En el recuadro, el caserón reformado en Bellidas. En el fondo, las ruinas del pueblo a finales de los 80.

En el recuadro, el caserón reformado en Bellidas. En el fondo, las ruinas del pueblo a finales de los 80. Luis Bartolomé Marcos / Wikimedia Commons

Sociedad

El 'último superviviente' de un pueblo fantasma de Madrid: un actor famoso que compró el caserón

Un actor madrileño curtido en el teatro reformó hace décadas el gran caserío que quedaba en pie en este núcleo despoblado de Piñuécar-Gandullas. 

6 abril, 2023 02:21

Hace más de tres décadas, Paco se puso a buscar un lugar tranquilo donde pasar los fines de semana. Quería un hogar para desconectar de la capital y para "dar voces" cuando ensayaba un papel. Porque Paco, Paco Racionero, es un reconocido actor madrileño, curtido en el teatro y famoso por aparecer en el programa infantil La mansión de los Plaff. El intérprete encontró ese lugar en Bellidas, un antiguo pueblo en ruinas donde solo queda el caserío que reformó. 

Hace siglos que Bellidas dejó de considerarse como pueblo y pasó a formar parte de Piñuécar-Gandullas, un municipio del extremo norte de la Comunidad de Madrid situado a un lado de la carretera de Burgos. En Piñuécar-Gandullas viven 184 habitantes. Desde ahí, hay que caminar unos 20 minutos para llegar al poblado en ruinas. 

Además del caserón de Racionero, en Bellidas quedan los restos de algunas de las antiguas casas de piedra casi engullidas por la vegetación. Es un entorno singular, con ruinas, huertas y una pasarela que permite el paso de un arroyo. En su día era un punto obligado de paso para los viajeros que transitaban entre Piñuécar y Aoslos, hoy pedanía de una localidad vecina. 

Una reforma "muy cara"

La casa de Racionero es la única que queda en pie en Bellidas. Según el catastro, la vivienda cuenta con dos plantas de 174 metros cuadrados cada una. La parcela tiene huerta y pozo. El actor compró y reformó la vieja casería. Le salió "muy cara", por 12.000 euros, según reveló al programa de Telemadrid 'Ruta 179'. 

El actor se encontró con las fachadas en buen estado, aunque tuvo que reformar el interior. Un día, cuando barría la entrada, dos amigas suyas subieron a la segunda planta y tuvieron un problema . "El suelo de cañizo estaba tan mal que se cayeron encima de mí, con cascotes incluidos". Racionero no vive en su casa de Bellidas habitualmente, sino que acude por vacaciones o por temporadas. Este lugar, dice, le aporta "tranquilidad", "paz" y "serenidad". 

Historia de un pueblo 'olvidado'

Antes de la llegada de Paco Racionero, Bellidas pasó varias décadas vacía, sin ningún huésped. Aunque nunca fue un gran núcleo de población, el emplazamiento cuenta con siglos de historia y llegó a tener alcalde y oficiales públicos. No se conoce la fecha exacta de su fundación. Su repoblación, en cualquier caso, llegó de la mano de ganaderos de Buitrago tras la Reconquista. 

En 1492 vivían en Bellidas nueve judíos. Algunos de ellos acabaron convirtiéndose al cristianismo para poder quedarse en sus casas de piedra, mientras que las propiedades abandonadas fueron ocupadas por hidalgos. La economía de Bellidas se basó en la ganadería ovina, bovina, caballar y en la agricultura de los cereales y la patata.

Estado actual de las ruinas de Bellidas, en el término municipal de Piñuécar-Gandullas.

Estado actual de las ruinas de Bellidas, en el término municipal de Piñuécar-Gandullas. Cedida

Hacia el año 1637 solo resistían en Bellidas dos familias y un molinero. Según la documentación municipal consultada, es probable que el brote de peste de 1599 provocase la caída demográfica que sufrió toda la comarca en aquellos años. Bellidas ya había perdido en el siglo XVI la categoría de pueblo independiente para convertirse en una casería anexada a Piñuécar. 

No queda claro cuando quedó despoblada para siempre. Un cartel informativo en la zona indica que Bellidas se mantuvo con un único vecino hasta 1936. La documentación municipal consultada, en cambio, explica que en 1955 el pueblo no tenía luz eléctrica y que fue ese el momento de la despoblación definitiva.

Los últimos habitantes migraron a otros núcleos o a Madrid capital buscando nuevas oportunidades. Solo Paco Racionero volvió a dar algo de vida a este lugar recóndito del norte de la Comunidad de Madrid. 

[La mansión de La Moraleja con refugio antinuclear: se construyó para un dictador y la visitaron los Beckham]