A lo largo de la historia, las personas han usado diferentes objetos para facilitar el intercambio de bienes y servicios. Al principio, se utilizaban materiales como conchas o sal, pero con el tiempo surgieron las monedas hechas de metales preciosos como el oro y la plata, cuyo valor provenía del material mismo; a esto se le llamaba dinero mercancía.
Más adelante, apareció el dinero representativo, respaldado por reservas de metales preciosos, y luego el dinero fiduciario, que no depende de metales sino de la confianza en los bancos centrales, y que se ha utilizado ampliamente desde el siglo XX.
En la era digital, el dinero dejó de estar ligado a objetos físicos y se transformó en registros digitales, reemplazándose los libros contables en papel. Como resultado de esta evolución, nuestro sistema monetario actual se sustenta en una estructura de dos niveles.
Por un lado, el banco central emite su propio pasivo para que se utilice como dinero. Por otro lado, coexiste el dinero emitido por entidades privadas, principalmente los depósitos bancarios.
Para garantizar la convertibilidad de otros tipos de dinero en dinero del banco central a la par, el banco central ejerce el rol de institución liquidadora del sistema de pagos entre instituciones financieras en dinero del banco central. El diseño actual del sistema monetario, en el que el dinero reside en bases de datos aisladas, genera fricciones.
Estas fricciones se derivan de la complejidad de los procesos de comunicación entre dichas bases de datos y son especialmente evidentes en los procesos de pago, sobre todo en aquellos de naturaleza transfronteriza.
"La tokenización permite el uso de contratos inteligentes, que son capaces de ejecutar automáticamente acciones específicas cuando se cumplen ciertas condiciones"
La separación de la mensajería, la conciliación y la liquidación implica que, frecuentemente, los procesos son lentos, opacos y erráticos. Hoy, nos encontramos en la antesala de un avance tecnológico que promete revolucionar el sistema monetario: la tokenización del dinero.
Este concepto se basa en la representación digital del dinero sobre una tecnología conocida como blockchain o cadena de bloques. La tokenización permite el uso de contratos inteligentes, que son capaces de ejecutar automáticamente acciones específicas cuando se cumplen ciertas condiciones.
Esta innovación no solo tiene el potencial de hacer que el sistema monetario sea más eficiente, sino que también abre la puerta a funcionalidades completamente nuevas, transformando cómo entendemos y utilizamos el dinero.
"La visión del Banco de Pagos Internacionales de un ecosistema monetario basado en una única red global resulta atractiva por sus posibles beneficios, pero también plantea desafíos significativos"
Según el Banco de Pagos Internacionales (BIS), la tokenización del dinero permitirá el desarrollo de una nueva y única infraestructura basada en blockchain, en la que todas las transacciones del sistema se produzcan de forma directa y eficiente, sin necesidad de mantener distintas bases de datos sincronizadas.
Para que este sistema funcione correctamente, será fundamental mantener vigente una estructura de dos niveles en la que el banco central y los bancos comerciales emitan su propio dinero, en este caso, tokenizado. El dinero tokenizado emitido por el Banco Central se conoce como CBDC (Central Bank Digital Currency por sus siglas en inglés) mayorista, y permite la liquidación entre instituciones financieras.
La CBDC mayorista coexistirá con el dinero tokenizado emitido por entidades privadas: los depósitos tokenizados, que son representaciones en blockchain de depósitos emitidos por instituciones financieras.
La visión del Banco de Pagos Internacionales de un ecosistema monetario basado en una única red global resulta atractiva por sus posibles beneficios, pero también plantea desafíos significativos.
"Una alternativa más viable sería un modelo en el que cada participante mantenga su propio sistema, pero asegurando la interoperabilidad entre ellos"
Para implementar un sistema único de este tipo, sería necesario que tanto los bancos centrales como los comerciales emitieran sus pasivos en una red común. Es poco probable que los bancos estén dispuestos a emitir sus pasivos sobre una infraestructura que no controlan.
Además, este enfoque de red única no solo implica desafíos técnicos considerables, sino que también genera preocupaciones asociadas a la existencia de un único punto de fallo, lo que podría comprometer la estabilidad del sistema.
Una alternativa más viable sería un modelo en el que cada participante mantenga su propio sistema, pero asegurando la interoperabilidad entre ellos. Este enfoque permitiría aprovechar las mejoras en la robustez, fiabilidad y eficiencia que la tokenización del dinero puede traer al sistema monetario, sin los inconvenientes asociados a la existencia de una red única.
*** Juan Manuel Bazo, profesor de Afi Global Education