En los últimos años, la sostenibilidad ha ganado una relevancia creciente en la agenda global, abarcando desde las esferas gubernamentales y empresariales hasta la sociedad en general y el ámbito regulatorio.
Este enfoque sostenible ha llegado también a la construcción y diseño de los edificios. Así, la eficiencia energética ha sido uno de los principales objetivos a tener en cuenta cuando se construye una oficina o una vivienda. Esta tendencia ha impulsado normativas como el Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE), que establece las condiciones para que los sistemas de calefacción, climatización y agua caliente garanticen un uso racional de la energía.
La eficiencia energética tiene múltiples beneficios tanto para el medioambiente como para el ahorro del consumo energético. Sin embargo, es uno de los causantes -sin esa intención- de que muchas veces respiremos aire de mala calidad dentro de los edificios. Éstos están inicialmente concebidos para optimizar los recursos energéticos, usando materiales aislantes térmicos -incluso con ventanas que no pueden abrirse- y sistemas de climatización que reutilizan el aire constantemente.
Las funciones cognitivas pueden ser un 15% más bajas con niveles moderados de CO2 (alrededor de 945 ppm) y hasta un 50% más bajas con concentraciones más altas
El resultado son espacios cerrados donde la cantidad de CO2 es superior a 1.000 ppm, límite que no debe superarse para mantener una calidad del aire aceptable según el Código Técnico de la Edificación (CTE). De hecho, tal y como han demostrado numerosos estudios, la exposición constante a esa mala calidad del aire puede generar alergias, fatiga, mareos, dolores de cabeza e irritación en los ojos, la nariz y la garganta.
Desde el punto de vista normativo, actualmente, se suele enfocar de forma separada aspectos como el aislamiento, la climatización y la ventilación, ignorando la interdependencia entre ellos.
Por ende, es importante que aquellas normativas que, como el RITE, velan por el cumplimiento de medidas para la eficiencia energética de los edificios, aborden de forma integral dicha eficiencia y la calidad del aire interior. Empresas y administraciones públicas debemos ser más ambiciosas y adoptar un enfoque holístico que integre los sistemas de climatización, ventilación y purificación del aire.
La evidencia científica es clara al respecto. Por ejemplo, un estudio realizado por E3 Pandemic Response and Enterprise Solutions con investigadores de la Universidad de Helsinki halló que la purificación del aire en una escuela infantil contribuyó a reducir significativamente sus enfermedades, con un 30% menos de días de baja por enfermedad.
La eficiencia energética tiene múltiples beneficios tanto para el medioambiente como para el ahorro del consumo energético.
Asimismo, las funciones cognitivas pueden ser un 15% más bajas con niveles moderados de CO2 (alrededor de 945 ppm) y hasta un 50% más bajas con concentraciones más altas, según un paper realizado por Engineering and Physical Sciences Research Council of the UK, a través del RCUK Centre for Energy Epidemiology.
Por tanto, los hallazgos de los estudios demuestran que hay que cuidar la calidad del aire en interiores, más si tenemos en cuenta que, en las grandes urbes de los países industrializados, las personas pasan más del 90% de su tiempo en espacios interiores, según el estudio The National Human Activity Pattern Survey del Lawrence Berkeley National Laboratory.
A su vez, hay que cumplir con los objetivos establecidos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2023-2030. Este plan busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 32% para 2030, rehabilitar 1,38 millones de viviendas y disminuir el consumo energético en los hogares. Para conseguirlo, es imperativo que el reglamento reconozca la eficiencia energética y la calidad del aire como un binomio inseparable, clave para una integración plena donde la salud y la eficiencia energética vayan de la mano.
Nuestro compromiso con normativas avanzadas es esencial para construir edificios cada vez más sostenibles e inteligentes, en los que la sostenibilidad y la salud vayan de la mano, beneficiando tanto al medio ambiente como a las generaciones futuras.
** Fermín Subires, director de mercado Iberia para Airzone