Seis de la mañana. Es todavía noche cerrada en Madrid. A las puertas del pabellón de Cercanías de la estación de Atocha hay apostados dos policías municipales que reparten mascarillas a todo el que entra en la estación. "Llevamos las motos a reventar", afirma Luis, un agente que derrocha simpatía pese a ser lunes y tan temprano. "Toma, llévate un par".
Esta estampa se ha repetido en las principales estaciones de la capital: Chamartín, Sol, Nuevos Ministerios, Avenida de América, Méndez Álvaro o Príncipe Pío. La Delegación del Gobierno en la Comunidad de Madrid informó el pasado domingo de la puesta en marcha de este dispositivo.
Entre las 6 y las 9 de la mañana de este lunes, los agentes han repartido mascarillas a aquellas personas que se ven obligadas a coger el transporte público para ir a sus puestos de trabajo. En total, casi un millón y medio de mascarillas en todo Madrid, de los 10 millones que tiene previsto repartir el Gobierno en toda España. "Tenemos previsto hacerlo más días pero no sé decirle cuántos, no lo sabemos ni nosotros", afirma uno de los jefes del dispositivo de Policía Nacional. "Dependerá del material que tengamos".
"No es obligatorio"
En el interior de la mayor estación de España, la Policía Nacional ha montado un gran despliegue a la entrada del Metro. Solo en este punto tienen "5.000 o 6.000" mascarillas para repartir. Hay una decena de agentes, incluso uno que empuña un fusil HKG 36. No hay que olvidar que, además de la amenaza del coronavirus, España sigue en nivel 4 sobre 5 de alerta antiterrorista, el mismo que antes de la irrupción del Covid-19.
Los agentes despachan con ayuda del personal de seguridad de la estación. En el acceso al Metro, solo dan a quienes entran. "El que sale ya la ha cogido en otra estación", explica un agente. "Fíjese que la mayoría la lleva, el que quiere llevarla, claro. Esto no es obligatorio".
Hacia las 7 los viajeros empiezan a ser más frecuentes y llegan las primeras cámaras de televisión. Los trenes circulan con normalidad y no se están produciendo aglomeraciones, algo que sí ocurrió el primer lunes bajo el estado de alarma y que despertó la indignación de los usuarios.
"Está muy bien que se preocupen por nosotros", afirma una mujer latinoamericana que se incorpora este lunes de vuelta a su puesto de trabajo. "He estado 15 días sin trabajar, ya me hacía falta". La mujer trabaja en atención a personas mayores, una profesión que se repite entre los pocos viajeros que tiene Atocha en lo que antes era hora punta.
"Es lo suyo que las repartan", dice un hombre que trabaja como conserje y que no ha tenido que interrumpir su actividad profesional y, por tanto, sus ingresos. Otros no han tenido esa suerte, como un empleado de Alcampo que lleva casi un mes sin trabajar. Ahora respira más tranquilo y, lógicamente, con la cara cubierta.
La megafonía anuncia las llegadas de los trenes y aprovecha para recordar que hay que guardar la consagrada distancia de seguridad. En la cola de la cafetería el Paladar de Galicia le toman la palabra al megáfono y los clientes se separan cautamente mientras esperan el ansiado café que les ayuda a sobrellevar la mañana de este lunes.
Además de las puertas y el Metro, varios policías municipales reparten mascarillas en el vestíbulo de la estación, junto a los tornos. Quien no lleva mascarilla es porque no quiere y, aun así, alguno parece que se niega a llevarla. Hacia las 8 el tránsito de viajeros ya ha menguado notablemente. Hay poca gente en unos andenes habitualmente abarrotados.