La Policía Nacional ha detenido a ocho personas que se pelearon entre sí al dejar un piso que estaban ocupando ilegalmente en el barrio de Manoteras, ha informado a Europa Press una portavoz de la Jefatura Superior de la Policía de Madrid.
Los hechos tuvieron lugar el martes en la avenida de Manoteras, en el madrileño distrito de Hortaleza, sobre las 14:45 horas. Previamente, la propietaria del piso en el que vivía había llegado a un acuerdo con estas ocho personas para que lo abandonara voluntariamente a cambio de dinero.
Pero cuando lo hicieron, cuatro de ellas se querían instalar en las zonas comunes del edificio, lo que provocó un enfrentamiento violento con las otras cuatro, que les reprocharon su actitud.
Ante la refriega, los vecinos llamaron a la Policía Nacional, cuyos agentes llevaron al lugar y detuvieron a las ocho personas, acusadas de amenazas y riña tumultuaria. Cuatro son hombres y cuatro mujeres de entre 20 y 56 años de edad. Cinco son españoles y tres colombianos, algunos de ellos con antecedentes. Ninguno terminó con importantes heridas.
Las técnicas de los okupas
No hay un único modus operandi que usan las mafias de la okupación ilegal para entrar en propiedades ajenas y hacerse fuertes en ellas. Uno de los métodos nació en Cataluña, hace ya cuatro años, donde el movimiento okupa está más desarrollado. Y está dando el salto a otras comunidades autónomas, entre ellas, Madrid.
¿Su nombre? La conocida como ‘técnica de la pizza’. ¿En qué consiste? El okupa pide una pizza y recoge el pertinente ticket del pedido en el portal de la vivienda que piensa okupar. Con el ticket en su poder, espera 48 horas para entrar en el inmueble.
En el caso de que acuda la policía por el aviso del propietario, o de algún vecino, o si suena la alarma, le enseña dicho ticket a las fuerzas de seguridad.
De esta manera tan sencilla, el okupa acredita que lleva dos días viviendo en dicho inmueble. Así, y ante la duda, no se le puede desalojar en ese momento. Dicho de otra manera, el caso pasaría a los tribunales. Y, vistos los tiempos de la justicia, se asegura alrededor de dos años viviendo 'por la cara'.