La sala de espera del pabellón de urgencias de La Paz de Madrid presenta una extraña estampa. En un día normal se ven niños, muletas, gente que tose (en la mano, o ni eso) y nunca suele faltar la persona que habla por teléfono a voces. Este jueves es distinto. El grueso de las personas que esperan, llevan mascarilla e incluso miran con cierta desconfianza a quien no la lleva. Una mujer apoyada en la pared se tapa la boca con un pañuelo, “por prevención”. Lamentablemente, de poco sirve eso, según los médicos.
Al fondo de la sala, un biombo blanco se extiende desde la pared hasta la máquina de café. Si la estampa es extraña en la sala de espera, al otro lado del biombo es dantesca: una veintena de personas con mascarillas, batas desechables y guantes. Abundan las canas y los ojos con patas de gallo, indicadores de población de riesgo. Solo falta Dustin Hoffman para que aquello parezca la película Estallido.
Un cartel colgado del biombo advierte: “PROHIBIDO EL PASO”. ¿Quiénes son esas personas? Una señora traspasa unos instantes la débil frontera para acceder a la máquina de café. Preguntada por su situación cuenta que teme estar contagiada: “Soy ya mayor y tengo tos y algo de fiebre. Así que me he venido aquí, al menos para quedarme tranquila”. La mujer, que prefiere no identificarse, está esperando tras ese biombo que le hagan la prueba del coronavirus, el agente patógeno que ya se ha cobrado 84 vidas en España.
Protocolos actualizados
La Paz es el mayor hospital de España y concentra muchos casos confirmados de Covid-19, aunque se desconoce la cifra oficial. Este jueves, se han actualizado los protocolos de actuación frente a la pandemia y el Ministerio de Sanidad ha obligado a la Comunidad de Madrid y a La Rioja a realizar pruebas en los centros.
Ricardo ha llegado a las 10.30 de la mañana de este jueves al hospital. Ha pasado varios días en Múnich (Alemania) y nada más llegar, se ha puesto malo. Tiene fiebre, algo de tos y malestar general, según relata tras la protección de una mascarilla. A las 17.30 ha salido. Esto es lo que ha ocurrido en esas siete horas dentro de La Paz.
Al llegar, espera. Pasado un tiempo, consulta. “El médico me ha atendido con una separación de dos metros. Yo estaba en la puerta casi”, relata Ricardo. Este hombre de menos de 40 años no es población de riesgo y no tiene enfermedades crónicas. Desde la distancia, le ha contado al médico lo que le pasa. De ahí, vuelta a esperar hasta pasar por los rayos X. “El neumotórax me sale que estoy excelente”, cuenta mientras perfila una sonrisa bajo su mascarilla.
Después le han ataviado con la bata y guantes, la mascarilla la traía de casa. De ahí, a la sala del biombo, donde ha esperado varias horas. “La gente no está guardando el metro y medio de seguridad”, asegura. Y efectivamente, un simple vistazo tras el biombo muestra cierto apiñamiento. Finalmente a Ricardo le han introducido un bastoncillo en la boca y otro en la nariz. “En uno o dos días me darán los resultados”.
—¿Qué hará si da positivo?
—Pues cuarentena en casa, como ahora.
La sala del biombo
A las puertas del pabellón de Urgencias no hay aglomeraciones ni caos. Todo parece normal: gente que fuma, que entra, que sale y tres guardias de seguridad que miran más su móvil que la puerta que guardan.
No hay problemas para acceder, pero de repente: “Alto”. Un sanitario perfectamente ataviado con su mascarilla y guantes pide que guardemos un momento una distancia prudencial mientras un corrillo de siete personas atraviesa las puertas que llevan a la sala del biombo. Igual que Ricardo y la señora que encabeza este reportaje, esta gente está a la espera de que les paseen un bastoncillo por las mucosas bucales y nasales. “Ahora sí, adelante”. La precaución es vital y en La Paz lo tienen muy presente.
Una vez dentro, no es posible distinguir a un médico de un celador, o a un enfermero del personal de limpieza. Todo el mundo está blindado con las precauciones correspondientes. Dentro hay movimiento, una suerte de caos organizado.
¿Es el colapso que se viene denunciando tan acusado? “Buf, la carga de trabajo se ha duplicado. No estamos colapsados, pero hay muchos más pacientes”, declara una auxiliar de enfermería. El gimnasio del hospital ya no es tal, ahora está habilitado para atender a posibles pacientes con el Covid-19.
Sin atascos, con polémica
Seis de la tarde. Esa hora en Madrid es sinónimo de atasco, de gente que sale del trabajo hacia su casa con prisa por llegar. Sin embargo este jueves es fácil moverse por la capital: hay claramente menos coches y el transporte público circula con mucho menor aforo que de costumbre. Hay hasta asientos libres en la líneas 1 y 5 de Metro. Lo nunca visto en hora punta.
Las Urgencias del hospital Gregorio Marañón presentan una estampa muy similar al de La Paz. Sin embargo, aquí identificarse como periodista supone un rechazo inmediato, hay orden de no hablar con los medios de comunicación. Quizás por eso las cámaras de televisión se concentran en La Paz.
Este jueves ha surgido la polémica por las declaraciones de un enfermero de La Paz llamado Guillén del Barrio, conocido por su afiliación política a Podemos. “Falta personal, falta material y faltan equipos de protección”, ha afirmado el enfermero en TVE. “No se está contratando suficiente personal no sanitario, que son exactamente igual de fundamentales".
Esto ha provocado el enfado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz-Ayuso, que ha mandado una carta abierta a la presidenta de la televisión pública, Rosa María Mateo. “Televisión Española no ha entrevistado al Consejero de Sanidad, ni tampoco al director del centro, lo que me lleva a pensar que la elección del testimonio no ha atendido a criterios periodístico”, denuncia la misiva. La presidenta denuncia que las declaraciones del enfermero son “datos falsos y argumentos tergiversados e incompletos”.
Sin embargo, la presidenta no ha a podido desmentir los datos ofrecidos por Del Barrio. "Pérdida de 2.200 profesionales y 2.100 camas en los hospitales públicos madrileños", afirmaba el enfermero. Estas cifras son oficiales y están recogidas en las memorias del SERMAS, facilitadas por la propia Consejería de Sanidad de la Comunidad.
En cifras, y lejos del rifirrafe político que conlleva toda gran crisis, el Covid-19 se ha cobrado 48 vidas y acumula más de 3.000 contagios en España. En el mundo, los muertos se elevan a más de 4.600 y los infectados a unos 120.000. Dentro de dos días, Ricardo y la señora anónima tras el biombo sabrán si se suman a estos casos. Si dan positivo, que tengan en cuenta que más de 60.000 personas en el mundo ya han ganado la batalla al coronavirus y viven para contarlo.