En ese rincón de Madrid que ha sido testigo de casi todo lo importante que ha sucedido en la España moderna, desde el motín de Esquilache o el levantamiento del 2 de mayo de 1808 hasta la proclamación de la Segunda República, un rey ha sido bajado de su pedestal. Ha ocurrido este jueves en la Puerta del Sol, pero no porque Carlos III haya perdido repentinamente, tras la publicación de un nuevo estudio, el título de "mejor alcalde de Madrid", ni porque se haya convertido en otra víctima más de ese movimiento social que viene derribando monumentos como protesta política.
La estatua ecuestre del monarca que limpió y ordenó la ciudad, abrió alcantarillas, puso farolas y la adornó con una serie de emblemáticos edificios está siendo trasladada como parte del proyecto de reforma de la Puerta del Sol. Nadie la quiere esconder en un almacén —como la última efigie de Franco—. Su nueva ubicación será el centro de un estanque a unos 80 metros de su emplazamiento actual, más cerca de La Mallorquina y del arranque de la calle Arenal. Según los diseños publicados por el Ayuntamiento, Carlos III seguirá estando a lomos de su caballo, pero ahora observando los neones de Tío Pepe y dando la espalda precisamente a uno de sus legados arquitectónicos más representativos: la Casa de Correos, hoy sede de la Comunidad de Madrid.
Este jueves, el equipo de profesionales de la UTE Madrid Centro Azvi-Licuas, dirigido por el arqueólogo y conservador Miguel Ángel López Marcos, ha completado la primera fase de un proyecto aprobado por la Dirección General de Patrimonio. La estatua de bronce de 2.800 kilos, que representa al soberano vestido de gala con casaca, con el collar del Toisón de Oro y sosteniendo con la mano derecha la bengala del rey, ha saltado del pedestal de granito que la sostiene, donde está inscrita la historia de su reinado y las obras civiles y personajes relevantes del mismo. "Ha sido complicado de narices, aunque todo ha ido según lo previsto", confiesa a este periódico el también restaurador.
La primera actuación ha consistido en colocar en torno al pedestal una serie de eslingas de diez toneladas para evitar desplazamientos laterales. La estatua, durante su instalación, se fijó al bloque de piedra con cuatro pernos de acero inoxidable recibidos con resina. "Eso hace que sea un anclaje muy sólido para que el bronce, que está hueco y no ofrecería resistencia ante un temporal, no se mueva", explica López Marcos. Acceder a esas piezas fijadoras de acero inoxidable ha sido una de las mayores dificultades. "Al final hemos logrado acuñar un poquito el lateral y por ahí hemos metido la sierra para cortar los pernos", detalla.
El otro momento de complejidad se ha registrado a la hora de bajar la estatua con ayuda de una grúa, aunque el desenlace ha sido una improvisada ovación de los curiosos que contemplaban la operación. "Hemos tenido que jugar con pesos que no se pueden calcular al 100%, sin saber bien dónde estaba el centro de gravedad", dice el arqueólogo. Por ejemplo, la estructura pesa más en la cola, seguramente porque el bronce ahí es macizo. Una vez en el suelo, se ha protegido con material geotextil. La figura se ha dejado momentáneamente al lado de su base para protegerla con una caja. En los próximos días se volverá a levantar para colocarle nuevos pernos de acero inoxidable.
Segunda fase
No obstante, el traslado del pedestal, que pesa 80 toneladas y está fijado a una losa de hormigón, va a ser lo realmente complicado. López Marcos y su equipo están preparando una jaula metálica, similar a la que emplearon para trasladar los últimos muros del cuartel de San Gil durante las obras de remodelación de la Plaza de España y sus alrededores, y después cortarán el bloque de piedra con hilo de diamante. "Luego lo moveremos con rodillos, a la egipcia, unos tres o cuatro metros, para poder cargarlo en una góndola y llevarlo hasta el estanque", avanza.
Miguel Ángel López Marcos lleva dos décadas trabajando en Egipto como responsable de la reconstrucción de la estatuaria colosal en el templo funerario de Amenhotep III, uno de los gobernantes de la Dinastía XVIII. Ha realizado más de una decena de reconstrucciones y traslados de colosos, como los célebres de Memnón, de hasta 300 toneladas de peso. Incluso ha tenido que rescatar a algunas de estas gigantescas esculturas de más de 3.000 años de antigüedad del fondo pantanoso del río Nilo.
La mudanza de la estatua ecuestre de Carlos III todavía tardará unas semanas. López Marcos calcula unos 10-15 días para terminar la jaula. Pero tampoco está hecha la cimentación del estanque. "Los manuales dicen que el hormigón tiene que estar secándose 28 días. Son operaciones muy complicadas", subraya. Cuando esté todo preparado, el pedestal será trasladado a su nueva ubicación de noche y siguiendo un camino concreto por la plaza, por las zonas donde el suelo está reforzado y no presenta oquedades debido a la estación de metro, por motivos de seguridad. El alcalde José Luis Martínez-Almeida ha confirmado este jueves que las obras no estarán terminadas para la fecha que habían anunciado, el próximo 3 de abril, y que no va a haber "inauguración como tal" al empezar ya el periodo electoral.
Más sencillo se presagia el traslado del otro icónico monumento de la Puerta del Sol, el del Oso y el Madroño, de 20 toneladas. "Teníamos un problema con la losa de cimentación, que dejaba muy poco espacio para meter un gato hidráulico, pero ya hemos encontrado un camino y lo estamos preparando todo para moverlo", anuncia López Marcos.
La historia de la estatua
Se trata de una reproducción de la estatua de Carlos III, atribuida a Juan Pascual de Mena, de 1780, que se encuentra en la Academia de Bellas de San Fernando. Fue realizada por los escultores Eduardo Zancada y Miguel Ángel Rodríguez, quienes modificaron las dimensiones del caballo y el rostro del rey, basándose en retratos de Goya y Mengs.
En 1993, el Ayuntamiento pidió a los madrileños su opinión para elegir el lugar donde instalarla. El 40% votó por la Puerta del Sol, que se impuso a la Puerta de Alcalá. En su interior guarda un microfilm con mensajes de los ciudadanos. La inauguración tuvo lugar el 16 de diciembre de 1994.
Apodado como "el mejor alcalde de Madrid", Carlos III patrocinó el Observatorio Astronómico, el Salón del Prado con las fuentes de Cibeles y Neptuno, la Puerta de Alcalá, el teatro del Príncipe... y durante su reinado se construyeron además el Museo de Ciencias, la Academia de San Fernando, la real basílica de San Francisco el Grande o la mencionada Casa de Correos.
El Borbón también impulsó el alumbrado, unas nuevas pavimentaciones, la mejora del servicio de limpiezas, el cuerpo de serenos... Abrió parte de los jardines del Buen Retiro al público, importó de Italia la lotería, los belenes y los carnavales, prohibió las corridas de toros y promovió la mayor parte de las instituciones de estudio y reales academias que aún siguen en funcionamiento.