Madrid es considerada por muchos como una de las ciudades más bonitas de todo el planeta, y al mismo tiempo es un lugar lleno de enigmas y secretos por descubrir. En muchos de sus rincones y calles nos encontramos con interesantes historias desconocidas, y una tiene que ver con la calle del Pez.
[Esta es la calle más larga de Madrid, una de las más extensas de España]
¿Dónde está la calle del Pez?
La calle del Pez es una vía del centro de Madrid, en el barrio de Universidad. Entre la leyenda de su nombre y su pasado entre lo castizo y lo underground, algunos cronistas aseguran que es una de las calles con más sabor del viejo Barrio de Maravillas, que acabó convirtiéndose en Malasaña por culpa de la movida madrileña. Esta calle desciende desde la Corredera Baja de San Pablo hasta la calle San Bernardo.
La leyenda de la calle del Pez de Madrid
En esta calle se encuentra una de las leyendas más conocidas y que más ha marcado a los madrileños, una historia que da su nombre a esta calle. Para conocerla de una forma profunda hay que remontarse al siglo XVIII, cuando aún vivía el conocido sacerdote llamado Don Diego Enríquez. En ese mismo lugar tenía un gran terreno, en el que estaba su casa junto a sus jardines y una fuente.
Esta fuente es conocida como la "fuente del cura" por ser de la propiedad de este. Estas propiedades se encontraban en lo que se conoce como calles Pozas y San Bernardo.
Un día en el que la madrina del sacerdote, llamada Juana Mendoza, se encontraba paseando tranquilamente por sus jardines, ocurrió una desgracia, y es que algunos de los criados de Don Diego Enríquez encontraron el cuerpo de Juana sin vida y recostado en la fuente. Además, luego el monarca Felipe II llegó a la ciudad de Madrid para instalarse.
Este hecho coincidió de forma directa con el deseo del sacerdote de dividir en dos su enorme finca. Una de ellas acabó en manos de Felipe II, mientras que la otra pasó a manos de Juan Coronel. En la parte correspondiente a este último, se encontraba un lago que contaba con un elevado número de peces, que jugaban con Blanca, la hija de Juan Coronel.
Sin embargo, cuando los albañiles estaban construyendo la nueva vivienda, no dudaron a la hora de coger agua de ese mismo lago, lo que hizo que rápidamente se ensuciase, provocando la muerte de los peces, de todos salvo uno, al que la pequeña Blanca decidió cuidarlo con todo su amor.
Cuando finalizó la obra de la nueva vivienda, tanto la pequeña como Juan Coronel decidieron limpiar el fondo del estanque para que el pez pudiese volver a su hogar. Sin embargo, el pez no sobrevivió. Para homenajearlo, Juan Coronal quiso grabar un pez de piedra en la entrada de la casa, años más tarde, junto a una inscripción, en la que se podía leer "Casa del Pez".
A pesar de todo, Blanca Coronel se hizo monja en el convento de San Plácido, y luego se vio implicada en los misteriosos sucesos que tuvieron lugar en él.
Este símbolo del pez se ha respetado con el paso del tiempo, llegando a adquirir tal importancia que la calle en la que se encontraba pasó a llamarse Calle del Pez en honor a esta leyenda que no ha dejado indiferente a nadie.
En la actualidad el pez está a la altura del portal número 24, si bien es cierto que, aunque la casa no es la original, en la que se edificó en su lugar se decidió mantener la figura del animal. De esta manera, ese grabado se convirtió en todo un símbolo de esa calle y de la ciudad de Madrid.
Exorcismos y acosos
Dos episodios históricos han hecho que San Plácido, que fue fundado en 1624, se convirtiese en uno de los conventos más famosos del Madrid de los Austrias. El primero de ellos tuvo que ver con la posesión diabólica de 25 monjas del convento en el año 1628, entre las cuales estaba la fundadora del mismo, Teresa Valle de la Cerda.
Después de varios exorcismos, la Inquisición dictó la reclusión perpetua en un convento del confesor de la congregación, Juan Francisco García Calderón, por supuesta relación con algunas de las monjas.
El otro episodio tiene relación con el reloj del convento, ya que sus campanadas imitan al toque de difuntos. El reloj fue un regalo de Felipe IV como penitencia tras haber asediado a una monja llamada Margarita, que fue salvada tras fingir que estaba muerta, un montaje con el que se logró que el rey y sus acompañantes se fuesen.
En el año 1903 fue demolido el convento, para ser construido uno nuevo en el año 1912, además de restaurarse la antigua iglesia. En el año 1943 fue declarado Monumento Nacional.
La calle del Pez en la cultura madrileña
La calle del Pez de Madrid también ha sido parte de la cultura underground madrileña, y lo ha hecho a través del mundo de la música, de donde surgieron artistas y grupos como Siniestro Total o Manu Chao.
También lo hicieron realizadores de cine como Alejandro Amenábar, que la usó para el rodaje de Abre los ojos en el año 1997; y Fernando León de Aranoa, que apostó por esta conocida calle de la capital de España para rodar en ella algunas escenas de Princesas.