La entrada al after parece la bajada a las catacumbas de París, al sótano de Helvete, al punto de encuentro secreto de la mafia calabresa. Una estrecha escalera de tablones de madera lleva hasta la doble puerta, cerrada a cal y canto en la tarde de este lunes. De madrugada, en cambio, está abierta. Antaño se hacía llamar The Hole. Hoy no tiene nombre oficial, pero ha vuelto a funcionar. Hace cerca de un mes, este after hours volvió a su actividad en Malasaña. A sus espaldas hay más de 350 infracciones denunciadas.

Los vecinos de Malasaña han vuelto a sufrir en los últimos meses la apertura de dos afters que traen hasta sus calles las broncas, los trapicheos y el ruido que llevan aparejados este tipo de locales al filo de la legalidad. Concretamente, han vuelto a abrir el antiguo The Hole (calle Antonio Grilo 3) y el Garaje Café (calle Jesús del Valle 34).

“Lleva abierto desde el año 2012 y hemos conseguido pararlo varias veces. Conseguimos cerrarlo antes del confinamiento, con una sanción grande”, explica Sergio, presidente de la comunidad de vecinos del edificio donde se sitúa el Garaje Café.

“Hace seis o siete meses, al acabar el verano del año pasado, volvieron a abrir. Ya están demandados. Empezaron de poco en poco y ahora están abiertos todos los días”, asegura Sergio. “Tengo la sensación de que en esta última apertura es cuando más desfasados están. Antes se cortaban un poco, ahora no. Ahora a las seis de la mañana está toda la gente aquí fuera como si fuera un bar normal y corriente”.

Los vecinos consultados dan fe del hartazgo. “Están todos los días. Empieza a las 6 de la mañana y siguen a las 9. Sales de casa y ves borrachos vomitando. Es bastante desagradable”, asegura una inquilina del tercero.

Entrada del 'after' Garaje Café, en la calle Jesús del Valle 32. Jaime Susanna

El otro día me despertaron gritos. No sé qué hora era, pero todavía era de noche. No sabía que era, pero había mucha gente en la calle gritando”, explica Marcel, un estudiante alemán de Erasmus que lleva viviendo aquí una semana y que se entera por boca de este reportero de que hay un after dos pisos debajo de su cama. Ahora todo le cuadra.

La empresa que gestiona este local se llama Wealth Investment SL y está a nombre de Carlos Cornacchia Lobato. Este hombre es hermano de Mario Cornacchia, un viejo conocido de la Policía, la Agencia Tributaria y los juzgados de Madrid. Es el hombre en la sombra que maneja el grueso de los afters de la capital.

El 'capo' de los 'afters'

Mario Cornacchia es el dueño del famoso after Las Horas (calle de la Magdalena 30). También lo fue del Jaguer, el Soniquete, el Astronautas, el Palma Beat o el Caballero. Algunos han cerrado, otros han cambiado de nombre y otros han retomado actividad tras innumerables pleitos contra los vecinos, como es el caso del Garaje Cafe.

Cornacchia es actualmente titular y administrador de 35 sociedades, según figura en el Registro Mercantil. Su hermano Carlos, de siete. La Agencia Tributaria de Madrid tiene claro que sus sociedades son pantallas para evitar problemas legales, tal como informó El Confidencial en el año 2017.

Su modus operandi es siempre el mismo. La familia se hace con un local en el centro de Madrid que disponga de licencia de cafetería o bar. El local en cuestión abre a las 6 de la mañana y cierra cuando le convenga. Los after hours no tienen legislación propia en la Comunidad de Madrid. Juridicamente, no existen. Por eso se amparan en una simple licencia de hostelería para desarrollar su actividad.

Pese a las denuncias de los vecinos, los locales no son propiamente ilegales, por lo que su cierre por parte del Ayuntamiento se complica. Si llegan denuncias y multas por incumplir las normativas de ruidos o de Medio Ambiente, los miles de euros que generan cada noche las costean con creces.

Se sienten con impunidad. La policía viene y sanciona, pero se ve que con el cambio que hubo en la normativa pueden ejercer la actividad”, explica el presidente de la comunidad, que ya ha perdido la cuenta de las actas de denuncia que ha levantado la Policía Municipal en el Garaje Café.

El cambio de legislación al que se refiere Sergio es una resolución del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de septiembre de 2021. Este fallo anuló el Real Decreto 40/2019 que prohibía a los locales tener música antes de las 10 de la mañana para determinadas actividades recogidas en la Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas.

Este periódico ha intentado contactar con los hermanos Cornacchia a través de las múltiples empresas de las que son titulares, pero al otro lado del teléfono nunca hay nadie. En muchos casos, la única voz que se escucha es la de Telefónica informando de que la línea “no corresponde con ningún cliente”. En muchos otros casos, la empresa ni siquiera tiene un teléfono asociado.

“Ni siquiera algunos de sus trabajadores han tratado en persona con él. Buscarle en la dirección asociada a su domicilio tampoco arroja grandes resultados (...). El portero del inmueble asegura verle solo cuando va a recoger las cartas de algunas de las 22 sociedades que figuran a su nombre”, publicó el citado periódico en 2017 tras una laboriosa investigación.

El 'sótano-after'

El after de la calle Antonio Grilo, en cambio, no pertenece a los Cornacchia, sino al empresario Alberto Vidal, según ha publicado recientemente eldiario.es. Los vecinos de este bloque viven con el constante trasiego de madrugada de cientos de personas ávidas de fiesta ya que, recordemos, acceden por el portal y no por la fachada.

Fachada del número 3 de la calle Antonio Grilo, en Malasaña. Jaime Susanna

“Abrieron hace un mes o así. Les tenemos justo debajo y es muy ruidoso”, aseguran los vecinos del bajo a este periódico. “Alguna vez nos han llamado al timbre pensando que somos el after. Hay muchos borrachos en la calle. Es muy molesto”.

Para los edificios colindantes, en cambio, este sótano-after pasa totalmente desapercibido. “Nunca he tenido problemas de ruidos, ni nada. Cero. Incluso alguna vez que he vuelto tarde de fiesta o algo, no he visto a nadie”, afirma un vecino de la Travesía de las Beatas -justo enfrente de la esquina del local- desde su balcón.

Este local acumulaba 382 infracciones en el año 2015, cuando todavía se llamaba The Hole, según el citado diario. Actualmente, los vecinos están inmersos en una recogida de firmas para que se cierre y pesa sobre ellos la constante vigilancia policial, que a menudo termina con el desalojo del local.

En el Garaje Club, el otro after de la discordia, rara vez ocurre. “400 denuncias y siguen abiertos, ¿piensan hacer algo?”, se pregunta un vecino en la red social Instagram.