Del título del lunes pasado de la “carta del director” se desprendía que, según su análisis, al presidente Sánchez le convenía disolver las cortes y anticipar elecciones a la primavera.
Cuanto más dure la legislatura, más se pondrá en evidencia que Sánchez no puede gobernar, sin ceder en cuestiones que pondrían en peligro la inviabilidad de su gobierno “progresista”. En primavera aún le quedaría cierto capital para enfrentarse a las elecciones.
Lo que pasa es que a Sánchez no le importa ni la estabilidad de su gobierno, ni la de España. Sólo le importa su propia estabilidad como presidente.
Por eso mientras la economía siga teniendo los resultados macroeconómicos de los que presume seguirá en Moncloa. Sánchez calcula su capital en cuatro niveles: el partido; el Gobierno; la opinión pública/ electoral española; y a nivel internacional.
Su capital dentro del partido aumenta. Está sentando a sus adláteres en sillones cómodos y remunerados (véase el caso de telefónica) o con poder (caso de los secretarios de las agrupaciones socialistas autonómicas). Cómo dijo Alfonso guerra en su tiempo: “si te mueves, no sales en la foto”. Ahora más que nunca. Es un capital amasado con poder y miedo, en una hábil combinación de ambos. Liderazgo interno dentro del partido, que sólo se quebrará si Sánchez cae. Entonces Sánchez se acordará de la frase de Cesar cuando lo asesinaron: ¿Tu también Bruto? ¡Y no se puede imaginar el número de Brutos del PSOE que aparecerán en ese momento!
Lo que pasa es que a Sánchez no le importa ni la estabilidad de su gobierno, ni la de España
Su capital dentro del gobierno es parecido: basado en el poder y el miedo. Sumar no se puede ir porque Sánchez la ha convertido en nada. Todos los ministros dependen del hilo que él maneja. Cada mañana se despiertan de una pesadilla y respiran al ver que siguen en el puesto.
Pero el Gobierno está perdiendo su capital parlamentario. La última claudicación en su decreto ómnibus, que ya sólo es un “bus” social, lo demuestra. Las incógnitas sobre la aprobación de los presupuestos demuestran aún más su debilidad parlamentaria.
Su capital nacional disminuye. Hasta ahora se basa en una macroeconomía que mantiene silenciados a los analistas (¿asombrados?) y sedados a los ciudadanos; anestesiados por: los 100 millones de turistas; los fondos Next Generation; la capacidad imaginativa de la pyme española y los autónomos; la solvencia financiera de las grandes empresas; el consumo público desaforado; y un sistema tributario que asfixia a las clases medias y trabajadoras…
Por eso su estrategia está ligada a la economía. Una economía que le dará más bazas en otoño, una vez pasado el alegre verano del turismo. Entonces, según vengo anunciando, se verá claro que España volverá a crecer sobre el 3% del PIB, también este año. El paro seguirá alto, pero bajará un poco. Seguirá maquillado al no contar los fijos discontinuos inactivos, que habrán estado activos en verano.
Los Next Generatión entrando en el torrente circulatorio de las empresas dará alegría económica de momento. La empresa y los profesionales españoles seguirán vendiendo al exterior. Los efectos negativos de las políticas de Trump se notarán más en otros países europeos y llegarán a España con un cierto retraso. El invierno puede ser el inicio del declive.
Lo que desaparece a gran velocidad es el capital internacional de Sánchez. Ha dejado de ser el español joven, guapo, que habla inglés y encandila a sus interlocutores. Las líneas del desarrollo político mundiales van en dirección contraria a la suya. Por tanto, necesita tiempo para “colocarse internacionalmente” - que lo quiere-. Ya es presidente de la Internacional Socialista, sobre la que recaen “sospechas maduras de financiación” pero no es suficiente. Tiene que recomponer su figura.
Los efectos negativos de las políticas de Trump se notarán más en otros países europeos y llegarán a España con un cierto retraso
Por tanto, con el capital político en declive a nivel internacional y nacional, sólo le queda su capital dentro de su propio partido y el gobierno. Ambos basados en el poder y el miedo. Poder y miedo que sólo mantiene si sigue de presidente.
En resumen, puede que el director tenga razón y le convenga disolver en primavera ¿Lo sabe Sánchez?
Esa es la incógnita. Sigo apostando por una fecha más allá de otoño o en el 2026.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.