Los bares y tabernas de Madrid son de los lugares icónicos de la capital. Centros de reunión, tanto para los parroquianos habituales como para los turistas de paso, la luz tenue y las polvorientas botellas que ya son parte de su decoración nos permiten saber que son locales con una gran historia.
No obstante, no hay taberna a la que puedas ir en Madrid con más historia que la Taberna Antonio Sánchez, que según el escritor e historiador Antonio Pasies, se fundó en 1787. Este histórico local sigue sirviendo su comida tradicional y sus bebidas en el número 13 de la calle Mesón de Paredes, en el madrileño barrio de Lavapiés. Y es que en sus 236 años de historia, nunca ha cambiado de ubicación.
La Taberna Antonio Sánchez recibió su nombre en 1884, por parte de su propietario del mismo nombre. El local empezó a hacerse conocido en esta época debido a la habitual clientela del local relacionada con el mundo taurino. La relación entre el lugar y el mundo del toro era tan estrecha que el hijo del dueño, Antonio Sánchez (hijo), fue torero durante unos años, hasta que las heridas de la profesión le obligaron a trabajar detrás de la barra del mismo establecimiento.
[La farmacia más antigua de Madrid que esconde un pasadizo secreto con el Palacio Real]
El lugar también fue espacio de reunión de numerosas reuniones de intelectuales de principios del siglo XX. Figuras como el escritor Antonio Díaz-Cañabate, el filólogo Ramón Menéndez Pidal o el pintor Ignacio Zuloaga eran habituales de estas quedadas en la taberna. De hecho, la última exposición en vida del artista se llevó a cabo en el mismo local.
La antigüedad del establecimiento no solo se refleja en su placa de local centenario que otorga en Ayuntamiento de Madrid, sino que también da para otras peculiares historias, como que la Taberna Antonio Sánchez estuvo al servicio de la Casa Real durante algunos años.
Al parecer, la hermana de Antonio Sánchez (hijo) hacía unas torrijas, elaboradas con una receta heredada de su madre, que gozaban de una gran popularidad. Tanto era así, que el propio Alfonso XIII era un gran fan del postre de la taberna y encargaba entre 200 y 300 torrijas diariamente para el palacio.
Avanzando a tiempos más cercanos, el local estuvo cerrado entre 1979 y 1982, hasta que la familia del actual propietario, Óscar Priego, adquirió el establecimiento ese mismo año y continuó la centenaria historia de la taberna.
Priego dirige el local desde 2011, cuando lo heredó de su padre, manteniendo un menú muy tradicional y castizo. En la Taberna Antonio Sánchez, los platos más populares son el rabo de toro, el cocido y los castizos callos, junto a su famoso postre, las torrijas.
De hecho, este dulce se sirve en cuaresma en una curiosa oferta. La torrija se acompaña con un vaso de vino de consagrar, cuya receta secreta solo se sabe que contiene mistela. El precio de la curiosa mezcla es de cinco euros y, según el dueño, "endulza el periodo de cuaresma".
En cuanto al coste de comer aquí, Priego asegura que "pese a la historia de la taberna no son elitistas, una buena comida está entre los 30-35 euros". Por otro lado, el menú del día suele costar unos 14 euros.
Un 'museo viviente'
Pese a que sigue siendo un local a pleno funcionamiento desde hace tanto tiempo, el paso de los años y las personalidades que se han sentado a sus mesas hacen que la Taberna Antonio Sánchez sea una especie de museo viviente.
La gran cantidad de recuerdos de otras épocas que llenan sus estanterías y paredes acompañan los platos y bebidas que sirven en la antigua taberna. Sentado entre las cabezas de las alternativas (nombre que recibe el primer toro que convierte a un novillero en torero) de dos toreros colgadas en las paredes, Priego muestra a El Español alguna de las curiosidades que alberga su local.
Entre las polvorientas botellas de más de 100 años que decoran las estanterías de la taberna, como en cualquier buen bar castizo, el dueño selecciona un vino de lo más curioso, ya que se vendía no como bebida alcohólica, sino como 'calmante vitaminado'. La etiqueta del recipiente no se queda atrás, en ella se puede leer como su vino "aumenta la fuerza, el heroísmo y la valentía".
Las cabezas de toro que adornan las paredes no son su única decoración. El resto de huecos están cubiertos con fotos, retratos, firmas y artículos sobre toreros que han visitado el local a lo largo de los años. La taberna tiene hasta frescos pintados en sus paredes donde se puede ver a los Antonio Sánchez antes mencionados que tanto han marcado la historia del lugar.
Además, en la parte subterránea del local se puede encontrar un antiguo almacén de vino lleno de grandes tinajas de vino. Ahí Priego narra una de las leyendas del local, 'el vino del francés'.
Cuenta la historia que durante la ocupación francesa, un soldado francés fue asesinado cerca del local y decidieron ocultar el cuerpo en una de las grandes tinajas de vino del local. Pasados los años, alguien decidió probar de esa tinaja sin saber que era la que ocultaba el cadáver, y ante los ojos de todos, afirmó que era "el mejor vino que había probado jamás".