Hay un hombre en España que lo hace todo -cantaba la banda de pop Astrud- es el que escribe las canciones de la radio, el que te sirve las copas, el que te vende el diario. Tomando como referencia esta divertida canción, podríamos escribir nuestra propia versión: Hay un hombre en la noche de Madrid que lo hace casi todo. Maneja muchos 'afters' y tiene testaferros, se oculta tras empresas pantalla y gana mucho dinero. El hombre que inspiró la canción original no se sabe quién es. El de este reportaje, sí. Se llama Mario Cornacchia, tiene 54 años y es el empresario en la sombra que maneja los principales after hours de Madrid moviéndose siempre al filo de la legalidad.

Este hombre es dueño de 35 empresas y actualmente dirige, al menos, cuatro de los afters más famosos de Madrid. Llegó a tener más de 10 que han ido reubicándose, cambiando de nombre o desapareciendo por diversas causas. El número exacto de los locales que maneja es complicado de saber porque se esconde tras un complejo entramado empresarial con la ayuda de testaferros.

Pero cuando uno lleva más de una década promoviendo la cara menos amable del ocio nocturno en el centro de Madrid, se va ganando una importante lista de enemigos. Es un viejo conocido de las policías -Nacional y Municipal-, la Agencia Tributaria y el Ayuntamiento. Por eso, tirando de los hilos adecuados, los tejemanejes de Cornacchia afloran cual geranio en primavera.

El regreso al Garaje

Hace pocos meses, los vecinos del número 34 de la calle Jesús del Valle, en Malasaña, empezaron a notar que el after Garaje Café había revivido. El club que consiguieron cerrar tras innumerables dolores de cabeza retoma su actividad. Cornacchia ha vuelto, para disgusto de quienes duermen encima del local.

Lleva abierto desde el año 2012. "Hemos conseguido pararlo varias veces. Conseguimos cerrarlo antes del confinamiento, con una sanción grande", explicó recientemente Sergio, presidente de la comunidad de vecinos del edificio, a Madrid Total. "Hace seis o siete meses, al acabar el verano del año pasado, volvieron a abrir. Ya están demandados. Empezaron de poco en poco y ahora están abiertos todos los días".

Entrada al Garaje Café, en la calle Jesús del Valle, 34. Jaime Susanna

La empresa que gestiona este local se llama Wealth Investment SL y está a nombre de Carlos Cornacchia, hermano de Mario, y abogado de profesión. Carlos aparece como administrador de siete sociedades en el Registro Mercantil. Mario, de 35. Muchas de ellas no tienen actividad conocida, ni siquiera teléfono.

Sin embargo, hay un patrón común en muchas de las sociedades de ambos hermanos: su domicilio social. Las dos direcciones que más se repiten son la calle Montalbán 10 —paradójicamente, al lado de la Delegación de Hacienda— y un edificio en Chamberí, cuya ubicación exacta no desvelaremos para salvaguardar el anonimato los vecinos.

En Montalbán jamás han visto a Cornacchia ni han oído hablar de él. "Me suena que alguien vino preguntando hace un par de años por ese nombre", afirma el portero. Pero nada más. Es más, el inmueble tiene prohibido albergar oficinas más allá de la planta baja, como bien indica una placa encima de la puerta del ascensor.

Tener una sociedad domiciliada en una vivienda no es en absoluto ilegal ni es sinónimo de tener una oficina. Pero el retrato de Cornacchia al que ha podido acceder este periódico no da lugar a dudas. Jamás se le ha visto por aquí.

Mario Cornacchia, en un retrato reciente. E.E.

En Chamberí el relato cambia radicalmente. Los hermanos Cornacchia vivieron en este inmueble durante años, pero hace cerca de dos décadas que se marcharon. Sin embargo, en todo este tiempo han mantenido varias sociedades domiciliadas.

"Los porteros les recogían todas las cartas certificadas que les llegaban, incluso les hicieron una autorización escrita para ello", explica un vecino que quiere permanecer anónimo. "Una mañana llegaron aquí dos policías y un agente de la Seguridad Social para advertirles". Si los Cornacchia querían, podían poner al portero delante de un juez.

