En la Avenida de Montserrat del municipio madrileño de San Fernando de Henares hay una carnicería de barrio. Aunque al pasar sin conocerla, seguramente nadie pensaría de primeras que lo es. Y al entrar en ella, lo único que recuerda a una es el gran mostrador con piezas de carne de todo tipo.
Grafitis en las paredes, una máquina recreativa de gancho, un sofá de terciopelo negro y una colorida nevera con cervezas y bebidas energéticas para ofrecer a los clientes son parte de la decoración del local. Eso sumado a las luces de neón que decoran el nombre y la música techno y reggeaton que ameniza el ambiente.
"No es una tienda normal, es una experiencia", asegura Alberto Salto sobre su negocio: El As de las carnes. Un espacio que describe como "su personalidad". Lleva 19 años trabajando como carnicero, aunque al principio no en su propio local, como ahora.
Y es que el vallecano de 34 años ahora factura casi dos millones de euros al año, cuenta con el apoyo de figuras como el actor Luis Zahera o el chef Dabiz Muñoz, llega a unos siete millones de personas al mes en las redes sociales, ha conseguido abrir la hamburguesería de sus sueños y está preparando una de las mayores "locuras" que se le han pasado por la cabeza: crear su propio videojuego para móvil.
Poco a poco está saboreando el éxito que llevaba buscando años. Porque esto no ha sido así desde el principio, ni mucho menos. De hecho, sus comienzos fueron complicados, como él mismo define.
La actitud y los tréboles
Huérfano de padre, con un hermano en la cárcel y el otro con problemas con las drogas, Alberto tuvo que empezar a trabajar con 15 años en una pollería para poder ayudar a su madre.
"Me empezó a gustar mucho. Ya no el mundo de la carne, sino el trato con la gente. Eso es lo que me encanta", cuenta. A los 18 años intentó abrir la suya propia en el Mercado de Usera. "Ahí me fue bastante mal por la crisis de 2008. Estuve nueve años sin ni siquiera poder tener una línea de teléfono a mi nombre por las deudas".
En esos años le llamaron para trabajar en una carnicería de San Fernando de Henares, en otra calle cerca de dónde se ubica la actual. "Al segundo mes el dueño, y el que era mi jefe, soltó un comentario sobre quererla dejar y vi la oportunidad de volverlo a intentar", cuenta.
Todavía tenía deudas, por lo que cuando fue a pedir el préstamo al banco le dijeron que tenía que pagarlo todo antes. "No me quedó otra que volver a vivir con mi madre durante nueve meses, pero conseguí volver a empezar".
El primer establecimiento del As de las carnes vio la luz a finales del año 2016. "No quería que se llamara lo típico de Carnicería Alberto", dice Salto. Y es que el joven no da puntada sin hilo. Todo lo que hay en su negocio tiene un sentido.
"Por un lado, 'As' son mis iniciales". Por otro, viene del libro de Álex Rovira, La buena suerte. Una obra que asegura que le "cambió la vida" cuando se lo regaló su madre con 18 años.
"Creo que todo ser humano se lo tendría que leer. Te explica que para todo hay diferentes perspectivas". La historia trata sobre un trébol de cuatro hojas. Un diseño que al final se convirtió en el logo oficial: un as de tréboles.
Este dibujo se puede encontrar en varias paredes de sus dos locales: la carnicería y la hamburguesería. Al igual que la palabra 'actitud', que para él es tan importante que la lleva tatuada en una fórmula: el valor de una persona es igual a la suma de sus conocimientos y habilidades multiplicado por la actitud. De hecho, "tener actitud" es requisito fundamental para trabajar con él.
Un negocio de destino
Empezaron, por lo tanto, hace siete años con una "carnicería pequeña". Él y Cristian, su mejor amigo de toda la vida que actualmente es su socio. En aquel entonces iba a ayudarle, porque todavía no podía contratar a nadie. "Se ponía a bailar con los clientes, hacíamos juegos... Así es como nació la filosofía de la marca. Si haces que la gente viva una experiencia, no le importa una espera más larga", explica.
Poco a poco fueron creciendo e innovando en este aspecto. Un camino a base de prueba y error. "He cogido las cosas que me gustan de mi oficio y he creado mi negocio en base a eso", expone.
"Al principio me tachaban de loco". Narra cómo pidió decorar una pared como un photocall cuando estaba reformando la tienda y pensaron que era una broma. "Antes ser cocinero era igual de esclavo que ser carnicero o pescadero. Ahora son chef y la gente los valora. Estamos en la misma cadena. ¿Por qué un chef puede ser reconocido y un carnicero no?", se pregunta.
A pesar de las críticas, cuenta que al final han generado que "muchos otros negocios se suban al carro y hagan cosas parecidas", además de apostar por el pequeño comercio. "La gente se sorprende porque hay una mezcla de clases sociales y edades. Viene tanto gente de barrio como Vallecas o Villaverde, al igual que de Pozuelo o Las Rozas. Gente mayor, gente joven, gente de mediana edad...".
Él define su negocio como "de destino". De esto se dieron cuenta en el año 2022. "Nuestra obsesión era crecer y llegamos a tener cuatro tiendas". Algo que opina que fue un error. "Nos pasamos unas semanas en cada una preguntando a la gente de dónde venía. Vimos que al de aquí, de San Fernando, se movía gente de todo Madrid, porque era el que mejor enlace tenía. Por eso decidimos concentrarlo todo y apostar por un solo local". Fue en ese momento cuando se mudaron a la que actualmente es su sede.
