¡La prima de riesgo de Francia (89 puntos) supera a la de España (74)! ¿Quién lo iba a decir! Alemania puede estar dos años en recesión técnica. El panorama económico del núcleo duro de la eurozona es preocupante. No sólo por la deriva económica. También por la política.

En Francia el Gobierno del republicano Michel Barnier está amenazado con una moción de censura. El partido Reagrupación Nacional (antes Frente Nacional) quiere que se modifique el proyecto de presupuestos para 2025 o lo derribará. Este grupo impidió que cayera Barnier la última vez que se votó una moción de confianza; entonces se abstuvo. Esa inestabilidad política empuja la prima de riesgo gala.

En Alemania se han convocado elecciones adelantadas para el 23 de febrero. La recesión económica exige un cambio de rumbo. Todo apunta a que serán los democristianos de Merz quienes encabecen el nuevo gobierno que será de coalición.

Las estructuras económicas de la zona euro están caducas, su industria (especialmente la alemana) no se ha renovado lo suficiente; sigue anclada en los paradigmas geo-económicos de hace décadas. Más ahora, que el triunfo de Trump parece que modificará el inestable equilibrio actual.

Los países centrales de la zona euro necesitan recuperar para su economía el hinterland económico euro-asiático, desde el Atlántico al Pacífico y desde el Ártico al Mediterráneo. Un territorio enorme donde están todos los antiguos estados de la Unión Soviética y en el que, además, se pueden incluir otras zonas como: Turquía y sus alrededores; Israel y su área de influencia económica; el Norte de África y la subsahariana francófona. 

Las estructuras económicas de la zona euro están caducas, su industria (especialmente la alemana) no se ha renovado lo suficiente

En ese espacio geográfico hay consumidores y recursos suficientes para asegurar el desarrollo de la economía euro. Es garantía de su supervivencia económica y de su fortaleza política para negociar con los dos otros protagonistas económicos: EEUU y China.

Pero esa recuperación pasa por pacificar la guerra de Ucrania. Entre otras cosas, si se acaba esa guerra habrá que reconstruir la Ucrania devastada. Un gran negocio en el que Europa debe participar. Además, los recursos energéticos y otras materias primas volverán a las posiciones de los primeros años del siglo XXI y se abaratarán. Las producciones europeas recuperarán competitividad.

Sobre todo, una paz adecuada recuperaría Rusia para occidente. La imperial moscovita ha basculado hacia China, algo incongruente con su historia, su cultura y los intereses futuros de sus ciudadanos. En la edad moderna y contemporánea de la historia europea, Rusia fue un actor importante. En las guerras del siglo XX jugó un papel esencial. Aliado, con unos y con otros, participó en sus contiendas, alianzas, pactos y fue el valladar ante las arremetidas del este asiático. La actual posición es un absurdo histórico, un error político y un problema económico.   

Así pues, la paradoja que vamos a vivir en el 2025 es una Europa a la que Trump puede ayudar a reposicionarse. 

Si además para la guerra de Oriente Medio, Trump habrá hecho dos grandes favores a los europeos. Amén de debilitar a China que se queda sin Rusia como aliado. Un aliado que situado en su norte puede suministrarle la energía barata que requiere su industria.

Pero esa recuperación pasa por pacificar la guerra de Ucrania. Entre otras cosas, si se acaba esa guerra habrá que reconstruir la Ucrania devastada

De manera que mi análisis económico a medio plazo no es tan pesimista como los que sólo piensan en las subidas de aranceles propuesta por Trump. Medidas perjudiciales a corto plazo, pero que se recomponen si se tiene suficiente fuerza para negociar. 

¿Y España, cómo está en este nuevo juego geopolítico-económico? Por su posición geográfica y económica bien. Por su posicionamiento geopolítico con problemas.

Decantarse hacia el reconocimiento del Estado palestino no ha sido lo más atinado vistas las circunstancias. Probablemente el gobierno de Sánchez lo hizo obligado por el componente radical de Sumar como parte del gobierno y de Podemos como aliado parlamentario coyuntural. Una postura que no compensa del todo el giro diplomático hacia Marruecos, aliado de EEUU y con relaciones diplomáticas normalizadas con Israel, pero siempre poco de fiar.

En fin, que hay que analizar muy bien lo que va a pasar en los primeros meses de 2025. De los movimientos de fichas en el tablero mundial depende el futuro a medio plazo.