Si una persona recorre a pie la calle Mayor y su aledaña calle Toledo se cruzará en 12 minutos más de una decena de comercios únicos. La mayoría de ellos no destaca por su apariencia. Son negocios de los de toda la vida, de los que cuelgan un papel en el escaparate para avisar de los horarios de apertura o de las últimas ofertas. La Real Botica de la Reina, Almacenes El Botijo, Casa Ciriaco, Calzados Lobo... Todos ellos sobreviven tras más de un siglo de historia.
El Ayuntamiento de Madrid publicó en 2018 una lista con los comercios que, aquel año, seguían abiertos después de 100 o más años de actividad. En aquella relación de nombres, dos calles destacaron por concentrar más establecimientos centenarios que ninguna otra en la capital: Mayor y Toledo, con siete negocios históricos cada una. Ambas están conectadas por la Plaza Mayor, formando una especie de 'T' sobre el plano de la ciudad.
Esta peculiar ruta comercial por el corazón de Madrid arranca en el número 2 de la calle Mayor, en el inconfundible local de La Mallorquina, uno de los símbolos de la Puerta del Sol.
Calle Mayor
Durante mucho tiempo, por la calle Mayor pasaron comitivas reales, carruajes y desfiles. En ella, según recuerda Andrés Trapiello en su obra 'Madrid', se encontraban los palacios de aquellos grandes títulos que servían al rey. Entre los edificios históricos de la vieja vía, destacan el de la Capitanía General y sede del Consejo de Estado o el de la sede del Instituto Italiano de Cultura, antiguo palacio de los duques de Abrantes. Aquí se levantó también la Casa de la Villa, en la Plaza de la Villa, uno de los principales núcleos del Madrid medieval y sede de la Alcaldía hasta 2007.
Fundada en 1894, La Mallorquina se ha ganado un hueco como atracción turística en la capital gracias a sus ensaimadas, las napolitanas de chocolate y crema y su papel rosado para envolver. Antes de aterrizar en la calle Mayor, pasó por Jacomatrezo, junto a la Gran Vía.
El más antiguo de los siete comercios centenarios de la calle Mayor es la Real Botica de la Reina Madre, fundada en 1578 y conocida popularmente con este nombre porque la Reina regente María Cristina encargaba en ella sus medicinas. Muy cerca se encuentran otras dos farmacias históricas: la del Agua (número 44) y la farmacia Mayor (número 13), ambas inauguradas en el siglo XIX.
En el número 10 se instaló la confitería El Riojano. Su origen se remonta al año 1855. Su obrador sigue el calendario tradicional de Madrid: Roscones de Reyes, panecillos de San Antón, rosquillas tontas y listas, azucarillos de San Isidro, etcétera. Otro de los establecimientos que sobrevive después de décadas y décadas de historia es Celada, un establecimiento especializado en galones y condecoraciones civiles y militares.
El mítico restaurante Casa Ciriaco también está incluido en la lista que el Ayuntamiento publicó hace cinco años. Situado en el número 84 de la calle Mayor, sus cuadros, carteles y fotografías recuerdan a sus clientes más famosos, como Ortega y Gasset o Alfonso XIII. Uno de sus platos más tradicionales es la pepitoria de gallina.
Calle Toledo
Una de las escalinatas de la Plaza Mayor desemboca en la calle Toledo, donde enseguida nos encontramos Casa Hernaz (número 18), una tienda que lleva más de un siglo y medio vendiendo las alpargatas de Castañer. No es el único negocio histórico que trabaja este tipo de calzado: Casa Vega hace lo propio en su establecimiento del número 57.
Calzados Lobo (30) también está considerado como un referente en alpargatas, aunque también comercializan manoletinas, ibicencas, botos camperos o sevillanas. Por último, en Calzados Carballo (38), conocido en su día por ser proveedor de uniformes de la Guardia Civil, los clientes también encontrarán una oferta de alpargatas y zapatos para pies delicados.
Entre los negocios centenarios de la calle Toledo, no sólo encontramos zapaterías. A la altura del número 35 se encuentra la droguería y perfumería El Botijo. Su origen data de 1754, aunque el aspecto del interior del local poco se parece hoy al de sus primeros años de vida. En un pequeño escaparate del número 43 se aloja la Cerería Víctor Ortega, donde se venden velas de varios tamaños y colores. No podía faltar en esta lista una farmacia, La Paloma, fundada en 1895.