Un vigilante de seguridad custodia la puerta principal. Múltiples fotógrafos se agolpan en la entrada, rodeada de coches de alta gama aparcados sin mucho aprecio a las normas viales. Los cristales de la fachada del local están tintados de negro y es imposible distinguir qué personas hay en el interior. Todo parece indicar que nos encontramos en Rhudo, el nuevo proyecto gastronómico de los actores Miguel Ángel Silvestre y Álex González, el jugador de la selección española Marcos Llorente y el campeón mundial Antoine Griezmann.
La primera sensación una vez dentro no es la de estar en un restaurante. Por unos minutos nos olvidamos de que fuimos allí con la intención de comer. La música alta y la iluminación tenue recuerdan más a una discoteca. Bien es cierto que la filosofía de Rhudo tiene mucho de ese espíritu fiestero: "templo gastronómico durante el día" y "ambiente divertido y animado" durante la noche, tal y como ellos mismos se promocionan.
Esta idea de aunar en un mismo espacio lo 'gastro' y lo festivo no es ninguna novedad, aunque no abunda mucho en España. En países como México es bastante más frecuente, según nos cuenta una periodista que también ha acudido al restaurante. Es el caso, por ejemplo, de locales como los del grupo de restauración LA ÚNICA (que, por cierto, desembarcaron por primera vez en España hace 3 años con la apertura de un establecimiento en Madrid).
Así pues, en esta clase de espacios se pretende reunir todo lo que una persona puede desear cuando sale a pasar la noche: buena comida, buena bebida, buena música y buena compañía. Una forma de facilitar el ocio y evitar que los clientes tengan que abandonar el local una vez han terminado la cena. "Un lugar para ver y ser vistos", detallan. Nos recuerda a propuestas como el recién estrenado Viso 94, Habanera, Quinto Elemento o COYA (aunque ninguno de ellos cierra tan tarde como Rhudo, que permanecerá abierto hasta las 4:30 de jueves a sábado).
A un lado de la sala están los DJs. A ritmo de remixes de Sean Finn y notas afro house vamos recorriendo cada rincón de este establecimiento del barrio de Salamanca. Al fondo de la planta baja hay una enorme barra de bebidas. En el piso de arriba, otro comedor, más privado y todavía más oscuro. Antes de llegar a él están los baños, aunque no parecen baños: los inodoros están ocultos tras unas paredes circulares iluminadas con neón. Un laberíntico paisaje luminoso que conquistará a los comensales más influencers (¿a quién no le gusta un selfie entre lucecillas fluorescentes?).
Toda la decoración, obra de Archidom Studio, es maciza y sobria (a excepción de las extravagantes lucecillas), quizá para evitar caídas o destrozos cuando avance la noche y el espacio evolucione de restaurante sugerente a discoteca arrolladora. A lo largo de nuestra expedición nos encontramos con caras conocidas: Paz Padilla, Carlos Sobera, Carmen Lomana o Iván Espinosa de los Monteros junto a Rocío Monasterio, entre otros personajes variopintos. Rhudo está de estreno y nadie quiere perderse su llegada.
Los camareros comienzan a servir los primeros bocados del cóctel de inauguración, unas pequeñas muestras de algunos de los platos más representativos de la casa, todos ellos con la firma del afamado chef Paco Roncero, poseedor de dos estrellas Michelin. Probamos unos langostinos en aguachile de coco, pepino, cebolla morada, lima y cilantro (que pueden encontrarse en carta por 29€); una ostra con mignonette de fruta de la pasión (10€), pulpo a la brasa con patata (28€), fideos con carabineros (33€, mínimo dos personas) y lubina a la plancha con salsa de coco y lima (38€).
Los boquerones adobados fritos con salsa yáryara (16€) nos llegan de la mano del propio Griezmann y del futbolista Rodrigo de Paul, que se entretienen ejerciendo como camareros improvisados. Una ocurrencia que divierte a muchos de los invitados, aunque sospechamos que no abandonarán el balón para dedicarse al noble oficio de limpiar mesas.
El momento dulce llega con la tarta tres leches de coco, merengue y nube de limón (14€) y el arroz con leche de cabra y crujiente de arroz (12€), que no se parece al arroz con leche tradicional al que estamos acostumbrados, pero que nos termina ganando por sus toques ácidos y exóticos. En general, la mayoría de los platos sorprenden positivamente (en especial los langostinos y la ostra) y nos quedamos con ganas de volver a degustarlos con más tranquilidad en un futuro.
La parte más gastronómica termina y da comienzo la fiesta al puro estilo Rhudo ("sofisticada" y "vibrante", según sus máximas), aunque, por desgracia, es lunes y mucha gente no tardará en marcharse a sus casas. La buena noticia es que el restaurante ya está abierto al público y puede visitarse en cualquier otro momento para conocer mejor todo lo que puede ofrecer uno de los negocios más exclusivos de la capital.