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Opinión La máquina invisible

2025: ¿El año de la "simplicidad"?

María Millán
Publicada

El sector de la comunicación y la publicidad global vive de identificar tendencias sociales relevantes para acuñarlas a favor de las marcas.

Por eso, año tras año, los cuatro mayores grupos de comunicación globales (WPP, Omnicom, Publicis, Dentsu) invierten en estudios de investigación con muestras que superan las 100,000 personas, y que sacan una "foto" bastante fiable de lo que nos moviliza física, mental y emocionalmente; de cómo entendemos el "mundo" y nuestras vidas.

En 2025, todos los estudios realizados coinciden en que —tras haber asumido que vivimos y viviremos en una "permacrisis"— muchos deseamos enfocarnos en los aspectos esenciales de nuestras vidas en los que podemos influir directamente; aquellos que, según los sabios, son los que proporcionan la felicidad.

La fórmula es la siguiente: simplificar nuestras aspiraciones nos facilita el acceso a la felicidad. En términos prácticos y literales, esto implica invertir nuestro dinero con mayor pragmatismo y moderación, con la mirada puesta en el medio plazo. Y dedicar más tiempo y de mayor calidad a crear y nutrir nuestras relaciones con nuestro entorno inmediato, entre generaciones y entre poblaciones; usando la tecnología a nuestro favor, con optimismo cauteloso.

Al parecer, simplificar y mantenerse centrado y positivo es clave para navegar el 2025 de manera satisfactoria y "feliz".

La fórmula es la siguiente: simplificar nuestras aspiraciones nos facilita el acceso a la felicidad

En línea con esta tendencia, el pasado sábado, paseando por un par de librerías, me topé con los libros más vendidos. Varios de ellos apuntan en este sentido, resuenan con la necesidad de recogimiento y vuelta a lo esencial, propios de los tiempos de guerra.

Y, por supuesto, como era de esperar, también entre los títulos más vendidos hay un par de libros de autoayuda que hacen caja aprovechando —directamente— este anhelo de simplificación esencial.

Se trata de libros compuestos a base de fórmulas, redactados con ayuda intensa de ChatGPT, Claude o algún otro LLM equivalente; que se leen en diagonal y se comparten en redes sociales.

Productos genéricos, refritos de lugares comunes y de subtítulos sonoros, que permiten comercializar la tendencia.

"Top ventas" que pretenden cubrir el mismo propósito que el magistral Marco Aurelio (Siglo II) con sus Meditaciones; quien, con palabras y frases sencillas, y en escasas páginas, todavía hoy, nos quita el aliento.

Productos genéricos, refritos de lugares comunes y de subtítulos sonoros, que permiten comercializar la tendencia

Reconozcamos que, en estas fórmulas, la frontera entre lo simple y lo simplón empieza a ser grotesca.

El caso es que, cuando una "fórmula" de vida no nos funciona para encontrar nuestro sentido vital y oímos que la solución es otra "fórmula", debería saltarnos la alarma.

Lo "simple" —y cualitativamente esencial— es, en realidad, el último grado de sofisticación. Es lo que nos queda, lo que resuena, después de habernos abierto, de haber explorado, de habernos comprometido, de haber sufrido, de haber crecido.

Al volver de mi paseo por las tiendas de libros, pasé delante de una tienda de tatuajes. La iluminación contundente del local azuzó mi curiosidad y me acerqué a leer el menú de tatuajes, expuesto como los menús de los restaurantes en cualquier calle de turismo masivo. La oferta de lo que "llevar sobre tu piel el resto de tu vida" —lejos de ser simple— incluía ejemplos de frases, con tipografías varias.

Al ver este menú, me fue imposible no pensar en los motivos más vendidos, en las fórmulas de mayor éxito. Y plantearme: ¿Qué pasa cuando un cliente pide que le tatúen "original" en el brazo? ¿Son todos los que llevan ese mismo motivo "originales"? ¿Es suficiente consumir un tatuaje o una idea para hacerla parte de nosotros?

Mucho me temo que no. A veces, lo que pretende ser un atajo resulta ser un desvío que demora la llegada a nuestras metas. Las fórmulas no contienen la respuesta. Y vivir a base de fórmulas tiene sus consecuencias, sus pérdidas colaterales.

De hecho, pensándolo bien, este artículo no tiene cierre.