"No es música, es tortura". Esa es una de las inscripciones que se pueden leer en los carteles colgados en algunos de los balcones de las viviendas que rodean la Plaza Mayor de Madrid. Hace cuatro años que los vecinos del lugar se quejan del ruido que supone para ellos el uso de megáfonos o amplificadores por parte de artistas callejeros que tocan ilegalmente.

"Son siempre los mismos", explica a Madrid Total Ricardo Bustos, portavoz y presidente de la asociación Residentes de la Plaza Mayor de Madrid y aledaños (VPMMAD). Lleva viviendo en el lugar doce años. Se queja de algunos músicos callejeros que han escogido esa zona para tocar sus canciones. "Hay que imaginar lo que es la repetición. Lo que puede ser el cúmulo de escuchar durante años la misma canción. No saben tocar nada más que cuatro contadas".

Asegura que han intentado tomar medidas, ya que es una práctica ilegal. El portavoz explica que han llamado a la Policía Municipal en icontables ocasiones, pero sin que les hayan podido aportar ninguna solución. "Vienen los agentes, les ponen una multa, se declaran insolventes y esperan a que no estén para volver otra vez. Es un círculo vicioso".

"Si no te gusta mi música, vete"

El presidente y vecino de la plaza explica que ante el cansancio que supone este problema persistente en el tiempo, han llegado a tener enfrentamientos verbales con dichos individuos. "Un día bajamos porque ya no sabíamos que hacer. Nos dijeron que si no nos gustaba su música, que nos fuéramos nosotros". Añade que estos artistas tienen el convencimiento de que no molestan a nadie.

Bustos explica, además, que la acústica de la plaza es parecida a un anfiteatro. Esto hace que desde las casas se escuche mucho más cualquier sonido que se produzca en la calle.

Un músico callejero tocando en la Plaza Mayor. Cedido

"Por esta acústica es que en marzo del 2019 se dice que aquí, por respeto a los vecinos, ya no se puede tocar", comenta. En sus peticiones, mencionan la Ordenanza contra la Contaminación Acústica y Térmica (OPCAT) art 40 y la Instrucción 1/2021 de música de calle del Distrito Centro e indican que esta última "necesita actualización  porque el entorno soporta una carga de contaminación acústica y medioambiental muy fuerte y descontrolada".

Por tanto, desde la asociación hacen un llamamiento al Ayuntamiento y a las autoridades para que "se hagan cargo" de la situación y pongan fin al "acoso acústico" por parte de estos músicos que "no respetan las zonas autorizadas ni los horarios para tocar". "Estamos al límite debido a que no logramos nada", añade Bustos.

Música y fiestas permitidas

Como uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad es escenario de mercadillos y conciertos en épocas festivas. Por eso, Bustos opina que es necesario "adaptar y diseñar" dichas actividades para que sean "viables para la convivencia".

"Este año en las fiestas patronales tuvimos una programación bastante razonada a nivel de decibelios y solamente una noche se sobrepasó el nivel admitido. Eran géneros musicales que no necesitan de los amplificadores para ser escuchados, por lo que fue bastante armonioso", explica.

Algunos de los vecinos de la Plaza Mayor involucrados en las quejas por el ruido en una reunión. Cedida

Otra vecina de la zona alega ante esto que ella ha "soportado las fiestas de San Isidro sin ninguna dificultad, pero viene el del acordeón y me tiemblan los cristales". Explica que el problema son los amplificadores. "Un pumba pumba constante que se mete en el salón de tu casa".

Por lo tanto, sus reivindicaciones van específicamente dirigidas a los artistas callejeros, ya que el alboroto de las fiestas no les supone un problema. En todo caso, el portavoz opina que otra posible solución sería la insonorización a cargo de las instituciones. "Aunque si se procede como se debe, no sería necesario", puntualiza.

Defensores del patrimonio

Hay unas 50 personas residentes de la zona involucradas en esta campaña. Joaquín es un hombre de mediana edad que lleva 25 años viviendo en esta plaza. "Es algo absolutamente insoportable. Mi hija se estaba preparando las oposiciones y decía que no había manera de estudiar ni un día", comenta. "La gente de fuera no lo entiende, pero a los que lo sufrimos todos los días nos dificulta nuestra rutina y nos influye psicológicamente".

En la última reunión de dicha asociación la solución que se baraja es contratar un abogado. "Ponemos un dinero conjunto con el objetivo de intentar conseguir que se respete la legalidad vigente".

"Ya tenemos una buena representación de vecinos, pero todavía falta gente que llegue a nosotros y que se sume a la asociación", comunica Bustos. Añade que es una comunidad que ya lleva cuatro años de trabajo con una actividad principal en defensa del patrimonio cultural, que ahora se vuelve a unir en contra de una situación que les afecta a todos. "Aquí vive gente, viven familias, niños, adolescentes, ancianos... Todos quieren disfrutar de su casa", concluye en portavoz.