La conversación en el escenario de la inteligencia artificial estas últimas semanas, por mucho que Donald Trump se haya lanzado a anunciar un plan estratégico nacional, tiene un único protagonista: una pequeña y relativamente desconocida compañía china, Deepseek.
Esta empresa publicó el pasado 20 de enero en código abierto un modelo avanzado de razonamiento, R1, que parece aventajar a los mejores modelos occidentales, incluyendo la versión más avanzada del ChatGPT de OpenAI.
En el escenario de guerra fría y sanciones comerciales actual, que un modelo chino se destaque de repente como mejor que todos los demás es algo con unas implicaciones potenciales enormes.
Si además resulta que la compañía ha sido capaz de entrenar el modelo con tan solo unos diez mil chips de Nvidia obtenidos a pesar de las restricciones, con un coste de entre el 3% y 5% de lo que le costó a OpenAI, y lo ha puesto en el mercado con un precio de derribo —gratis para particulares, y muchísimo más barato que ChatGPT para su uso corporativo—, la cuestión se convierte ya en algo estratégico.
De hecho, la app de Deepseek está comandando los rankings de descargas en medio mundo, y convenciendo a muchísimas compañías para sustituir los carísimos tokens que pagaban a OpenAI por los mucho más baratos de Deepseek R1.
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Omicrono
El impacto es tan relevante, que la práctica totalidad de las compañías tecnológicas con intereses en la inteligencia artificial norteamericanas —es decir, todas— han caído en bolsa.
Porque la cuestión, como podemos imaginar, no es simplemente que un modelo chino haya aventajado a los norteamericanos, que de por sí ya podría ser visto como muy grave por el impacto que puede llegar a tener en cómo percibimos el futuro.
Sobre todo si lo hacemos a través de la supuestamente distorsionada percepción de las restricciones que impone el gobierno chino a las respuestas de los modelos de sus compañías, el llamado soft power, sino el cómo han podido ser capaces de entrenar a ese modelo con un coste tan bajo.
Si es posible entrenar adecuadamente a un modelo de razonamiento avanzado a ese coste, es más que posible que eso no solo ponga en peligro a las compañías que compiten directamente con Deepseek, como OpenAI y otras, sino que cuestione incluso la cotización de una de las empresas más valiosas del mundo: Nvidia.
Porque si con muchos menos de sus chips podemos obtener semejantes resultados, las ventas de la compañía, indudablemente, van a reducirse, como lo van a hacer también parámetros tan relevantes como el consumo de energía empleado en ese entrenamiento.
Si además Deepseek no solo lo ha logrado, sino que lo ha publicado en código abierto y con una licencia MIT que permite a cualquiera inspirarse en sus desarrollos, el impacto puede ser muchísimo más significativo, y cambiar el desarrollo de la inteligencia artificial tal y como la conocemos.
La práctica totalidad de las empresas de EEUU con intereses en inteligencia artificical están cayendo
De hecho, todo el esquema que soporta la valoración de OpenAI podría resquebrajarse si la eficiencia demostrada por Deepseek es real.
Por supuesto, esto ha hecho que el propio Sam Altman haya salido rápidamente a decir que Deepseek “no tiene mérito alguno” porque esencialmente ha replicado los métodos de OpenAI, y que “ya sabían qué buscar”.
El hecho de que el propio Deepseek se identifique erróneamente en ocasiones como ChatGPT incide en la idea de que han utilizado seguramente sus mismos materiales de entrenamiento, algo que ya no es mucho decir porque, esencialmente, este tipo de modelos ya han utilizado prácticamente toda la información del mundo disponible e incluso la no disponible (al menos, legalmente).
También porque OpenAI nunca podría defender que Deepseek ha cometido algún crimen por ello, considerando todos los que la propia OpenAI cometió anteriormente.
Estamos, por tanto, ante varios problemas serios:.
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El Androide Libre
El primero, la demostración completamente palpable de que las guerras comerciales, las restricciones y las sanciones no funcionan en un mundo hiperconectado, y aún peor, llevan a que el sancionado —en este caso China— termine tomándose la cuestión como parte de su “orgullo nacional” y se dedique a la eficiencia, al “hacer más con menos”, y a ser capaz de innovar más y mejor.
Que Deepseek, con un puñado de chips no de los más potentes y con el 3% ó 5% del coste haya logrado un modelo de razonamiento mejor que el de OpenAI es algo que clama al cielo.
En segundo lugar, que las restricciones ideológicas y la visión sesgada de China con respecto a su política o su historia es algo que solo preocupa a quienes vayan a preguntarle al modelo sobre los sucesos de Tiananmen o sobre el trato a la minoría uygur, pero carecen de importancia para la inmensa mayoría de las compañías que quieren un modelo de inteligencia artificial bueno y a un precio razonable.
Y tercero, que incluso un gigante como Nvidia, cuya misión es vender cuantos más chips mejor, va a tener un problema si aparece una innovación que demuestra palpablemente que con menos chips y menos avanzados, se pueden lograr maravillas.
Básicamente que todos sabemos que con el tiempo, el entrenamiento de la inteligencia artificial va a ser mucho más barato y muchísimo menos intensivo en gasto de electricidad, y que en esa carrera, los Estados Unidos, que tienen de todo en abundancia, son “los derrochones”, y China, en cambio, representa “la frugalidad”, el hacer más con menos, la eficiencia.
¿Adivinas qué aproximación tiene más sentido en el medio plazo? Y si en un lado está la frugalidad y eficiencia chinas, y en otro la fanfarronería, la chulería y el desprecio de un matón impresentable llamado Trump… ¿con quién te conviene más alinearte de cara al futuro?
***Enrique Dans es profesor de Innovación en IE University.