
Inteligencia artificial
La electrificación, la clave para alcanzar el 'net zero', y la IA para acelerar la transición
El panorama energético está experimentando una transformación profunda. La necesidad urgente de descarbonizar y la búsqueda constante de eficiencia energética han impulsado un movimiento global hacia un futuro más sostenible. Para lograrlo, la clave está en la electrificación, la digitalización y la automatización. Pero, sobre todo, es la creatividad humana la que realmente impulsará esta transformación y dará forma a un futuro más brillante para todos.
¿Qué pasaría si pudiéramos electrificar el mundo reduciendo drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero? ¿Y si la inteligencia artificial (IA) pudiera optimizar el uso de la energía y convertirse en un aliado clave en la lucha contra el cambio climático?
¿Podrían los centros de datos que alimentan la IA y nuestras vidas digitales funcionar sin dejar una enorme huella de carbono? Estas no son cuestiones hipotéticas, sino preguntas que exigen respuestas urgentes. No podemos darnos el lujo de perder tiempo apostando con el futuro del planeta.
Solo si apostamos por la innovación, la electrificación y la circularidad, e invertimos en soluciones energéticas limpias, lograremos mitigar el cambio climático.
La electricidad es la forma de energía más eficiente y versátil, y está en el centro de nuestra visión. Al electrificar sectores, industrias y comunidades, podemos reducir significativamente las emisiones. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la electrificación podría representar hasta el 60 % de la reducción total de emisiones necesarias para alcanzar el net zero en 2050.
Las tecnologías digitales, como el Internet de las cosas (IoT) y la IA, están revolucionando el sector energético al igual que han transformado nuestra manera de vivir y trabajar.
Estas herramientas permiten optimizar el consumo, modernizar las redes eléctricas y facilitar la integración de energías renovables. La IA es capaz de analizar enormes volúmenes de datos para identificar patrones que serían imposibles de detectar manualmente, lo que se traduce en decisiones más inteligentes y prácticas empresariales más sostenibles.
Las empresas energéticas pueden aprovechar esta revolución recopilando y analizando datos a lo largo de toda su cadena de valor. Se estima que la IA impulsará un crecimiento del 14% en la economía global de aquí a 2030, gracias a mejoras en la productividad y en los productos, alcanzando un valor de mercado de 1,3 billones de dólares en 2032.
El reto de los centros de datos
Sin embargo, la revolución de la IA presenta una paradoja: la misma tecnología que nos ayuda a optimizar el uso de la energía está impulsando una demanda sin precedentes de centros de datos, que son altamente intensivos en consumo energético. El desafío es hacer que esta expansión sea sostenible.
Los centros de datos tradicionales no fueron diseñados para manejar las enormes cargas de trabajo que la IA requiere hoy en día. La mayor actividad de los algoritmos de IA eleva drásticamente la demanda de electricidad y somete a los sistemas de refrigeración a una presión extrema. Para abordar este problema, han surgido nuevas tecnologías de enfriamiento avanzadas, como la refrigeración directa al chip o la inmersión en líquidos especiales.
Las innovaciones en el sector energético, impulsadas por las últimas tecnologías, están permitiendo a empresas y comunidades optimizar su consumo.
No obstante, estas soluciones no son suficientes por sí solas. Actualmente, los centros de datos representan entre el 1,5% y el 2 % del consumo global de electricidad, y se estima que esta cifra podría duplicarse para 2030 si no se implementan medidas de eficiencia energética.
Para reducir el impacto ambiental, es fundamental desacoplar el crecimiento de los centros de datos del aumento del consumo energético.
Esto puede lograrse mediante un enfoque integral que incluya la optimización del uso de la energía, el aprovechamiento de fuentes renovables y el diseño de instalaciones eficientes desde el inicio. También es clave modernizar los centros de datos existentes y ubicarlos estratégicamente en regiones con abundancia de energía renovable.
A medida que tecnologías emergentes como la computación cuántica comiencen a ganar terreno, será esencial diseñar infraestructuras modulares y escalables que prioricen la eficiencia energética y minimicen su impacto ambiental.
El factor humano
Pero demos un paso atrás. Aunque la tecnología es una herramienta poderosa, es la creatividad y el conocimiento humano lo que realmente impulsa la innovación.
La verdadera aportación de la IA se materializa cuando la tecnología se combina con la experiencia humana.
¿Y si la inteligencia artificial (IA) pudiera optimizar el uso de la energía y convertirse en un aliado clave?
Para que la IA sea realmente efectiva, no basta con tener datos y modelos avanzados: es fundamental aplicarla de manera responsable y alineada con objetivos de negocio y bienestar social. La experiencia en cada sector es clave para desarrollar modelos de IA eficaces, asegurando que los algoritmos sean éticos, imparciales y comprensibles.
A medida que avanzan la IA y la automatización, surgen también dilemas éticos que no pueden ser ignorados. Es nuestra responsabilidad garantizar que estas tecnologías se utilicen con principios éticos sólidos y con el bienestar humano en el centro. Solo así podremos aprovechar su potencial y contribuir a un futuro más sostenible.
La economía circular
Entonces, ¿cómo podemos proteger nuestro planeta y garantizar un futuro sostenible? Una de las respuestas es la economía circular, un modelo basado en la reutilización y regeneración de recursos. La circularidad ofrece beneficios tanto ambientales como económicos. En la actualidad, el 45% de las emisiones globales están vinculadas a la producción y el consumo de bienes, y nuestro ritmo de extracción de recursos es insostenible. La transformación hacia un sistema circular es clave para mantener los materiales en uso y reducir el desperdicio de energía.
Para que este modelo sea viable, es esencial garantizar un acceso confiable a la energía para todos. Se estima que las iniciativas de acceso a la energía han mejorado las condiciones de vida de millones de personas en todo el mundo, y la meta es ampliar su alcance en los próximos años mediante soluciones sostenibles.
Se estima que la IA impulsará un crecimiento del 14% en la economía global de aquí a 2030.
Las innovaciones en el sector energético, impulsadas por las últimas tecnologías, están permitiendo a empresas y comunidades optimizar su consumo, reducir sus emisiones de carbono y mejorar su eficiencia operativa. Al combinar la tecnología con el conocimiento humano, se puede desbloquear el verdadero potencial de la transformación digital y acelerar la transición hacia un futuro sostenible.
Si queremos alcanzar un mundo con cero emisiones netas, debemos actuar tanto en el lado de la oferta como en el de la demanda energética. Electrificar nuestras economías y optimizar el consumo de energía nos permitirá reducir significativamente las emisiones globales. Para ello, es imprescindible avanzar hacia fuentes de energía renovable, electrificar el transporte y la industria, e implementar prácticas de eficiencia energética.
Solo si apostamos por la innovación, la electrificación y la circularidad, e invertimos en soluciones energéticas limpias, lograremos mitigar el cambio climático y garantizar un futuro mejor para las próximas generaciones.
(El artículo original se publicó en la web del WEF, World Economic Forum)
*** Olivier Blum, Chief Executive Officer, Schneider Electric