¿Por qué? Por esa autorización para recoger la correspondencia certificada. Si a las empresas de los hermanos les llegaba una citación judicial, una multa, un embargo o cualquier tipo de documento sobre la actividad de sus afters, ellos podían alegar que la persona autorizada —el portero, en este caso— no se lo había entregado.

"El portero, lógicamente, se lavó las manos y entonces se lo pidieron a otro vecino de confianza. Cuando vio la cantidad de certificados que llegaban, se echó para atrás". Intentaron probar con un tercero, pero el edificio ya estaba sobre aviso y la propiedad decidió que nadie se haría responsable del correo de los Cornacchia.

Primer golpe: Operación Búho

El primer varapalo para los capos de los afters llegó el 18 de diciembre de 2016, cuando se ejecutó la llamada Operación Búho. De un plumazo, la Policía Municipal les clausuró temporalmente dos de sus locales más famosos: Las Horas (calle de la Magdalena, 30) y Soniquete (calle Boix y Morer, 22).



En ambos afters se encontraron "numerosas irregularidades", en palabras del Ayuntamiento: excesos de aforo, faltas en materia de seguridad, extintores o luces de emergencia. También se documentó que se permitía libremente consumir tabaco.

Foto de archivo de los registros practicados en la Operación Búho. Policía Municipal

Asimismo, el juez ordenó embargar en ambos locales cámaras frigoríficas, equipos de sonido, altavoces, básculas, cafeteras, lavavajillas, botellas de alcohol, dinero en efectivo… Todo. También se precintaron las máquinas de tabaco y las tragaperras. Con este embargo se quiso contrarrestar los beneficios ilícitos que obtenían de sus locales.

Los Cornacchia litigaron duramente en los tribunales para conseguir revertir el cierre de Las Horas y Soniquete. Recordemos que Carlos es abogado y también cuentan con los servicios del letrado Juan Antonio Lozano Barriga, presente en las sentencias a las que ha tenido acceso este periódico.

Finalmente, ambos locales volvieron a abrir hasta que llegó un segundo varapalo, todavía mayor. Fue en 2019, cuando el Real Decreto 40/2019 prohibió a cualquier local poner música o generar ruidos antes de las 10 de la mañana.

Varios locales de los Cornacchia —Soniquete, Astronautas Jaguerground y Las Horas— incumplieron durante meses esta norma. En febrero de 2020 los dos primeros se enfrentaban a 39 y 58 meses de clausura, respectivamente. Asimismo, pesaban sobre los afters multas que ascendían a 780.000 euros entre los tres. Entre todos, sumaban 147 infracciones.

Y Cornacchia cambió la ley

Los after hours no tienen legislación propia en la Comunidad de Madrid. Jurídicamente, no existen. Por eso se amparan en una simple licencia de bar-cafetería para desarrollar su actividad a partir de las 6 de la madrugada. "Sesión matinal", lo llaman, para no decir expresamente la palabra after, tan cargada de connotación negativa.

El 23 de septiembre de 2021, Cornacchia consiguió revertir las reglas del juego anulando los puntos del Real Decreto por los que le habían multado un año antes. Su abogado, Juan Antonio Lozano Barriga, consiguió recurrir ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid la prohibición de no hacer ruido antes de las 10 de la mañana. Es decir, consiguió ajustar los horarios a la antigua Ley de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas (LEPAR). 

Lo hizo en nombre de las empresas Kozelusca Enterprise y Workplacetask, ambas domiciliadas en Madrid a nombre de un mismo testaferro. La primera fue una de las que gestionó el Garaje Café durante años, según confirman distintas fuentes a este periódico.

Así pues, desde esa fecha, los afters de Madrid tienen carta blanca para empezar a poner música a las 6 de la mañana. Todos los días. Para comprobarlo, no hay más que pasarse por la calle de la Magdalena.

