El recurso ante los tribunales de Isabel Díaz Ayuso se ha convertido en un plan a medio plazo. El Gobierno de la Comunidad de Madrid no buscará la suspensión cautelarísima del cierre de la capital. De ahí que el efecto jurídico que pueda tener su acción no vaya a desmantelar en ningún caso la orden dada por el ministro de Sanidad, Salvador Illa.
Una vez conocido el desacuerdo de Ayuso con el amurallamiento de Madrid y algunas otras localidades de la región, el Ejecutivo de la Comunidad especuló con pedir la conocida como cautelarísima y lograr así que la Justicia suspendiera provisionalmente -y hasta que haya una resolución- el plan del Gobierno central. Esa opción, a tenor de las fuentes consultadas por este diario, se ha descartado.
Por tanto, el recurso de Ayuso ante la Audiencia Nacional no impedirá el cierre de Madrid. Es más: dado el ritmo habitual de los procesos -unos diez días-, puede que se resuelva cuando Illa ya haya decretado la reapertura de la ciudad.
Se trata, en definitiva, de un episodio más de la guerra política. En caso de ganar, lo único que podrá vender Ayuso al electorado será que Sánchez "estaba equivocado". Y viceversa.
Esa sensación también impregna el propio Gobierno de la Comunidad: el vicepresidente Aguado no comparte el postulado de su compañera y desaconseja recorrer el sendero de la Justicia. Lo ha dicho incluso en público: "Desde Ciudadanos llevamos meses pidiendo unos criterios claros y únicos en toda España para hacer frente a la pandemia. El Gobierno ha llegado tarde, pero al fin reconoce que es la única salida. Ahora toca colaborar más y pelearnos menos en ruedas de prensa o tribunales".
Cuando Ayuso amagó con solicitar la cautelarísima, sus opositores comenzaron a hablar de la "insumisión" de Madrid y trazaron un paralelismo entre ella y los líderes separatistas. Ella respondió: "Este gobierno no está en rebeldía. No somos como sus socios. Acataremos la ley". En ese instante, quedó despejada la "x" de la incógnita. La capital quedará cerrada este viernes a medianoche.
Las dos guerras
Isabel Díaz Ayuso mantiene un fuego cruzado dentro y fuera del palacio de la Puerta del Sol. Por un lado, combate con Pedro Sánchez en torno a la gestión de la pandemia. La presidenta de la Comunidad no quería decretar el cierre de Madrid. Ahí quedan las ruedas de prensa solapadas y las estocadas sin medias tintas en toda comparecencia o entrevista.
Por el otro, mantiene una guerra soterrada con su vicepresidente, Ignacio Aguado. El enfrentamiento entre sus equipos de comunicación es patente desde hace meses. También hace tiempo que traslució que la relación entre los dos mandatarios no es buena.
Fuentes del PP, en conversación con este periódico, definen a Aguado como un hombre "en busca del poder capaz de cualquier cosa con tal de conseguir su foto". Distintos líderes de Ciuadanos, en cambio, describen a Ayuso como alguien que "ha elegido la confrontación como camino político para embrillecer su carrera".
La falta de entendimiento empieza en la cúspide del Ejecutivo madrileño, pero recorre las consejerías, la Asamblea y los gabinetes. Nada que ver, por ejemplo, con lo que sucede en Andalucía, Castilla y León o el Ayuntamiento de la capital.
El último episodio comenzó este miércoles, cuando Ignacio Aguado, tras reunirse con el Gobierno central, celebró "un principio de acuerdo" para luchar contra el virus. Acto seguido, Ayuso lo negó y reanudó la guerra con Sánchez.
¿Por qué esa diferencia de posturas en el seno de un mismo Gobierno? En el PP reiteran que Aguado "vendió algo que no existía" para "potenciar su imagen". En Ciudadanos niegan la mayor y lo achacan a la "estrategia de confrontación" de Ayuso.