El ritmo de vida al que se está acostumbrado a día de hoy es frenético y constante. Cada vez hay menos tiempo para lo natural y sus procesos, algo que se refleja en las profesiones, donde había pequeños granjeros, ahora hay grandes invernaderos y donde había herreros, ahora hay fábricas y maquinaria. No obstante, hay personas que apuestan por algo diferente, aunque hoy en día eso sea volver a las raíces. Prueba de esto es la pastora Clara Benito y su proyecto 'Entrelobas', que recientemente ha ganado el premio de la Unión Europea (UE) a la mejor agricultora ecológica.
Los Premios Orgánicos de la Unión Europea, repartidos el pasado 22 de septiembre, nacieron con el objetivo de reconocer la labor de todos los integrantes que conforman la cadena de producción del sector orgánico. Algo que abarca desde los agricultores y ganaderos hasta los restaurantes, desde las pymes hasta las ciudades que apuestan por este sector.
En esta segunda edición, llegaron casi 100 propuestas de todos los rincones de Europa. No obstante, solo 24 candidatos fueron preseleccionados para las 7 categorías y 8 premios individuales. Entre los afortunados, había tres españoles y una de ellos, Clara Benito Pacheco, de Serrada de la Fuente (Madrid), ha resultado ganadora en la categoría a la mejor agricultora orgánica.
Tradición e innovación
'Entrelobas' es el nombre que recibe el negocio de Benito, un rebaño de 140 cabras ubicado en Berzosa de Lozoya que pastan en la Sierra Norte de Madrid como se hacía antaño, aunque incorporando algunas ventajas de la tecnología actual. La combinación de tradición y modernidad se palpa en el funcionamiento del rebaño, el cual siempre está protegido por 4 mastines criados desde cachorros con las cabras, las cuales llevan un collar electrónico de lo más curioso.
Este dispositivo que lleva el ganado al cuello es el sistema Nofence, un invento noruego que permite tener localizada a cada cabeza a través de un teléfono móvil. Pero esto no termina ahí, estos collares, que se recargan con unas pequeñas placas solares que llevan instaladas, también transmiten información del estado físico de las cabras, como si una pulsera inteligente se tratase. Además, simplemente desde una pantalla, la pastora puede dibujar sobre el mapa GPS las zonas de pasto, creando una especie de vallado sin vallas que abarca las 95 hectáreas donde pastan las cabras.
Para asegurarse de que los animales no salgan de los límites fijados, los collares emiten una advertencia sonora. Este aviso es una escala de tonos que comienza en un tono bajo y aumenta gradualmente a medida que el animal atraviesa la zona delimitada. Si se reproduce toda la escala, se emite un impulso eléctrico suave, pero eficaz para que los animales vuelvan a su zona.
El negocio de la premiada madrileña se centra en la venta de la carne de sus cabras, que forman un rebaño que ha ido creciendo a lo largo de los años y se alimenta únicamente de pastos. Aunque, según revela Benito, "no sacan todo el beneficio que deberían" debido a que en toda la Comunidad de Madrid no hay ningún matadero ecológico para su ganado, requiso necesario para poder tener la etiqueta ecológica y recibir más ayudas e ingresos.
Aun así, la ganadera no ve cerca el fin de su proyecto, puesto que ahora está construyendo en las cercanías del rebaño una quesería para aprovechar la leche de sus cabras. "Aún está en construcción, pero creo que la inversión va a merecer la pena. Además, al queso sí podemos ponerle la etiqueta ecológica", comenta Benito.
Este tipo de ganadería extensiva tradicional no solo es idóneo para vender una carne o productos derivados naturales y de calidad, sino que también puedes ser contratado para otras labores que solo un rebaño puede hacer bien.
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De hecho, Entrelobas trabaja habitualmente para la Comunidad de Madrid, que paga a Benito para que sus cabras pasten en los cortafuegos de la zona, reduciendo así el riesgo de incendios y cuidando el medioambiente. "A medida que se fue perdiendo la tradición, los campos se fueron llenando de más vegetación que arde con facilidad, aumentando las posibilidades de que un fuego se expanda, por eso nuestra labor es necesaria", explica la ganadera.
De Malasaña al campo
Junto a este curioso proyecto con telepastoreo, otro peculiar matiz del proyecto Entrelobas es el origen de Clara Benito, nada más alejado del mundo rural.
La galardonada pastora se crio en el madrileño barrio de Malasaña y en su etapa estudiantil, cursó Bellas Artes. Pero el amor y los derroteros de la vida le llevaron a ella y su pareja (con algo de experiencia previa) a comenzar este proyecto nueve años atrás. "Al principio teníamos cuatro cabras, pero con el paso del tiempo, la cría y la compra de más animales hemos acabado con 140", explica Benito.
Cuando Madrid Total le pregunta por este radical cambio de vida, la ganadera serie y asegura que "ella es la primera sorprendida" y que "las casualidades de la vida son muy fortuitas". "Me siento muy a gusto aquí fuera, es lo que quiero hacer", termina asegurando.