Cuenta Gustavo Martín, alcalde de La Acebeda, que todos los días revisa si se han publicado nuevas subvenciones a las que pueda aspirar su pueblo, el más pequeño de la Comunidad de Madrid. Es él quien lidia con la burocracia, el papeleo y los plazos porque no cuenta en su equipo con un abogado que le "traduzca" las leyes. Pero Martín tiene claro que no le queda otra: "Sobrevivimos por las ayudas". Y valora con crudeza el futuro de su pequeño municipio: "Si no se hace nada desde el Ayuntamiento, la Comunidad, el Gobierno de España y Europa, desapareceremos en una generación".
La Acebeda está enclavada en el extremo norte de la región, arrinconada junto a otros pueblos como Robregordo y Somosierra. Para llegar en coche desde la puerta del Sol hay que conducir 95 kilómetros por carretera. No muy lejos también se encuentran Navarredonda y San Mamés y Puebla de la Sierra. Estas cinco localidades no sólo tienen en común la ubicación, sino que también obtuvieron la mayor puntuación en un cálculo que hizo el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso para asignar las ayudas que entrega a los municipios en riesgo de despoblación.
Las subvenciones a este grupo de pueblos se enmarcan dentro del Plan 2023 de Reequilibrio Territorial y Lucha contra la Despoblación. Una de las dos áreas que aborda esta iniciativa reparte 1,5 millones de euros entre los 73 municipios con menos de 2.500 habitantes. Sirven, según la Comunidad, para "reforzar" la cooperación económica en las zonas que "estén experimentando un mayor riesgo de desaparición a medio o lago plazo".
Densidad, envejecimiento...
A la hora de designar estas subvenciones, la Comunidad utiliza "criterios" que la Unión Europea "considera de riesgo de población". Presta especial atención a zonas con una densidad de población inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado, "considerando la cifra de 8 habitantes por km2 como riesgo severo". También mira a aquellos municipios cuya población haya descendido de media al menos un 1% en 10 años.
Para poder calcular la cuantía de la ayuda que se asigna a cada pueblo pequeño en riesgo de desaparición, Madrid tiene en cuenta cuatro indicadores: número de habitantes, pérdida de población registrada entre 2012 y 2022, porcentaje de población envejecida y densidad de población. Cuanto más preocupantes son los datos, más puntos se suman a la calificación total y más dinero recibe el municipio en cuestión.
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Así, los municipios de Puebla de la Sierra (25 puntos), La Acebeda (24 puntos), Robregordo (23), Somosierra (23) y Navarredonda y San Mamés (22 puntos) lideran este particular listado. De todos ellos, destacar que ninguno llega a los 5 habitantes por metro cuadrado -superando con creces el límite de "riesgo severo"-. Robregordo y Somosierra son las únicas que han crecido en población en la última década.
Falta vivienda libre
Este diario ha conversado con los alcaldes de Puebla de la Sierra, la Acebeda y Somosierra. Todos coinciden en dos ideas: apenas tienen hueco para construir nuevas viviendas, lo que les impide crecer; y necesitan las subvenciones para mantenerse.
"Sin las ayudas, nos morimos", sentencia Alejandro Trillo, alcalde popular de Somosierra, situado en el extremo más al norte de la región y con 70 vecinos censados. Por eso, intenta agarrarse a las subvenciones que se les ponen a tiro, ya procedan de la Comunidad de Madrid o de los fondos europeos. Con este tipo de capital, Trillo ha programado el arreglo de la calle real de su pueblo, el de la ermita o el de la plaza de la Constitución.
En La Acebeda son 62 vecinos. Su alcalde, Gustavo Martín, llegó hace 15 años y entonces tenían la misma población. Hace 100 años -recuerda- vivían 350 habitantes en este lugar. La cifra fue menguando con el paso de las décadas. Lo cierto es que el INE refleja una población cercana a las 50 personas en los años 90 y que alcanzó en 2019 su mejor dato de los últimos lustros, con 84. Después, cayó hasta los 62 actuales. "De todos los que dijeron en 2020 [año del estallido de la pandemia] 'ya me puedo venir aquí por la fibra', ni uno solo...", apunta.
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Respecto a las cuentas del Ayuntamiento, el alcalde revela que recaudan 45.000 euros al año frente a los 525.000 euros de gasto presupuestados. De ahí que dedique buena parte de su tiempo laboral a atender a las opciones de optar a las "ayudas al empleo, agrarias, a las de mayores, para el reequilibrio o del Programa Regional de Inversión (PIR)".
A la pregunta de si cree que Puebla desaparecerá en el tiempo, su primer edil, el independiente Pedro Bautista Sánchez Núñez, dice que trabajará para que no sea así y que tal escenario no se dará a corto plazo. Aunque también exalta la importancia de las ayudas para sobrevivir y lamenta el "poco" terreno urbanizable disponible porque "complica" la llegada de nuevos vecinos.
"Es un mito"
Cabe recordar que en España el problema de la despoblación se relaciona normalmente a las dos Castillas, Extremadura, Aragón y La Rioja. ¿Existen realmente en la Comunidad de Madrid pueblos en peligro de extinción? Ángel Paniagua, geógrafo e investigador del CSIC, sostiene de forma contundente que no. "Lo de la despoblación en la Comunidad de Madrid es un mito porque no existe y nunca ha existido; nunca ha habido un pueblo en riesgo de que se quede despoblado", afirma.
El experto va más allá y asegura que en los municipios de la sierra norte se está produciendo un "proceso de cambio social" gracias a los ciudadanos que han huido de "forma permanente" a esta zona desde la pandemia motivados por el modelo híbrido de trabajo.
De hecho, destaca las "evoluciones modestas" de población en algunos de estos territorios, donde hay que tener en cuenta la carestía de la vivienda. "Todos [los municipios] tienen una tendencia a ganar población, dentro de valores modestos", recalca.
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Preguntado por los casos de Puebla de la Sierra, la Acebeda o Somosierra, Paniagua asegura que "últimamente" los ha visitado varias veces y "nunca" los he visto mejor. "Nunca van a desaparecer; tienen una población flotante (...) Son pueblos con casas rurales, tienen su pequeña población local, otra que ha llegado... La mayor parte de las casas están abiertas y restauradas", expone.
"Lo que hay que hacer es favorecer las actividades ganaderas", concluye. El investigador del CSIC también cree que el reto pasa por mantener el tipismo del caserío de la zona. "No puedes hacer ensanches de adosados. No se conseguiría nada y se deterioraría el entorno natural", añade.