Siete de la tarde. Los vecinos de la calle Argentina de Fuenlabrada se van agolpando a las puertas del número 24. Les acompaña un coche de Policía Local. Por suerte, dos frondosos árboles les proporcionan sombra. Estarán aquí montando guardia hasta bien entrada la noche. Es una patrulla ciudadana, surgida de forma espontánea, en pie de guerra contra el narcopiso que les amarga los días.
"Llevan como año y medio viviendo", explica Cecilia, vecina del bloque de la discordia convertida en portavoz de la patrulla. "El trapicheo que hay ahora empezó hace seis meses más o menos. Al principio era discreto, venían pocos, pero es que ahora es impresionante. ¿Tú sabes lo que viene por aquí? Y a todas horas. A las cuatro de la mañana, a las cinco, a las tres… A todas horas. Y luego, en vez de llamar al telefonillo del narcopiso, llaman al primero que pillan".
La venta de drogas trae consigo la inseguridad. "A mí me han abierto tres veces la furgoneta para robar", afirma otro vecino. "El otro día pasé con mi nieto al lado de un tío tirado con una jeringuilla en el brazo", agrega otra mujer. Las agresiones y amenazas por parte de las presuntas traficantes -dos mujeres, madre e hija- son constantes. "Venden marihuana, hachís y cocaína", asegura Cecilia.
"Es un sinvivir esto", prosigue Cecilia. "Muy mal, muy mal. Este era un barrio estupendo. Llevamos 48 años aquí y jamás hemos tenido ningún problema. A raíz de esta gentuza, que no se le puede llamar de otra manera, ahora está imposible".
Ante este panorama, los vecinos decidieron organizarse para cortar el tránsito de gente. "Dijimos que teníamos que hacer algo, y empezaron a salir ideas. Uno sugirió hacer guardias por la noche". De esta forma, ahuyentan a los clientes del narcopiso. "Con el miedo no se vive", afirma Cecilia tajante.
—Estamos desde las 7:30, hasta las dos de la tarde. Y volvemos a bajar a las 7, hasta las 11 o 12 de la noche. Nos vamos turnando.
—¿Está funcionando?
—Sí, porque no dejamos entrar a nadie. Esta mañana han venido dos muy decididos y les hemos echado.
Y así, cada día.
Policía las 24 horas
Este mismo jueves, los vecinos han tenido una reunión con responsables municipales del Ayuntamiento de Fuenlabrada, encabezados por la concejala de Seguridad Ciudadana, Raquel López, para intentar abordar una solución al problema.
Durante el encuentro, el responsable de la Policía Local se ha puesto a disposición de los vecinos para colaborar en todas las tareas y servicios que sean necesarias, dentro de las competencias municipales, según ha informado el Consistorio a través de un comunicado.
En dicha reunión, la concejala ha informado a los vecinos de las actuaciones puestas en marcha para abordar el conflicto y ha aprovechado para conocer de primera mano los pormenores de la situación, tras lo que ha mostrado "todo el apoyo y solidaridad" por parte del Gobierno municipal.
El Ayuntamiento además se ha puesto en contacto con la delegación del Gobierno para expresar su "preocupación" y solicitar "que se estreche la vigilancia en la zona". Agentes de la Policía Local y de la Policía Nacional mantienen un dispositivo permanente de vigilancia junto al inmueble con el fin de acabar con esta actividad.
Código 8
En un momento de la conversación, la presunta camello hace su aparición. Se trata de una mujer rubia, de mediana edad y con signos evidentes de demacración por el consumo de drogas. La mujer se dirige a los policías locales antes de que los vecinos puedan decir nada.
Pocos segundos después, varios agentes de la Policía Nacional han aparecido en el lugar y se han puesto a hablar con la mujer, ante la expectación de los vecinos. Tras unos minutos de conversación, ha sido esposada y detenida por los agentes. "Tiene un código 8", explica discretamente uno de los policías. Es decir, tiene una orden de detención, aunque desconocen los motivos.
"En dos días vuelve a salir", se lamenta una vecina. No es su primera detención: "En junio entró la policía aquí y se llevó a la mujer. Vinieron más de 20 policías. Se la han llevado muchas veces. Esta última vez, se la llevaron un lunes y el jueves ya estaba aquí".
Los vecinos no pierden la esperanza en que su lucha sirva para algo. "Están alquiladas y se les acaba el contrato en agosto. A ver si nos podemos deshacer de ellas". Cecilia, erigida como portavoz espontánea, se muestra optimista. "Yo creo que lo conseguiremos".