Lo afirmé hace unos días, el crecimiento del PIB español no bajará del 3% en 2025. 

Este aumento -si no aparece un “cisne negro” en el horizonte- se deberá a: 

El turismo (+ de 100 millones de visitantes); la nueva economía tecnológica española (sin fábricas ni humos pero dinámica); la exportación, entre ella la de servicios no turísticos; el crecimiento de sectores como la enseñanza superior, la sanidad y la cultura; la bajada de los tipos de interés que mejorarán el consumo privado y la venta de viviendas con hipoteca y, en consecuencia, el relanzamiento de la construcción en el segundo semestre (volverá al nivel del 12% del PIB).

También a la recuperación de la agricultura y la ganadería después de un año de sequía; el aumento del consumo y el ahorro privado por la subida de los salarios por encima de la inflación lo que puede ayudar a la inversión nacional, acompañada por la extranjera que seguirá afluyendo; y, por supuesto, el crecimiento del gasto público por el aumento de impuestos y los fondos Next Generatión que vendrán de la UE (España ha pedido recientemente el envío de 40.000 millones de euros). 

"No todo son buenas noticias. La desigualdad entre los españoles seguirá creciendo".

Todo ello acompañado por el mantenimiento del empleo (más de 21 millones de cotizantes a la Seguridad Social) y pensionistas y empleados públicos sin perder nivel adquisitivo.

Sin embargo, no todo son buenas noticias. La desigualdad entre los españoles seguirá creciendo. No sólo por el diferente tratamiento que el gobierno Sánchez quiere aplicar a la financiación de Cataluña. Sigue habiendo diferencias significativas de renta por persona entre el norte y el sur. Euskadi, Cataluña y Madrid están por encima de la media, mientras otros como Extremadura, Castilla la Mancha o Canarias están muy por debajo.

El índice GINI de España, que indica la desigualdad de la distribución de la renta cuanto más alto está, seguirá por encima de 32 en 2025. Será junto con Portugal el mayor de todos los miembros de la zona euro, incluido Grecia, excepto Italia. 

La política económica del sanchismo aumenta las rentas de las clases altas (a pesar de sus amenazas fiscales) y empobrece las clases medias y trabajadoras. 

"El empeño de reducir la energía de origen nuclear (la más barata y regular) mantendrá el precio de la energía a pesar del buen comportamiento de las renovables"

El sistema impositivo que ha impuesto Sánchez, sin deflactar el IRPF a pesar del aumento del coste de la vida, va contra la renta disponible de esas clases medias.

Además, en enero de este año vuelve a su nivel el IVA de los alimentos básicos, lo que incide más en el consumo de las clases trabajadoras que en las altas. 

El empeño de reducir la energía de origen nuclear (la más barata y regular) mantendrá el precio de la energía a pesar del buen comportamiento de las renovables. Por eso seguirá habiendo un 20% de hogares con dificultades para mantener la temperatura de su vivienda a nivel adecuado. 

Los más pobres (20%) lo seguirán siendo y la pobreza extrema superará el 8% de la población. Cerca de 3 millones de personas estarán en riesgo de exclusión social. Con un desempleo, que no bajará del 10,5%, el mayor de toda la UE, España seguirá siendo el campeón europeo en paro juvenil (por encima del 25%). Con nuevas familias y profesionales jóvenes con grandes dificultades para acceder a la vivienda en compra o alquiler.

"España reducir impuestos a las clases medias y trabajadoras reequilibrar sus rentas y ordenar el gasto público"

España puede tener una oportunidad en 2025 si sabe aprovecharla. Para ello debería reducir impuestos a las clases medias y trabajadoras reequilibrar sus rentas y ordenar el gasto público, para hacer la economía más resiliente ante los posibles peligros, que los hay.

La economía en 2025 estará en equilibrio inestable. Cualquier acontecimiento puede desbaratar este castillo de naipes. 

Hay que estar atentos a: bajadas del turismo, crisis financieras internacionales, reducción del comercio mundial, guerras que dificulten el transporte por las rutas oceánicas, cambios en las políticas europeas hacia la austeridad…  y a lo que Trump ponga en marcha.

España no está en el mejor de los momentos en su relación con el presidente Trump y su entorno. ¿Habría que recomponer la figura? ¿Sería conveniente un cambio en o del Gobierno? Es posible, pero el presidente Sánchez, el del “manual de resistencia”, no parece dispuesto, aunque eso suponga perder oportunidades para todos.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.