La ciudad de Madrid cuenta con rincones llenos de historias que contar. Sus calles, desde la más larga a la más corta, sus imponentes edificios o sus símbolos, no son como son porque sí, algo que añade encanto a una de las ciudades más visitadas de Europa.
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Esto también ocurre con unas construcciones tan básicas como pueden ser los puentes. En Madrid se pueden contabilizar hasta 33 puentes y pasarelas, muchos de ellos dirigidos a poder cruzar el río Manzanares que pasa por la ciudad, destacando la zona de Madrid Río.
Pero ¿alguna vez te habías preguntado cual es el puente más antiguo de Madrid? Con todos los años de historia que acumula la ciudad, no es extraño imaginar que alguno de sus puentes sea bastante viejo.
La respuesta está en el Puente de Segovia, el cual fue mandado construir por Felipe II para unir la calle Segovia con la carretera de Extremadura. La obra se inició en 1574 por Provisión Real, y en un principio se le encargó al maestro mayor del rey Gaspar de Vega. Este presentó un proyecto que sirvió para comenzar la cimentación de las cepas principales.
En 1577 falleció y su lugar lo ocupó Juan de Herrera, nuevo arquitecto mayor, que también fue quien diseñó el Monasterio de El Escorial. Para continuar la obra, diseñó unas trazas de concepción moderna e inspiración renacentista, las cuales se finalizaron sobre el año 1584.
Respecto a datos más técnicos, en la web del Ayuntamiento de Madrid explican: “Labrado en granito, consta de una estructura de nueve arcos de medio punto almohadillados, coronados por un sencillo antepecho que se sienta sobre la línea de imposta.”
A lo largo de los años y hasta la actualidad, el puente se ha visto intervenido en numerosas ocasiones, principalmente para repararlo o mejorarlo. Algunas de las más destacadas fueron la ampliación del tablero, de 8,65 a 31,00 metros de anchura, abriendo el puente en dos e introduciendo una nueva estructura interna.
La obra más reciente y destacada del Puente de Segovia, se produjo durante el soterramiento de la M-30, momento en el que se reforzó la cimentación de sus pilas y, bajo la creación de Madrid Río, se ampliaron sus sillares y se sustituyó el pavimento de su tablero entre otras aportaciones, poniendo en valor esta construcción que además es Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento desde 1996.