La joya de la corona

En el año 2010 abrió en el barrio de las Letras el after Las Horas, probablemente el más famoso de Madrid. "Antes era un bar de ambiente para lesbianas. Les fue tan bien que se fueron a un sitio más grande. Maldita la hora", lamenta un veterano vecino de la calle de la Magdalena.

Desde entonces, Mario Cornacchia maneja este lugar donde se suceden las peleas, los trapicheos, los hurtos, el consumo de drogas ilegales… Y, con ello, las molestias a los vecinos cada madrugada. Todos los días. De lunes a domingo. Las visitas de coches patrulla se cuentan por miles y las denuncias, por cientos.

Personal del 'after' las Horas entre los que están Raúl S. (tercero por la izquierda), hombre de confianza de Cornacchia; Eva (abajo), la camarera "malencarada", y otros camareros, porteros y repartidores de 'flyers'. E.E.

"Cuando salió el primer procedimiento judicial, uno de los abogados de Cornacchia mandó un burofax diciendo que todo era mentira y que si hacíamos o decíamos algo emprenderían acciones legales", afirma un segundo vecino indignado que ha estudiado de cerca la actividad del after, porque la sufre cada noche.

"El presidente de la comunidad de vecinos presentó una denuncia y ganó. Le obligaron a cerrar seis meses. Cornacchia recurrió al TSJ [Tribunal Superior de Justicia de Madrid] y consiguió que le rebajaran la sanción a tres meses o algo así".

"Realmente el local nunca ha cumplido las sanciones. Hablamos con el Ayuntamiento para que les pusieran sanciones administrativas, por ruidos, por dejarse el cubo de basura fuera, por lo que fuera. Al final no las pagaba por ese entramado societario raro que tiene. No valía de nada y se quedó ahí. Desde que abrió tiene unas 150 o 180 denuncias, según la Agencia de Actividades [del Ayuntamiento de Madrid]".

Mario Cornacchia saliendo del 'after' Las Horas. E.E.

"El anterior presidente acabó vendiendo el piso, que le costó un montón venderlo. La gente cuando lo visitaba veía lo que había. Si buscas el sitio en Google aparece todo, ¿no? Dos años y pico estuvo para venderlo".

"Cuando volvieron a abrir el local después de la pandemia, fue una locura", prosigue este vecino. "Hay peleas todos los días". La apertura de la discoteca Medias Puri actualmente, muy de moda a 200 metros de Las Horas, tampoco ayuda. Según cierra la discoteca, abre el after. Si la noche es calurosa, la cola de gente esperando para entrar a Las Horas da la vuelta a la esquina.

Se vende 'after'

En su larga trayectoria como empresarios, los Cornacchia han manejado el Garaje Café, el Jaguer, Las Horas, el Palma Beat, el Soniquete, el Caballero, el Astronautas Jaguerground… La lista puede ser mucho mayor, pero la opacidad de su entramado empresarial impide conocer un número exacto.

Este periódico ha intentado contactar con los hermanos Cornacchia a través del móvil de Carlos y de las múltiples empresas de las que son titulares, pero al otro lado del teléfono nunca hay nadie. En muchos casos, la única voz que se escucha es la de Telefónica informando de que la línea "no corresponde con ningún cliente".

En las últimas dos décadas han pasado en numerosas ocasiones por los juzgados y han levantado incontables actas de la Policía Municipal. Fuentes consultadas indican que actualmente están diversificando sus negocios hacia los restaurantes y otro tipo de locales. De hecho, el after Garaje Café está a la venta en el portal Idealista por 420.000 euros.

La jurisprudencia que sentaron en 2021 da alas a que proliferen estos locales que tantas molestias causan a los vecinos. Si llegan denuncias y multas por incumplir las normativas de ruidos o de Medio Ambiente, los miles de euros que generan cada noche las costean con creces.

Mientras los términos after, after hours o "sesión matinal" no aparezcan en ninguna regulación específica, las esperanzas de estos vecinos se diluyen en un vacío legal que nadie llena.