El restaurante tiene nombre de abuela, de esas mujeres en cuyas cocinas hubieras querido exiliarte después de cualquier disgusto personal o profesional. Además, el local, de 1818, está ubicado en una de las zonas más bonitas de Madrid y con unas vistas únicas: la misma Plaza Mayor. Además, cuenta una cocina que respeta los sabores y matices de los buenos platos castizos de la gastronomía madrileña. Todos buenos ingredientes para triunfar.
"Jacinta es una propuesta gastronómica castiza en el corazón de la capital. Con recetas de toda la vida como los callos a la madrileña, el rabo de toro o las croquetas cremosas de jamón ibérico", explica Jaime García, segunda generación en regentar un local que lleva 20 años sirviendo mesas encima del empedrado y con voluntad de convertir su casa en un referente en la zona.
Lo difícil muchas veces en estos espacios tan turísticos es, precisamente, encontrar un restaurante donde se coma de vicio y se mantengan las recetas como toda la vida. Lo difícil para los restauradores de estas zonas es tener también a clientes vecinos de Madrid entre los habituales y no sólo extranjeros.
"Lo principal es elegir un buen producto y elaborar las recetas con mucho cariño. Queremos que tanto el público nacional como el extranjero tengan una buena experiencia gastronómica", insiste García.
En la carta de Jacinta podremos encontrar una oferta "tradicional, castiza, hecha en casa con mimo", como ellos mismos se definen, pero teniendo muy en cuenta que lo más importante en cualquier preparación es el producto, un elemento que lo puede diferenciar claramente de la competencia.
"Es primordial la selección de las mejores materias primas para elaborar todas nuestras recetas. Por otro lado, hemos actualizado la carta con productos de un gran nivel como el lomo bajo de vaca, el lenguado o las almejas a la marinera", aclara su propietario.
Entre los platos del recetario típico de Madrid que podemos pedir en este local y chuparnos los dedos están las gambas al ajillo, las croquetas cremosas de jamón ibérico o boletus; los callos a la madrileña, el rabo de toro o los huevos rotos, entre otros.
Pero, como ya hemos dicho, el problema en la Plaza Mayor es que no son muchos los madrileños que quieren disfrutar de comida madrileña en el espacio más madrileño de la capital. "Creo que los madrileños piensan que no hay una buena relación calidad precio en la Plaza Mayor. Esto hace que con las múltiples opciones que hay en la capital se dirijan a otros emplazamientos", explica Jaime García.
Una leyenda negra, dos más bien, que rompe Jacinta porque a su mesa se come bien y por un precio que no supera, de media, los 35 euros. Entre los platos más demandados: "para los españoles los callos y el rabo de toro, el extranjero prefiere opciones como los calamares, la tortilla española o el pulpo a la gallega", añade.
Por eso, García insiste en que hay que volver a conquistar a los autóctonos a base de buen producto y de una buena oferta porque es consciente de que Jacinta ya tiene uno de los mejores escenarios, histórico y artísticos de Madrid, para terminar de convencer al cliente.
"Lo primordial es tener una buena experiencia gastronómica. También es una gozada sentarte en la terraza en plena Plaza Mayor a comer y disfrutar de las vistas".
Además, el restaurante cuenta con una amplia selección de vinos nacionales, con referencias de primer nivel y donde se pueden encontrar tanto marcas más conocidas como vinos de autor. Y no sólo vino de sangría y poco más.
"Y por supuesto hay copas para la sobremesa o para después de cenar. Es un lujo poder relajarte disfrutando, por ejemplo, de una ginebra artesanal en la Plaza Mayor de Madrid como tenemos en Jacinta", sugiere Jaime García para completar la experiencia.