El Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid ha aprobado este miércoles declarar como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Sitio Industrial, la Central Térmica de la Ciudad Universitaria, ubicada en la capital.
Destaca entre las construcciones de la arquitectura racionalista de vanguardia erigidas en la zona antes de la Guerra Civil, pionera, además, en el uso del sistema de calefacción central.
Obra del arquitecto Manuel Sánchez Arcas y del ingeniero Eduardo Torroja, recibió el Premio Nacional de Arquitectura en 1932. Formaba parte del proyecto de la Ciudad Universitaria y comenzó a llevarse a cabo en la década de 1920 con el impulso del rey Alfonso XIII.
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El inmueble sigue desempeñando la misma función para la que fue proyectado, albergar las instalaciones encargadas de suministrar calefacción a las diversas edificaciones del complejo universitario. Representó un gran avance industrial en su momento, con planteamientos totalmente avanzados y distintos a los que se desarrollaban en Europa. Se utilizaron como modelo la Power House de Harvard y la Heating Plant de Berkeley, en Estados Unidos.
Se trata de una de las muestras arquitectónicas más innovadoras del conjunto universitario, que se caracteriza por sus volúmenes sencillos y simples, ausencia de ornamento, funcionalidad, ventanas alargadas, cubierta plana o separación de los edificios respecto al viario. Su exterior está revestido de ladrillo y tiene cubierta plana, con ventanales en bandas horizontales y verticales. Posteriormente, la instalación fue ampliada por Alfonso García Gordillo, en 1975.
Durante la guerra civil, sufrió grandes daños. Cuando finalizó la contienda, Torroja se encargó de su reconstrucción, siguiendo los planos originales para que quedara tal y como había sido proyectada inicialmente. La obra fue inaugurada de nuevo el 12 de octubre de 1943.
A lo largo de su trayectoria, la fuente de calor fue cambiando del carbón al gasóleo y desde 1975 al gas natural, que sigue siendo utilizado actualmente.
La Central acabó representando el escaparate del movimiento moderno en España por el uso de la geometría simple, nuevas tecnologías constructivas y nuevos materiales como el acero o el hormigón, el empleo del color y el detalle constructivo en lugar de la decoración sobrepuesta y la unión básica de la concepción arquitectónica y la producción industrial.