuvieron capacidad de respuesta" y no la ejercieron, como responsables, deberían dimitir.

Nadie dimite. Nadie renuncia a seguir cobrando un sueldo y recibiendo privilegios. Nadie reconoce su incompetencia, culpa o responsabilidad

La palabra respons-abilidad significa que uno cuenta con la capacidad (como persona, cargo, o institución) para responder. Por lo tanto, todos aquéllos que pudieron responder y no lo hicieron, son directamente responsables, y deberían, por razones éticas evidentes, presentar su dimisión.

Aunque la responsabilidad y la dimisión digna son demasiado pedir a nuestros dirigentes. 

El cinismo es ubicuo. Todos los asuntos, por desgarradores que sean, se gestionan como operaciones de ingeniería sociológica.

Mientras el CIS trabaja los pormenores de opinión - estadísticamente relevantes -para asegurar que los partidos mantienen sus mastodónticas estructuras; los políticos individuales gestionan sus tensiones del día a día, aplicando, de manera transversal la demostrada regla de los 21 días.

En 21 días, los humos de la opinión pública se desinflan, y los dirigentes pueden retomar sus agendas casi como si nada hubiera ocurrido. Ante esto, ¿quién puede resistirse a "bajar la cabeza y hacer de la necesidad de silencio, virtud"?

Aunque la responsabilidad y la dimisión digna son demasiado pedir a nuestros dirigentes

Lamentablemente, este conocimiento no está produciendo la costumbre ciudadana de controlar las ausencias de políticos y responsables durante 21 días; sin olvidar la rendición de cuentas a su retorno.

Y los medios tampoco se toman este tiempo para divulgar, de manera sostenida, nuevos conceptos y cambios anhelados.

La generación voluntaria de hábitos es un tema de tendencia y máxima actualidad.

21 días es el tiempo que tardamos en familiarizarnos con algo, en adquirir un hábito. Es el tiempo que proponen los Yoguis para practicar a cualquiera que se inicia en el Yoga, porque el cerebro acaba cediendo y convirtiendo la costumbre en un hábito.

Por otro lado, el autor James Clear lleva vendidos desde 2012 más de 20 millones de copias de su libro "Hábitos atómicos". Un libro que nos ayuda a entender cómo se forman los hábitos y cómo pueden influir en nuestras acciones a largo plazo. Aquí es donde entra en juego el concepto de hábitos atómicos, pequeñas acciones que pueden tener un impacto significativo en nuestras vidas. 

Si la lectura y la filosofía no se han concretado en cambios de fondo. beneficiosos para nuestra sociedad, hay pocas razones tan acuciantes como la DANA para dar un giro de tuerca, y aplicar la regla del 21 a nuestro favor, como ciudadanos.

21 es un número fácil de recordar. Apliquémoslo al unísono; y no aceptemos volver a ser víctimas de su mal uso.  

A escala, nuestra influencia puede parecer "micro", incluso “atómica”, pero configura "hábitos" tan radicales como una DANA.

*** María Millan