111 centímetros. Esto mide el cachopo más grande que te puedes comer en un restaurante de Madrid, casi más que la mesa donde se sirve.
La cachopería La Pomarada, en la calle de Conde Duque 3, puede presumir de tener una tabla de un metro y once centímetros en la que presenta esta carne asturiana a lo grande. Además, este restaurante está en el 'top 10' de bares que ponen tapa gratis en la capital.
"Aquí todo es XXL. El cachopo y los grupos que suelen venir, de hasta 35 personas", cuenta su actual propietario, Octavio Facello, mientras da a probar el famoso cachopo a Madrid Total y muestra el amplio restaurante asturiano. Tantos cachopos vende que se iguala al número de sidras al año: 9.000.
Este emblemático local en Ventura Rodríguez de "ambiente bullicioso" tiene una fiel parroquia que desde hace 25 años acudía para visitar a José Luis Menéndez y su esposa Margarita, los asturianos creadores de La Pomarada. "José te hacía sentir un cliente único. Ibas únicamente para que él te invitara a la tapa de alitas y te preguntara por tu familia", rememora Facello, de sus feligreses más fijos, que no faltaba a ver el partido de fútbol ni a tomarse el aperitivo.
En 2021, José se jubila y le encomienda a Octavio Facello que continúe con La Pomarada, respetando su espíritu de siempre. Este argentino de 49 años, que acaba aceptando, tenía una estrecha relación con los dueños porque era su proveedor de carne de cachopo a través de su carnicería Sagrada en el Mercado de Chamberí y en el de los Mostenses.
Desde su apertura, y a día de hoy, es un lugar de encuentro para una clase de gente muy variopinta: los clientes de toda la vida, artistas de los barrios vecinos, equipos de fútbol, grandes grupos de cumpleaños y despedidas de soltero y soltera... "Viene mucho turista japonés porque salimos en un programa tipo 'Madrileños por el mundo' versión Japón; estudiantes, ahora mayores con su familia, para rememorar los buenos momentos vividos cuando el bar estaba en Moncloa; y todavía hay gente que viene adrede desde Ciudad Lineal porque estuvo allí un tiempo", enumera Facello.
La nueva era de La Pomarada justo empezó con la Covid. Así que, como tantos, se digitalizaron y la gente desde entonces puede pedir que le lleven el cachopo a casa. "Enviamos unos 10 al día por delivery. 300 al mes", informa Facello.
Entre las novedades, llegó la del cachopo XXL; con sabores como jamón y cabrales, lacón y tetilla, bacon y queso o cecina y tetilla; y con toppings por encima con ingredientes como mozarella, burrata o aguacate.
111 centímetros de cachopo en una alargada tabla hecha a medida con patatas fritas y pimientos. La oferta estándar es de 25 euros por persona para grupos de seis personas.
A su vez, entre sus platos más demandados, están sus entrantes, que también pueden salir como tapa gratis con la bebida en la barra y el bar. Estos son los huevos rotos con jamón, cachopo, picadillo, las patatas paja con salsa de cabrales, el chorizo a la sidra y el cachopo de cerdo.
"Las dos tapas más demandadas son las salchipapas y las alitas de pollo con salsa barbacoa, que son un clásico de la casa", explica el cocinero asturiano del local, Marcelino Álvarez. También gustan mucho los croquetones del chef de jamón, queso de cabrales, calamares en su tinta y morcilla.
Por otro lado, es el único restaurante de Madrid que tiene el queso asturiano de untar al que han bautizado como 'vicio'. Entre los postres destaca el pudding croissant y la tarta de queso.
Además, es un restaurante de cuchara. Todos los días hay fabada asturiana y los miércoles, cocido.
Tiene un menú del día de 12 euros y los miércoles es buffet libre de cachopos, croquetones, huevos rotos y postre por 15 euros.
Por último, hacen fiestas originales como San Isidra, en la que se celebra el concurso 'Glotones de croquetas 2022', en el que el ganador se comió 30 croquetas de 70 gramos cada una.
A pesar de que llegó La Pomarada hace un cuarto de siglo a Madrid, hoy por hoy lo sigue frecuentando gente para contarle a los actuales propietarios con emoción y sonrisas sus flechazos con el local, la simpatía de sus anteriores dueños y el auténtico amor que le tienen a este trocito de Asturias.
"No lo podría cerrar. Seré un romántico y un tonto, pero mucha gente quiere este lugar y tengo ese compromiso", confirma Facello.