Más parados, peores rentas, chavales que faltan al colegio... Pan Bendito acumula todos estos problemas. Este barrio de Carabanchel es uno de los más desfavorecidos de Madrid y el Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida es consciente de su situación. También sabe que la convivencia en el vecindario no es la normal y que está condicionada por las "desavenencias" de sus residentes. Por eso, Cibeles prepara un programa para evitar conflictos en el barrio y fomentar el respeto entre sus ciudadanos. Se gastará casi 220.000 euros en el contrato. Hasta 800.000 si decide prorrogarlo tres años más.
Así consta en la documentación de la licitación pública que abrió en mayo la Junta de Carabanchel y que, a día de hoy, sigue tramitándose. La entidad externa que gane el concurso ejecutará el programa entre 2024 y 2025. La iniciativa se enmarca dentro de un Plan Integral de Barrio y está dirigida a todos los residentes de Pan Bendito, que ni siquiera es un barrio administrativo. De hecho, este núcleo residencial de más de 10.000 habitantes ocupa parte de los barrios de Abrantes y Puerta Bonita, al sureste del distrito.
El objetivo, en definitiva, es mejorar la calidad de vida de Pan Bendito. En la memoria de la licitación se describen las principales características de su población. Eso sí, varias cifras, como la del índice de paro, la de la renta o la del peso de cada nacionalidad, son de 2018. Lo que está claro es que se trata de una de las zonas más vulnerables de la ciudad. Entre sus vecinos destacan, por ejemplo, los ciudadanos gitanos que llegaron por los realojos, así como un número importante de inmigrantes.
Pan Bendito es un producto de los realojos chabolistas. Carabanchel recibió a muchos inmigrantes españoles en los 60 y los 70 que se asentaron en núcleos de infraviviendas. El Instituto Nacional de la Vivienda promovió la urbanización actual de Pan Bendito en el último tramo del siglo XX. Ahí fueron a parar residentes de unas colonias provisionales que habían absorbido antes a la gente de las chabolas.
Además de las condiciones socioeconómicas, el Consistorio cree que la "complejidad de las relaciones interpersonales" ha generado intereses, necesidades y desavenencias que "influyen en la convivencia" de esta zona de bloques de pisos y grandes manzanas. Fuentes municipales aclaran que el contrato busca prevenir los conflictos generados entre personas de distintas nacionalidades y culturas. De lo que no se habla en la documentación publicada en el Portal de Contratación es de la delicada hemeroteca que persigue al vecindario.
"Ley del silencio"
Voces policiales consultadas indican a EL ESPAÑOL que se trata de un barrio "normal", con vecinos que apenas llaman a las autoridades, salvo cuando se registra alguna pelea. "Normalmente" -indican-, las intervenciones policiales están relacionadas con asuntos de convivencia entre latinos y no con la población gitana. Una buena parte de las detenciones en Carabanchel están relacionadas con la violencia de género y doméstica, apuntas las mismas fuentes.
A su vez, reconocen que Pan Bendito vive "al margen de la sociedad", con clanes delictivos asentados. "Ahí, impera la ley del silencio. No van a llamar a la Policía porque calcinen un coche o porque aparezca un vehículo que crean que es robado".
Un plan, dos proyectos
Volviendo al plan de la Junta de Carabanchel, el contrato ordena a la futura adjudicataria a llevar a cabo dos proyectos: "prevenir los conflictos en diferentes espacios del barrio" y realizar un programa de actividades para favorecer "actitudes de respeto y compromiso ciudadano". Será el Ayuntamiento quien facilite las instalaciones necesarias en el barrio. Aunque también se utilizarán plazas o parques de Pan Bendito e incluso se organizarán actividades culturales y sociales en otros puntos de la ciudad.
Con el primer proyecto se pretende cultivar una convivencia "armoniosa", independientemente del origen, del género, la religión, la condición sexual o la ideología de cada uno. Que las distintas culturas, precisamente, enriquezcan al barrio. Que se busquen puntos comunes. Que no haya racismo. Los trabajadores de este proyecto apoyarán, a su vez, a los profesionales de los servicios sociales. También facilitarán el acceso de los extranjeros a recursos públicos y privados sociales, educativos y sanitarios.
En cualquier caso, en este punto sobre la prevención de conflictos también se marcan actuaciones más concretas. Entre ellas, destaca la de analizar la situación de partida sobre las causas que "erosionan la convivencia" o la de realizar talleres en los centros educativos con los más jóvenes. Otras medidas para prevenir conflictos en centros escolares consistirán en hacer un diagnóstico (siempre con autorización de las escuelas) de la comunidad educativa de turno o la de concienciar sobre el uso de las redes sociales.
En cuanto a las actuaciones en plena calle, se propone mapear las zonas y espacios que generan "desacuerdo en el uso del espacio público" para ofrecer alternativas de uso a los implicados. Estos trabajadores también mediarán en las disputas vecinales para que se resuelva de forma pacífica.
Sin embargo, el servicio no intervendrá en episodios graves de violencia, con armas o drogas de por medio, o cuando se esté ante posibles casos de abuso sexual, bullying o algún delito.
Su labor pasará, además, por identificar a los menores y adolescentes que pasen mucho tiempo en la calle para ofrecerles alternativas saludables. Otra tarea encomendada será la de acompañar y conectar a la población con los recursos institucionales y ayudarles con las gestiones administrativas.
El segundo proyecto busca estrechar lazos entre los residentes. La entidad contratada favorecerá el asociacionismo y la conciencia de pertenencia al barrio. Educará y entrenará en habilidades sociales a los participantes. Motivará a los vecinos a mirar más allá de Pan Bendito y a explorar recursos y realidades culturales ajenas a su entorno. Montará talleres de música, teatro, baile o arte urbano. Organizarán eventos para conmemorar días especiales y fijará encuentros comunitarios para hablar y discutir y abordar las prioridades de Pan Bendito.