La planta 22 del edificio Torres Blancas, situado junto a avenida de América, en el distrito de Chamartín, se convertirá en ocho viviendas independientes en la penúltima planta de este emblemático inmueble de la capital, según ha informado la vicealcaldesa y portavoz municipal, Inma Sanz.
En esa plata estuvo el restaurante Comedor de Ruperto de Nola. El local, que llegó a ser un estrella Michelín, permaneció activo desde 1970 hasta 1985. Posteriormente, en 1989, a este local se le concedió licencia para el uso terciario-oficinas y actualmente se encuentra en desuso y en un estado de conservación deficiente.
Actualmente, en este espacio, el uso permitido por el Plan Especial es el de oficinas, pero la Junta de Gobierno del Ayuntamiento ha acordado este jueves 27 de julio la aprobación inicial de otro plan que afecta a la planta 22 y a parte de la entreplanta inferior, aneja a la misma.
Las Torres Blancas, situadas en la avenida de América, 37, es un edificio proyectado en 1961 por el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oiza para uso residencial. En su origen contó con dos plantas sótano, 21 plantas dedicadas a pisos, una planta de servicios y dos plantas de remate destinadas a núcleo social del inmueble. Dada su relevancia, el edificio está incluido en el Catálogo General de Edificios Protegidos, con nivel 1 de protección, grado singular.
Cabe recordar que la previsión original del proyecto de Sáenz de Oiza para la planta 22 no se llevó a efecto finalmente. De hecho, este espacio se transformó en un local independiente una vez construido el edificio en el que se concedió licencia de obras y actividades para uso terciario-recreativo, como así se usó con el restaurante.
Actuaciones previstas
El Plan Especial propuesto, impulsado por un promotor privado, propone la implantación del uso residencial en la planta 22 del edificio. Para ello, es necesaria su tramitación, ya que la propuesta conlleva la intensificación del uso que pasaría de un local a ocho viviendas.
Para estos supuestos, la normativa urbanística, en concreto el Plan General de Ordenación Urbana, especifica que se entiende por intensificación de uso toda aquella intervención sobre un edificio o local que aumente el número de viviendas, locales o, en general, el aforo del edificio, con mantenimiento de la superficie. En este caso, el incremento sería en el número de viviendas y no el de aforo, que se reduciría. Así, la ocupación máxima de la planta pasaría de 48 a 40 personas.
La propuesta plantea, además, mejorar las condiciones de evacuación de la planta 22. Para ello, se introducirán vestíbulos previos a las residencias para acceder a las dos escaleras de evacuación del edificio desde la zona de distribución. Una medida no viable con la distribución actual. Otra de las actuaciones previstas afectará a la comunicación de la entreplanta situada bajo la planta 22, comunicada con ésta por una escalera. La propuesta plantea el acceso hasta ella desde zonas comunes y destinarla a usos no vivideros exteriores a las viviendas y a sus instalaciones.
El Plan Especial busca, además, poner en valor la estructura vista de hormigón armado, según la documentación original del arquitecto, y proceder a la restitución de huecos originales cegados de la fachada.
Dentro de las actuaciones previstas, también se contempla el desmontaje de la escalera privada que conecta las plantas 22 y 23, esta última, de uso privado en la actualidad. En este caso, al tratarse de una actuación interior en una planta del edificio, no se alteran parámetros urbanísticos de la edificación, tales como edificabilidad, ocupación, altura de la edificación.
Los vecinos lo avalan
La propuesta para el emblemático edificio, que surge como respuesta a la imposibilidad de implementar su uso original como restaurante por los problemas de aforo que ello conlleva, cuenta con el visto bueno de la comunidad de vecinos del edificio que valora positivamente la reconversión y cuyos cambios supondrán, además, una mejora en la eficiencia energética del edificio.
La huella de Sáenz de Oiza
Al margen de las Torres Blancas en Chamartín, Sáenz de Oiza es un arquitecto con una notable huella en el urbanismo de la capital. Premio Nacional de Arquitectura en dos ocasiones, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1987) y Príncipe de Asturias de las Artes (1993), trabajó hasta su fallecimiento, el 18 julio de 2000. Suya es, por ejemplo, la Iglesia Hispanoamericana de la Merced, en Tetuán; el nuevo recinto ferial de IFEMA, la Torre BBVA de la Castellana, La Triada, así como urbanizaciones en Fuencarral, Batán o El Ruedo, junto a la M-30.
El inmueble de las Torres Blancas fue bautizado así, en plural, porque inicialmente estaba proyectado para la edificación de dos edificios. Cuenta con una altura de 81 metros y una estructura conformada por cilindros en su perímetro exterior. En la azotea dispone una piscina. Fue precisamente el ámbito de la vivienda privada el que le permitió a Sáenz de Oiza más margen para experimentar. Y las Torres Blancas fueron su obra más representativa en este terreno. Este macroproyecto le valió el Premio COAM 1972 y el Premio a la Excelencia Europea de 1974. El arquitecto vivió en este edificio hasta su fallecimiento en el año 2000.