En 1932, Aldous Huxley escribió una de las distopías más fascinantes y estremecedoras del Siglo XX: Un Mundo Feliz. En 2024, el Gobierno social comunista, rector de los destinos patrios no deja de describir la realidad económica española con los trazos distópicos y virtuales de algo inexistente salvo en la propaganda gubernamental.

Los Alfa+ del Régimen dibujan y promueven una visión de la situación de la economía española cuyo contraste con algo elemental, el bienestar de sus ciudadanos, sólo cabe ser calificado como un burdo ejercicio de propaganda.

Al igual que los personajes de la novela de Huxley hace falta consumir grandes cantidades de soma, la droga de la felicidad, para creer en el paraíso descrito por la izquierda reinante.

 

La prueba del algodón, el test de cualquier política económica es su impacto sobre el bienestar de los ciudadanos, sobre su capacidad de mejorar sus condiciones de vida y, cuando se realiza esta prueba, los resultados de la gestión gubernamental sólo tienen un calificativo: lamentable. Por eso, el final de año es un momento oportuno para evaluar si los españoles están mejor o peor que al iniciarse la Era Sanchista y los datos matan el relato triunfalista del Gobierno. 

El PIB per cápita es el indicador básico y homologado para medir el nivel de vida de un país y la trayectoria del español desde el acceso de la coalición gubernamental el poder es muy negativa.

Entre 2019 y 2024, España es el país de la UE y de la zona euro en el que el PIB per cápita en precios constantes ha experimentado no sólo un menor crecimiento, sino una caída del 12% respecto al existente antes de la pandemia frente a un incremento medio del 18% durante ese mismo período en la eurozona. 

Eso se ha traducido en un aumento de la brecha con la media de la Unión Europea y de la Unión Monetaria. En 2019, el diferencial con esas dos áreas se situaba respectivamente en el 9 y en el 14%; en 2024 estará en el 11 y en el 15%.

España es el país de la UE y de la zona euro en el que el PIB per cápita en precios constantes ha experimentado no sólo un menor crecimiento, sino una caída del 12%

De los 27 países de la UE, el PIB per cápita español ocupa el lugar número 20 y, conforme a las previsiones del consenso, se verá en breve plazo superado por el de Lituania, Estonia y Polonia; esto es, pasará al pelotón de cola de los estados europeos. Esto se compadece bastante mal con las proclamas gubernamentales, producto sin duda de la visualización por sus dirigentes de la película El Ministro de Propaganda.

El Gobierno de los vulnerables, de los desfavorecidos, de los sufrientes, cosecha en ese terreno unos resultados épicos, por no calificarles con su verdadero término: dramáticos.

El porcentaje de la población en riesgo de pobreza y de exclusión social ha aumentado del 25,3% en 2019 al 26,5% en 2024. Durante ese mismo período, ese indicador ha permanecido estable, el 21,4%, en la media UE. Sólo empeoran los resultados cosechados por España, los estados con peor desempeño económico y social del viejo continente, Bulgaria y Rumania. Pero ahí no termina la historia. 

La Carencia Material Severa (CMS), el indicador tradicional o estándar para medir la pobreza de un país ha tenido una pésima evolución en una economía que, según el Gobierno, protagoniza un milagro económico sin precedentes.

El porcentaje de la población en riesgo de pobreza y de exclusión social ha aumentado del 25,3% en 2019 al 26,5% en 2024

En 2019, el porcentaje de personas inmerso en esa posición suponía el 4,7% de la población; en 2023 se situó en el 9% y en 2024 no se prevé reducción alguna. Para decirlo con claridad, durante el mandato de la izquierda, el número de pobres en España prácticamente se ha doblado. Este es el saldo de una política cuyo leitmotiv ha sido mejorar la situación de los ciudadanos más vulnerables. 

Y eso se ha producido a pesar de que el aumento del gasto público y de los impuestos realizado desde 2019 ha sido muy superior al acometido por cualquier estado de la UE-OCDE.

La política redistributiva aplicada por el Gobierno es un verdadero fracaso. De acuerdo con los últimos datos de Eurostat, después de impuestos y transferencias sociales, las condiciones de vida de los ciudadanos ubicados en el 20% del nivel más bajo de renta son las que menos mejoran. De nuevo, sólo Bulgaria y Rumania lo hacen peor. Esto eso, la política social del Gobierno sólo merece dos calificativos: ineficiencia y derroche. 

Sin embargo cabe reconocer al Gobierno el ser consistente con una vieja profecía marxista, a saber, la proletarización o, para ser precisos, el empobrecimiento-estrechamiento de la clase media.

La diferencia o, mejor, la ironía es que Marx atribuía esa dinámica a las inexorables contradicciones internas del capitalismo y aquí, como en otras partes, es la expresión lógica e inevitable del socialismo.

Entre 2019 y 2024, conforme a los datos de la OCDE, los salarios reales en España han disminuido un 2,5%. Hay muchos más pobres que en 2019 y el conjunto de los españoles, la media, es también más pobre; una muestra de la equitativa solidaridad del social comunismo.

Este es el cuadro real, la radiografía de lo relevante, el estado socio-económico de los españoles cuando 2024 entona su canto del cisne. Y esto es lo que quiere, no puede y no debe permitirse que oculte el Gobierno.

El deterioro del nivel de vida de los ciudadanos es evidente, claro, indiscutible. Y lo peor es que esta tendencia tiene todas las probabilidades de mantenerse no sólo mientras la coalición gubernamental siga en el poder, sino en ausencia de una política que imprima un rumbo radicalmente diferente a la economía española. 

Si eso no sucede, España está abocada al declive y a situarse en menos de una década entre los estados de la UE con un PIB per cápita más bajo y con tasas de pobreza más altas. Este es el “mundo feliz” al que nos conduce este Gobierno, un camino de servidumbre y de pérdida de bienestar.