De hecho, no solo se mueve gente de toda la comunidad a comprar específicamente a este local, sino que les visita gente de toda España. "Desde La Rioja, Cantabria, Badajoz, Córdoba... Hay tanta gente que ha venido expresamente como gente que está de paso y aprovechan para conocernos".
En todo esto, el papel de las redes sociales ha sido fundamental. "No tengo estudios, pero siempre he pensado que el marketing es muy importante. Y es psicológico. Tienes que hacer que la persona se pare sin que se quiera parar". Añade que las redes sociales son el presente y el futuro. "Yo era un cateto para las tecnologías, pero cuando empecé con esto me di cuenta de que tenía que aprender".
Una estrategia en redes que le ha llevado a tener unos cien mil seguidores en cada uno de sus perfiles. "Siempre ha sido la transparencia, apostar por la calidad, tener alegría y ser constante. Improvisamos juegos, somos dinámicos, interactuamos con la gente... Eso al público le gusta".
Las hamburguesas: el producto estrella
Salto dice que su carnicería es a la que recurren para los "momentos especiales". "Cuando quedan para ver el fútbol, cuando hay un cumpleaños, para una barbacoa...", comenta. Y es que define su establecimiento como "sitio que da confianza". Algo que atrae a muchos jóvenes que "normalmente no frecuentan este tipo de comercios".
"Solo nos dicen el plan que quieren hacer y cuántas personas son. Saben que les vamos a recomendar lo que más les conviene", aclara. Argumenta que, de esta manera, uno de los productos que más venden son sus packs sorpresa, los cuales rondan cerca de los 200 euros. Al igual que 'el del cocido del As', por unos 20 euros, con todo lo que le echa el propio dueño a este plato típico.
También venden especialidades que no se encuentran en cualquier parte. "Tenemos tanto cinta de lomo, que se puede comprar a 8 euros el kilo, como wagyu japonés, que es la carne mejor clasificada del mundo con un precio de 250 euros el kilo", apunta.
Aunque su producto estrella son las hamburguesas. "Es un alimento muy desvalorizado y que siempre se ha hecho con recortes de todo. Sin embargo, nosotros le hemos dado la vuelta". Son hechas 100% de carne de chuletón, sin conservantes, sal, agua ni colorantes. "Hay que comerla en el mismo día, como mucho al día siguiente, y aun así es lo que más vendemos".
Las quieren comprar incluso los restaurantes. "No vendemos ningún tipo de carne a ningún cliente de hostelería, salvo hamburguesas. Y estas las cobramos al precio que consideramos", dice Salto, que argumenta que no quiere beneficiarles de ninguna manera por encima del cliente particular, ni con ofertas ni guardando las mejores piezas para ellos.
Los productos que se pueden encontrar en el comercio en su mayoría son suyos. Y es que desde hace dos años se asoció con la Ganadería Prado Alegre para poder vender su propia carne. "Nos dimos cuenta de que teníamos que ir para atrás, buscar el origen y poder garantizar un proceso de calidad". Por eso, decidieron hacerse industria y coger una nave para hacer su propia cámara de maduración.
"El siguiente paso fue asociarnos con la ganadería. Nos escribieron por Instagram por si nos interesaba comprar animales. Nos contaron el proyecto y su filosofía, que es igual que la nuestra: la transparencia, el bienestar animal y la preocupación por el inicio y el final, sin exprimir al campo ni al cliente", explica Salto.
A día de hoy tienen 16 hectáreas de cebadero en Salamanca, donde se ubica. "Vamos probando. Con una raza, con una alimentación y un tiempo de cebo. Por ahora nos hemos demostrado que cuanto más y mejor vive un animal, mejor es la carne". Por eso, todo lo que venden es vacuno mayor.
El As Burger
"Desde el primer año ya pensábamos en la hamburguesería", menciona Salto. Hace dos semanas que pudo ver esta idea hecha realidad. Un lugar decorado con obras a la venta de artistas amigos suyos, grafitis en los que también ha participado él y todo lujo de detalles pensados al milímetro. "Incluso las paredes las envejecimos con óxido para que dieran ese efecto", explica.
Describe el As Burger como un sitio parecido a cualquier establecimiento de una cadena de comida rápida. Aunque solo aparentemente porque el producto "es gourmet". Un negocio que planean expandir próximamente, ya que su proyecto es hacerlo franquicia. Por ahora también cuentan con servicio a domicilio.
Su última idea, ya en marcha, es la creación de un videojuego para móvil. "Ya estamos haciendo pruebas en Android e iOS", expone. Según explica, tendrá tres escenarios que coincidirán con los negocios que ostenta en la vida real: la ganadería, la carnicería y la hamburguesería. El objetivo es conseguir estos elementos virtualmente. Además, será una forma de ganar puntos que se podrán canjear por premios en el As Burger.
"Cuando empezamos decíamos al final con los años haremos un videojuego", aunque en ese momento solo eran bromas que definía como una "locura". "Y al final ha llegado el momento. Tenemos los contactos, tenemos la posibilidad y tenemos la economía para hacerlo". Pero Alberto asegura que esto no acabará aquí. "Yo nunca paro de pensar en nuevos proyectos".