Antonio Padilla Córdoba (Madrid, 1954) es un ciudadano de buenos modales, tranquilo. Tanto, que en el robo a un banco de Chamartín en 2015 un cliente se tragó que 'El Padilla' era policía y no un atracador. Porque Padilla Córdoba se ha dedicado casi toda su vida en cuerpo y alma a desvalijar bancos. Siempre, o casi siempre, sereno y con un subfusil Z-70. Hoy, el viejo atracador ronda los 70 años y lleva desde finales de 2016 sin salir de la prisión de Aranjuez. Ahí, según detallan a Madrid Total fuentes penitenciarias, pasa sus días en un módulo para los reos más ancianos, es "educado", "pasa inadvertido" como uno más y pinta cuadros al óleo.
El histórico atracador se crio en la plaza de la Obra, en San Blas, cuando la zona todavía era marginal. Antonio dio sus primeros golpes en los setenta y ya no paró. Al principio asaltaba sucursales junto a otros dos compañeros. El grupo era conocido por sus buenos modales. Según El Confidencial, hasta daban los buenos días y saludaban a los vigilantes de seguridad. Padilla mantuvo esas maneras como sello de identidad. Los agentes de la Policía Nacional lo recuerdan como una persona "totalmente socializada", con un nivel educativo "medio alto" y un "elevado conocimiento de las técnicas de investigación policial". Pero también como un "individuo extremadamente peligroso que no dudaba en hacer uso de sus armas".
El atracador llevaba entrando y saliendo de prisión desde finales de los setenta. Después de varios palos, ingresó en el Centro Penitenciario de Aranjuez en 2009 para cumplir condena. Seis años más tarde, en junio de 2015, aprovechó un permiso penitenciario para escapar y volver a las andadas. La Policía se percató del regreso de su viejo conocido tras el atraco a una sucursal de un banco junto a la estación de Chamartín. Las cámaras captaron a 'El Padilla' a cara descubierta, con buen aspecto y un polo azul. El atracador esperó la cola tranquilo y, cuando llegó su turno, entregó una nota al encargado de caja: "Esto es un atraco, mantén la calma y haz lo que te diga". Se marchó con 14.000 euros, 12.000 de ellos eran del cliente que se creyó la argucia de que era policía.
El Grupo de Atracos de la Policía Judicial se puso manos a la obra. Después de diecisiete meses de minucioso trabajo, hubo premio: Padilla fue cazado cuando caminaba por el barrio de Chamberí. Dos agentes de paisano acorralaron al peligroso atracador y no le dieron tiempo para reaccionar. "Os libráis porque vais de paisano; si hubierais ido de uniforme, os acribillo", dijo a los agentes en el momento del arresto. Llevaba encima un arma blanca, otra de fuego, munición y una cartulina con un escrito -"Esto es un atraco, mantén la calma..."-. El histórico criminal de San Blas estaba a punto de atracar de nuevo.
En su blog La Pringue, el periodista Manuel Marlasca completa el particular perfil del viejo Padilla, un atracador que no se drogaba ni buscaba compañías femeninas. Tampoco era ostentoso: vivía en habitaciones por las que pagaba poco más de 200 euros al mes. Por aquel entonces, sufría una grave enfermedad y no tenía relación con sus dos hijos. De hecho, la Policía destacaba los dotes sociales de 'El Padilla' pese a que "no tiene arraigo conocido ni vínculos familiares ni sociales".
"Respetuoso" en prisión y 'pintor'
Antonio Padilla lleva desde entonces en prisión. Hace unos años, según apuntan fuentes del mundo penitenciario, llegó a comentar, ya como reo, que sí salía a la calle volvería a robar un banco porque era lo único que sabía hacer. Aunque dentro de la cárcel madrileña, el famoso asaltante nunca ha dado problemas.
Otras voces penitenciarias aseguran que el viejo Padilla ya no hace referencia a sus robos y que tiene un trato normal con sus compañeros. De hecho, es "educado" con los funcionarios y "bastante respetuoso". Se trata, en definitiva, de un preso más, que "pasa inadvertido" y que hace actividades en el taller del módulo para mayores en el que se encuentra. Uno de sus hobbies -lo lleva siendo desde hace años- es el de pintar cuadros.
Lejos quedan ya los años en los que 'El Padilla', el peligroso atracador de los buenos modales, robaba sucursales y se esfumaba hasta el siguiente golpe. Su largo historial de delitos se traduce, según ha podido saber este diario, en una condena acumulada que no termina hasta 2047.