El panorama geopolítico, económico y para las principales variables financieras en el ejercicio 2025 estará dominado por la intersección de tres grandes factores: el impacto del proteccionismo, la evolución de los conflictos bélicos y el grado de prodigalidad fiscal de las principales economías. Y en todos ellos, la actuación de la nueva administración estadounidense, bajo el presidente Trump, se configura como la variable clave.
En materia de proteccionismo, la clave reside, en primer lugar, en la forma y el grado de intensidad con que la administración Trump lleve a cabo sus amenazas en materia de aranceles y controles a la exportación.
Llevar a cabo las promesas contenidas en su programa tendrían a buen seguro un impacto negativo sobre el crecimiento global -en especial si se responden con medidas simétricas- e incierto, aunque con potencial sesgo al alza, sobre la inflación.
La cuestión es si Trump utilizará estas medidas como un fin en sí mismo o como un arma de negociación táctica para conseguir beneficios concretos para Estados Unidos.
Los anuncios ya realizados sobre México y Canadá, con condicionalidad ligada a asuntos migratorios y de tráfico de drogas, han sido recibidos con voluntad negociadora por los mandatarios de ambas economías.
Distinto será el caso de China, donde primaría la competencia estratégica con EEUU en tecnología de uso dual, transición verde y semiconductores. Y en el caso de la Unión Europea, un escenario plausible pasa por alcanzar un nuevo equilibrio que incluya medidas para reducir el elevado superávit comercial bilateral actual para la UE (concentrado en productos farmacéuticos, vehículos y maquinaria de transporte, química) y promover mayores importaciones (gas licuado) de Estados Unidos.
Las reacciones iniciales de la presidenta del BCE, Lagarde, y de la Comisión Europea parece que van en esta dirección. Las elecciones de febrero en Alemania son pieza importante en este puzle: este país es el actor principal en el sector automotriz europeo y mantiene una posición de relativa ambigüedad sobre China, principal socio comercial junto con EEUU, que podría evolucionar hacia posiciones estratégicas más alineadas con las estadounidenses.
Las elecciones de febrero en Alemania son pieza importante en este puzle
En materia de conflictos bélicos, la expectativa mayoritaria apunta a un potencial desplazamiento de la tensión desde Ucrania hacia el conflicto entre Israel e Irán. El riesgo aquí radica en la incompatibilidad entre la necesidad iraní de elevar su capacidad de disuasión y el objetivo israelí de impedir que aquel país alcance capacidad nuclear militar.
En Ucrania, la apertura de negociaciones es el escenario central de muchos analistas. Las demandas territoriales, la agresividad del régimen político post conflicto en Ucrania y, sobre todo, las potenciales garantías de seguridad futuras para el país y el rol europeo en su reconstrucción son las claves de un potencial acuerdo. En todas ellas, EEUU jugará un papel clave y a buen seguro exigirá más compromiso por parte de sus aliados europeos de la OTAN.
El último gran factor clave para 2025 lo situamos en el grado de prodigalidad fiscal que exhiban las principales economías, y el efecto que tenga sobre las perspectivas de evolución de los tipos de interés, a corto y a largo plazo.
Con la salud de las finanzas públicas ya sometida a presión en muchas economías occidentales, la apuesta por redoblar los estímulos fiscales -caso de EEUU- o por instaurar una austeridad excesiva -caso de Francia- eleva el riesgo de asistir a episodios de discontinuidad que generen espirales alcistas en tipos de interés.
La apuesta por instaurar una austeridad excesiva eleva el riesgo de asistir a episodios de discontinuidad que generen espirales alcistas de los tipos de interés
El escenario central económico del consenso de instituciones, casas de análisis y bancos de inversión, que apunta a una continuidad de la expansión de la economía global a ritmos cercanos o ligeramente inferiores al potencial, en un entorno de tipos de interés estables (en niveles superiores a los previos a la COVID) y expectativa de retornos positivos en los activos de elevada beta cíclica, está por tanto sujeto a un riesgo material de alteraciones substanciales en función de la dirección que tomen los tres factores arriba comentados.
Hay que factorizar la posibilidad de, y prepararse para la ocurrencia de escenarios alternativos de cola derecha, o positivos, y de cola izquierda, o negativos, que podrían determinar el saldo del ejercicio 2025 y de los años venideros.
*** José Manuel Amor es Profesor de Afi Global Education