“Esto puede ser un caos”. Cuesta creerlo, pero es posible. “Estábamos enterrando o incinerando a los dos o tres días. Si se cierra la Empresa Municipal de Servicios Funerarios de Madrid este martes –como ha anunciado José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la capital–, entonces, nos vamos a cuatro o cinco días”, avisan desde el sector a EL ESPAÑOL. Así de crudo. La estampa, en pocas horas, puede ser aún más dantesca. Con la pista del Palacio de Hielo convertida en una gran morgue, con los números de mortalidad ascendiendo (“lo peor está por llegar”, reconoció Pedro Sánchez el sábado), con las funerarias privadas haciendo la labor de las municipales… No habrá exageración capaz de sustituir la elocuencia de las imágenes.

José Luis Martínez-Almeida, este viernes, anticipó un escenario inimaginable hace tan solo un mes. Por un lado, anunció el cierre de la funeraria municipal por falta de material de protección para los trabajadores; y por otro, anticipó –tal y como adelantó EL ESPAÑOL– que, en colaboración con el Ejército, se va a convertir el Palacio de Hielo en una gran morgue ante la escasez de espacio en hospitales y crematorios. Dos decisiones que conllevan el retraso en la incineración y/o entierro de los cadáveres –hasta cuatro o cinco días, según el sector– sin que los más cercanos tengan la posibilidad de despedirse.

Es lo que le ha ocurrido, por ejemplo, a los familiares de Lorenzo Sanz, expresidente del Real Madrid fallecido por coronavirus. “Lo más triste es que ni incinerarlo se puede (…) Lo harán no sé dónde y después te lo mandan a casa, como si fuese un paquete. Así, tal cual”, explicaban sus hijos, sin ser capaces de asimilar todavía lo ocurrido.

La UME llega al Palacio de Hielo para dejarlo todo preparado para la llegada de los cuerpos. EFE

Porque lo ocurrido, según pasan las horas, es más cruento aún. España, este lunes, comunicó que el número de contagios ascendía a 33.089 –un 15% más que el día anterior– y que el número de muertos por coronavirus se disparaba hasta sobrepasar los 2.000 –462 personas en tan solo 24 horas. La peor cifra desde que comenzó la epidemia. Con la Comunidad de Madrid fatalmente en cabeza al sumar 1.263 fallecidos.

Más material

Este panorama, desolador, podría cambiar si Almeida, finalmente, no cierra la funeraria municipal. De momento, los servicios municipales dejarán de prestar los servicios de recogida y sellado de víctimas –por lo que implica para la salud de los trabajadores–, pero seguirán haciendo cremaciones o inhumaciones de los fallecidos que lleguen remitidos por otras empresas en féretro cerrado. “No podemos seguir enterrando en estas condiciones”, explicó el alcalde, en una misiva, al ministro de Sanidad.

Y lo propio hizo Begoña Villacís, vicealcaldesa de la capital, presionando: “La situación es crítica en la funeraria municipal (…) Cuando nos reunimos con la delegación del Gobierno son todo buenas palabras, pero ni un solo hecho”. Pero tanto ella como Almeida dejaron, este lunes, abierta una puerta para que los trabajadores puedan seguir prestando servicio: que reciban el EPI (Equipo de Protección Individual). Sólo eso.

El sector, comprometido con su labor, ahora mismo, con eso seguiría prestando servicio. Porque sus condiciones, actualmente, son tan extraordinarias como la situación que vive España: los empleados de las funerarias –según fuentes del sector– duermen en las instalaciones y trabajan del orden de 14 y 15 horas diarias; y los trabajadores de los tanatorios siguen prestando su servicio a pesar de la suspensión de los velatorios.

La pista del Palacio de Hielo de Madrid.



Negativa del sector

En el sector, dado su compromiso, no comparten la misma ruta que el alcalde de Madrid. “Por nosotros, no se hace”, reconoce Juan Antonio Alguacil, presidente de Asprof (Asociación Española de los Profesionales de los Servicios Funerarios). Él mantiene que hace falta material, pero trataría de evitar el cese de actividad de la funeraria municipal. “Si quiere cerrar, está en su derecho; y si quiere poner a las fuerzas armadas a apilar cadáveres, también”, prosigue. “Pero sería un desastre (...) Es evidente que toda la carga de trabajo se tendría que repartir en ese caso entre las funerarias privadas”, finiquita.

Juan Antonio defiende que el sector puede absorber todo este trabajo. Y da dos datos. Por un lado, que las funerarias dan trabajo a 12.000 empleados. O lo que es lo mismo, que hay 10 trabajadores para cada fallecimiento diario. Y, por otra parte, que en España hay capacidad para atender 1.778 muertes diarias –muchas más de las que se producen actualmente.

La UME trabaja para tenerlo todo listo cuanto antes.

No obstante, no puede esconder que la situación, en Madrid, es de alarma. Actualmente, según fuentes del sector, los cadáveres se están incinerando en ciudades de alrededor de la capital. “En Madrid hay 101 crematorios; en Segovia, otros 22; en Guadalajara, 15 más… Pedimos que se nos permita incinerar cada 24 horas y que nos den materiales”, reclama José Antonio.

Pero, mientras eso ocurra, el plan fijado por la administración es abrir la pista de 1.800 metros cuadrados del Palacio de Hielo para utilizarla como morgue municipal. “Es normal. De lo contrario, tendríamos que hacinar cadáveres de difuntos en los hospitales si esto va a más”, explica fuentes del sector. Un plan que se llevaba contemplando desde el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid desde hace tres o cuatro días, cuando las cifras comenzaron a dispararse.

Para que esto pueda darse, la UME (Unidad Militar de Emergencias), se desplazó allí este lunes con el objetivo de estudiar la disposición del recinto y decidir cómo se pueden apilar los cadáveres. El Palacio de Hielo es perfecto para ser utilizado de este modo: es un frigorífico gigante que puede servir para albergar los cuerpos de los fallecidos.

Pero más allá de lo práctico que pueda resultar el recinto, el documento gráfico puede derivar en una instantánea dantesca, de película de terror. De una pesadilla que, de momento, no encuentra ni fin ni límites. 

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