El pasado sábado 13 de abril, una larga cola de gente con maletas y mochilas esperaba delante de las puertas del Palacio de Cibeles. Su objetivo, conseguir uno de los ladrillos del monumento del 11-M que se desmontó de Atocha.
Para conseguir uno de estos ladrillos de vidrio con un peso de 8,5 kilogramos, había que inscribirse en que el Ayuntamiento habilitó unos días antes. Al parecer, en unas horas 5.000 personas se habían registrado superando casi la demanda de piezas, tal y como explicó, la concejal de Cultura, Marta Rivera de la Cruz.
Ahora, unos días después, han aparecido en Wallapop. Aunque los anunciantes no dicen que los vayan a vender, sino que los limpian a un precio de 40 euros usando diversos materiales para que queden relucientes, como aparecen en las fotografías.
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Fuentes de área de cultura del Ayuntamiento de Madrid explican a Madrid Total que no van a pronunciarse "sobre determinados comportamientos individuales. Son casos aislados, cuando se repartieron miles de piezas. Se dio prioridad a las víctimas, que pudieron solicitar la cantidad de piezas que quisieron". Añaden que "en el acto de entrega, se estableció un máximo de 5 piezas por persona".
Eulogio Paz, presidente de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo, cuenta en conversación telefónica a Madrid Total que "era previsible que algo así fuera a pasar por la desastrosa gestión del Ayuntamiento con este tema".
Paz añade que "desde el Ayuntamiento dijeron que se pensaría qué hacer con los ladrillos del monumento, nosotros propusimos que algunas piezas se reutilizaran para el nuevo monumento que se tiene pensado hacer".
"También propusimos que primero se les dieran los ladrillos a las víctimas y luego a los ciudadanos, pero la gestión ha sido desastrosa, los que recibieron un vidrio deberían haber firmado un contrato en el que se comprometieran a no mercadear con ellos", apunta Paz.
Eulogio Paz termina la conversación lamentan que "lo que podía haber sido un bonito recuerdo se ha convertido al final en material para la especulación y todo se resume en una maña gestión del Ayuntamiento, que estaba deseando deshacerse de los ladrillos".
En total, se trasladaron al Consistorio 6.000 piezas y el resto se guardaron, por lo que en un futuro se podría hacer una nueva entrega, ya que no se permite reutilizarlas al formar parte de un monumento.
"El Ayuntamiento va a conservar una de las piezas para depositar y para exhibir en el Museo de la Ciudad", señaló Marta Rivera de la Cruz. "Es una parte de la memoria colectiva de la ciudad; muchas personas que se han acercado hoy nos han contado sus historias, como una psicóloga del Ifema que quería recordar esos días o una madre que su hijo estaba en Atocha y salió ileso".
En el dispositivo participaron decenas de voluntarios que desde el momento en que se anunció la iniciativa respondieron de "manera extraordinaria", ha destacado el delegado de Políticas Sociales, José Fernández.
"Los voluntarios que participaron en el 11-M representaron ese espíritu cívico de Madrid, como ahora lo ponen de manifiesto con este acto de memoria y recuerdo", ha aseverado.
Para no olvidar
La mayoría de las personas que acudieron el pasado 13 de abril a Cibeles se llevaron varias piezas, para ellos o para repartir entre la familia."Queremos hacer en el jardín algo que nos recuerde ese día, tenemos conocidos que fallecieron en los atentados; somos dos y llevamos diez piezas, algo como un banco o una mesa para cuando llegue la gente hablemos de ello", explicó Alberto, un vecino que recogió varios ladrillos.
Para repartir entre la abuela y tíos, cuentan otros dos jóvenes, Juan Carlos y Guzmán, que eran muy pequeños el día de los atentados, pero que creen que no se debe olvidar: "Como llevamos cuatro, hacer una especie de mesita".
"Es una pena que se perdiera el monumento por la carga simbólica que tenía; me parece muy bonito este gesto, pero el monumento, que nos costó mucho dinero a todos los españoles y que ganó un concurso, unía a muchas personas; es una pena que no se tenga la memoria de los monumentos", ha lamentado Patrick.