"La culpa es de Pablo", anunciaba detrás de la barra Carlos Ávila, uno de los socios de Iglesias, ante una taberna en la que no cabía ni un alfiler. Lo hacía a modo de discurso inaugural y también para justificar que ya no les quedaba cerveza Victoria ni pudieran servir comida.
Cientos de personas han querido conocer este martes 19 de marzo el bar "sólo para rojos" de Pablo Iglesias, la Taberna Garibaldi, y hacerse una foto en la entrada, que ya se hizo viral hace días en redes sociales. Periodistas, vecinos de Lavapiés, curiosos (la mayoría de ellos, personas de avanzada edad)... Nadie se ha querido perder esta esperada inauguración a excepción del causante de este revuelo: el propio Pablo Iglesias.
El exvicepresidente segundo del Gobierno y fundador de Podemos no ha pisado la taberna el día oficial de su apertura, pero sí lo hizo la noche anterior, cuando convocaron una preinauguración "para los amigos", entre los que estaban Irene Montero y Gorka Elejabarrieta, informaba Carlos. El socio de Iglesias ha estado despachando a los clientes junto a otra camarera este martes, aunque de manera "excepcional", ya que él tampoco trabajará en el bar.
La inauguración ha sido un auténtico éxito. Con la persiana todavía a medio subir, unas 20 personas ya se agolpaban en la entrada sobre la una del mediodía. Pero no ha sido hasta el atardecer cuando el ambiente empezaba a ser realmente agobiante y muchos optaban por salir con la bebida a la entrada, ocupando decenas de personas los alrededores del número 7 de la calle Ave María.
En pleno bullicio, sobre las ocho de la noche, Carlos aprovechaba para dar su pequeño discurso: "Gracias a todos por venir. Esto va a ser mucho mejor. Cuidado con los que estéis en la calle con la bebida porque hay un señor bajito al que le gustaría cerrar este bar", advertía y bromeaba sobre el alcalde Almeida.
Entre otras caras conocidas que han pasado por la taberna, estaba la de Yves Bertrand Ndongo, un periodista y activista político camerunés conocido en las redes sociales por estar afiliado a Vox. Con un ayudante de cámara y un micrófono, iba preguntando a los presentes por qué habían acudido a la inauguración.
Decoración comunista
La taberna está compuesta por dos amplias salas. La principal, formada por mesas altas y la barra, en la que se puede ver la bandera de Palestina; y un salón interior de mesas bajas y un pequeño escenario.
"Os pido disculpas porque la taberna está a medias, pero hemos tenido que abrir ya medio obligados. Habrá música y conciertos en directo", respondía Carlos con amabilidad y una sonrisa a las numerosas preguntas de los clientes, que también querían conocer el paradero de Pablo Iglesias con la esperanza de poder hacerse una foto con él.
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En cuanto a la decoración, no faltan carteles de Raffaella Carrà y Pepa Flores, artistas comunistas, ni frases como "Por el comunismo es por lo único que vale la pena luchar y morir".
Aunque Irene Montero ha asegurado en su cuenta de X (Twitter) que todo está "riquísimo", los primeros clientes no han podido probar bocado ni los cócteles. Entre estos últimos se encuentra el controvertido Durruti Dry Martini, nombre por el que le vandalizaron la fachada con un grafiti anarquista el pasado lunes 18. El mensaje fue borrado el mismo día.
La mayoría de los asistentes confesaban estar en Garibaldi porque es la taberna del expolítico Iglesias. La postal del día ha sido la foto en la entrada, que algunos después compartían en sus redes sociales.
No ha habido taberna tan esperada en Lavapiés, y es que desde el pasado jueves eran los propios vecinos los que informaban a los transeúntes que se detenían frente a ella que allí estaba el nuevo "casoplón del coletas".