Pocas veces los accidentes laborales son la noticia del día. Son sucesos que pasan tímidamente por la maraña de la actualidad, a menudo relegados a las páginas interiores de los diarios. El 8 de abril de 1905 fue una excepción. Aquella mañana, Madrid amaneció consternada por la tragedia de la que este sábado se cumplen 118 años. Fue el mayor accidente laboral que ha sufrido Madrid, al menos, en su historia contemporánea. La construcción del Canal de Isabel II, la gran infraestructura que abastece de agua las viviendas de la capital, dejó 30 muertos.
Por aquellas fechas, Madrid estaba en plena expansión urbanística. Eran tiempos de éxodo rural, de gran transformación social. La vieja Europa estaba inmersa en la industrialización, en el dominio de la técnica y en la conquista de los mares, los cielos y los recursos naturales. Eran tiempos de cambio en los que el ser humano parecía imparable.
Pero ese gran cambio se cobró víctimas. A las 7:35 de aquella mañana de abril el tercer depósito del Canal de Isabel II se derrumbó en plena construcción. La obra estaba ya avanzada, pues se había iniciado a mediados de los años noventa del siglo anterior.
En el momento del accidente, los trabajadores estaban aplicando una capa de tierra vegetal de 25 centímetros sobre las bóvedas ya construidas con hormigón. Era la primera vez que se aplicaba este material en una obra de este tipo en España.
Aquella mañana, una parte de la cubierta cedió y se derrumbó, arramplando a su paso con los trabajadores que estaban debajo. El suceso dejó 30 muertos y cerca de 60 heridos, según los periódicos del día siguiente.
El malogrado tercer depósito era el mayor de los tres, con una capacidad de 461.000 metros cúbicos. Su ubicación es el antiguo Campo de los Guardias, actualmente ubicado entre las calles san Francisco de Sales, Santander, Islas Filipinas y Pablo Iglesias. La función de este tercer depósito era suplir a los dos ya existentes, que se nutrían de las aguas del Lozoya. Iba camino de multiplicar por dos las reservas de agua de la capital.
Todos los errores de técnica
La causa del accidente fue objeto de arduo debate. La prensa liberal, la republicana y la obrera señalaron a los empresarios por escatimar en recursos e intentar construir a un bajo coste, sacrificando la seguridad de la infraestructura. Por el contrario, los medios técnicos especializados señalaron que el accidente se desencadenó debido a un uso inadecuado del hormigón. Nadie previó que las altas temperaturas de aquel mes de abril generarían problemas de dilatación.
El mismo día del accidente se produjeron en la capital múltiples manifestaciones espontáneas. Algunas marchas acabaron en el tercer depósito; otras, en el Ministerio de la Gobernación en la Puerta del Sol o el Palacio Real. Los manifestantes repartieron un manifiesto en cuartillas, que también reprodujeron periódicos como El Liberal o El Imparcial:
A los obreros y al pueblo de Madrid en general: Ciudadanos: La avaricia del capitalismo y la incalificable tolerancia de nuestros gobernantes, han proporcionado un día de luto a esta población —rezaba el manifiesto—. No pueden alegar ignorancia los culpables de tan inmensa catástrofe y sus amparadores, pues la Prensa ha anunciado más de una vez la proximidad de la catástrofe. Es tan inmensa ésta, que nuestro corazón apenado y nuestra inteligencia ofuscada no encuentran frases con que expresarlas, porque no tenemos más que llanto en los ojos e indignación en el alma (...).
Dos años después de la tragedia, los responsables de la obra fueron absueltos. Los tribunales fallaron que se había seguido la legislación vigente y todos los trámites necesarios para la construcción.
Las investigaciones técnicas posteriores señalaron que hubo numerosos errores en las estructuras de fijación laterales que soportaban el hormigón construido, así como en las pruebas de resistencia de los materiales. La novedad de las técnicas requería mayor minuciosidad y preparación, según los análisis de los ingenieros.
El dominio de la técnica se cobró un alto precio. Nada menos que 30 vidas. El tercer depósito del Canal se terminó de construir, finalmente, en 1915, diez años después de la tragedia. El mayor accidente laboral de la historia de Madrid fue poco a poco cayendo en el olvido, al recuerdo de las hemerotecas.
118 años después, el trabajo sigue siendo causa de mortalidad. El año pasado murieron en España 826 personas trabajando, la mayor cifra en los últimos 14 años.