Muchos de los viajeros que pasan a diario por la estación de Chamartín ya están acostumbrados. Otros, no pueden evitar girar la cabeza y fijarse en sus bailes al ritmo de la música Hip Hop y Funk. El vestíbulo de Metro se ha convertido en toda una referencia para los amantes del Break Dance. Cada tarde, de lunes a jueves, varios jóvenes atléticos, la mayoría latinos, entrenan y mejoran sus movimientos sobre el suelo de la famosa estación. Algunos, como Jordan Medina, un B-Boy colombiano que está de paso por la capital, sueñan con participar en los Juegos Olímpicos de París 2024: "Es mi objetivo".
Los B-Boys, como se conoce a los bailarines de Break Dance, ocupan un rincón de la estación del suburbano de Chamartín que está junto a los tornos de Cercanías. No es el único sitio de Madrid donde se practica este baile urbano. Tampoco el más mítico. El Break Dance o el B-Boying surgió de la cultura Hip Hop en los años 70, entre los jóvenes afroamericanos y puertorriqueños del Bronx de Nueva York. Según contó el ensayista Iñaki Domínguez en El Mundo, la fiebre por el Break ya se expandía por Madrid en los años 80 de la mano de grupos como los Madrid City Breakers y en lugares como los Nuevos Ministerios.
Hace años que el suelo liso del vestíbulo de Chamartín se utiliza como base de entrenamiento, pero últimamente se ha popularizado. Richard, un venezolano de 25 años que se gana la vida actuando en las calles de la ciudad junto a su grupo Monster Move, cuenta que, hasta hace unos meses, el lugar de referencia para los 'street dancers' latinos era la estación de Sol. "Nos sacaron, buscamos un espacio para poder bailar y entrenar. Fuimos a Ópera, pero también nos sacaron". Fue así como se decantaron por Chamartín, utilizado desde hace años por los españoles.
Cualquier aficionado al Break puede acudir a Chamartín y practicar a su aire. Algunos se conocen entre ellos y forman parte de diferentes bandas de B-Boys. Otros, como Richard y 'Hache', viven del espectáculo callejero. También hay casos como el de Carlos, un madrileño que se metió en este mundillo hace poco más de dos años y entrena siempre que se lo permite su trabajo en el sector audiovisual. "Hay un par de grupos de WhatsApp y la gente avisa cuando viene", explica. A las 19 horas de lunes a jueves ya hay bailarines ensayando sus movimientos en el vestíbulo. "Nunca" han dado problemas, asegura una trabajadora de la estación.
Durante las horas que pasan en Chamartín, los bailarines se concentran en sus movimientos y se aconsejan entre ellos. "No hay ningún orden. Cada uno sale cuando quiere. Hay gente que quiere hacer un movimiento concreto, otro 'freestlye', otro una ronda...", dice Carlos.
En la jerga del Break Dance, un 'freeze' es el movimiento que consiste en quedarse 'congelado' durante un par de segundos, 'Top Rock' es cuando un B-Boy o una B-Girl bailar mientras está de pie y los 'power moves' son los famosos giros que dan sobre el cuerpo apoyado sobre las manos, los codos, la cabeza, la espalda o los hombros.
"Yo empecé muy joven, con 14 años. Soy profesora de Yoga, nunca he querido que (el Break Dance) fuera algo profesional", cuenta Nerea, una catalana de 34 años y una de las únicas mujeres que entrenaban en Chamartín el pasado jueves. "Para mí esto es como la hora del patio: desconectar".
El sueño de Jordan
El caso de Jordan Medina es distinto. El día que Madrid Total pasó una hora con los 'B-Boys' de Chamartín, Jordan, conocido como 'Alvin', se encontraba de paso por la capital. Nacido en Colombia y criado en Venezuela, este profesional del Break Dance participó el año pasado en la final mundial del Red Bull BC One en Nueva York. Fue la primera vez que llegó a la última fase de la competición. Este breaker venezolano "de alto nivel", según Red Bull, es miembro de los equipos Formless Corp y Team Vinotinto.
Ahora, su objetivo es participar en las Olimpiadas de París. Para ello, dice, tiene que ganar dos próximos eventos para clasificarse de forma directa. Jordan confía en sus posibilidades para acudir a la cita como representante de Colombia. Será una ocasión histórica: nunca antes el Break Dance había formado parte de los Juegos Olímpicos.