"No somos piezas del autobús, somos personas", exclama Marta Herrera (43 años). Es conductora de bus interurbano en el sur de la Comunidad de Madrid en la línea 486 -que une Carabanchel con Leganés-. Lleva junto con otros compañeros de la empresa Martín, perteneciente al Grupo Ruiz, más de un mes de huelga.
En el mes de abril empezó una recogida de firmas en la plataforma Change.org en la que anunciaba unas reivindicaciones que define como básicas: jornadas de ocho horas y acceso a baños. Peticiones que han recibido más de 30.000 apoyos en la web.
"Es una vergüenza". "Me parece tercermundista". "Mi marido y sus compañeros merecen ser tratados como personas". "Es inhumano". Los comentarios de otros trabajadores del sector y de usuarios no se han hecho esperar.
Y es que sus reivindicaciones vienen dadas por el agotamiento. "En vez de mejorar, ha empeorado", dice Marta a las puertas de las cocheras de la empresa, en Leganés. Allí se reúnen todos los días desde las cuatro y media de la mañana con sus carteles y pancartas dispuestos a exigir por sus derechos.
"Llevo 19 años orinando en bolsas", comenta la conductora. "Y de la higiene menstrual ni hablamos". Además, los tiempos ajustados y la falta de descanso en jornadas de nueve horas han puesto la guinda al pastel del descontento que llevan acarreando durante todos los años de trabajo en el gremio.
Conchi, Marta y Elena en huelga
Conchi tiene 51 años y lleva 18 de ellos trabajando en la misma empresa que Marta. Ahora está en la línea 483 -que conecta Aluche con Leganés-. "Cuando entré la jornada laboral era de ocho horas y media. En ese momento casi todas las compañías lo cumplían, pero fueron incrementándolo poco a poco", apunta.
Nueve horas es lo que tienen pactado en su convenio interno, según explica la mujer. "Aunque normalmente son más, porque el recorrido que haces hasta la cabecera de ida y vuelta a cocheras no cuenta".
Un trayecto que se hace en esas horas sin ningún tipo de descanso. Durante los turnos, hacen el mismo viaje en ambos sentidos continuamente. "Cinco vueltas", concreta la autobusera.
"El problema es la adecuación de la jornada", matiza Conchi. "Con los recortes de la crisis de 2008, quitaron buses y quitaron conductores. Así funcionábamos más o menos. Pero todo ha vuelto a la normalidad, incluso ha empeorado porque hay mucho más tráfico, más viajeros, barrios nuevos, más semáforos y mucha gente mayor. Pero el tiempo es el mismo. Y los buses siguen siendo los de 2008. No han vuelto a poner ninguno más, con lo cual es imposible hacer el trayecto en el tiempo estipulado".
Por lo tanto, esto les supone no poder tomarse un momento para ir al baño, comer o estirar las piernas. "No es que no te dejen salir. Lo que pasa es que te presionan para que vayas según el itinerario y esos diez minutos que inviertes en ir al baño corriendo ya hacen que llegues tarde. Te enfrentas a la gente que va a trabajar y tiene un horario", comenta Elena (47 años), otra compañera de Marta y Conchi. Empezó a trabajar en la empresa al mismo tiempo que esta última.
Tanto ella como sus compañeras concuerdan en que es la que mejor línea tiene, la 495 que une Arroyomolinos con Príncipe Pío. Cuenta con un baño en este último intercambiador, dice ser de las más cómodas en cuanto a la gente, en su mayoría familias, y como suele ir directa, la mayor parte de las veces, le sobra tiempo. "Yo pienso que si yo estoy mal, que descanso al menos diez minutos, ¿cómo estarán mis compañeros que no descansan?", dice la profesional.
"Yo voy comiéndome el sándwich conduciendo y bebiendo agua en los semáforos", añade Marta, que dice que muchos usuarios han amenazado con denunciarla por ir comiendo mientras conduce. "Se supone que no se puede hacer, claro, pero es que en nueve horas tienes hambre", razona.
"Aunque voy dando sorbitos de agua para no tener que ir al baño", dice la conductora. Como explican, solo tienen la ventaja de poder ir quienes cuentan con uno en su cabecera. Algo que no pasa a menudo. Por lo tanto, la mayoría se las ingenia para hacer sus necesidades como pueden. "Yo, si es de noche, me salgo del bus", explica Conchi. "Me da cosa que se quede el olor o que se me escape un poco".
"Y en el autobús hay cámaras", se suma Elena. Antes de poder tener una línea fija, por antigüedad, pasó por muchas otras en las que no tenía el 'privilegio' de ir a un lavabo. "Yo me ponía el abrigo largo. Me intentaba esconder entre los asientos y hacerlo en una bolsa. Lo pasaba fatal".
Es algo que aseguran que afecta también a los usuarios del transporte público interurbano de la comunidad, no solo por los tiempos mal ajustados que no concuerdan con los horarios prometidos, también por un incremento en el riesgo de accidentes provocados por la fatiga. "Demasiado poco pasa", dice Conchi. "Después de tantas horas seguidas, llega un momento que voy en automático. A veces no me doy cuenta de cómo he llegado a un sitio. Y llevamos personas, la tensión es mayor".
Elena explica que en total en la empresa son unos 350 conductores, de los que 70 están de baja. Cuentan que una compañera suya, en específico, tiene una reducción de jornada de siete horas por depresión.
"Es un porcentaje muy elevado. Ha habido gente con intentos de suicidio. La pena es que lleguemos a estar así por culpa del trabajo", opina Conchi. "Y a mí me encanta conducir, pero al final hacen que lo aborrezcas", comenta Elena. En el caso de su amiga de profesión, las tres dicen que a veces le cuesta incluso coger el coche.
La seguridad en los autobuses
La zona sur de Madrid tiene sitios como la discoteca Frabik o la Cubierta de Leganés. Discotecas multitudinarias de música techno en donde las drogas y el alcohol son algo habitual entre los jóvenes asistentes. "Estamos vendidos por la noche", dice Elena, que explica que en esta empresa no quieren que las mujeres hagan turnos nocturnos. "No quieren porque no ponen sistemas de seguridad y prefieren ahorrarse problemas".
Las tres profesionales apuntan que varios compañeros en estas líneas han sido agredidos. "Vamos solos en el autobús. De Fabrik la gente va puesta de todo. Lo que menos te pueden hacer es decirte que no te pagan. ¿Y qué vas a decir? Encima la empresa te hace responsable de si pasa algo o se ha subido gente sin billete", apunta la autobusera.
Elena también narra una situación de amenazas de muerte hacia ella. "La empresa me avisó un día de que tuviera cuidado. Habían recibido una llamada de una persona que decía que quería matarme. Y todo porque no había esperado a un chico que venía corriendo en una parada. Tampoco lo vi".
La conductora se queja de que la compañía llamara para advertirla, pero no le brindaron ninguna solución más. "No cogieron sus datos ni guardaron el número de teléfono. Al final no pasó nada, pero ¿y si hubiera pasado?", se pregunta.
De 350 conductores, 295 firmas
Conchi estuvo hace unos diez años en el Comité de Empresa. En aquel entonces ella era la única mujer dentro de la comisión. Explica que los trabajadores no hacían demasiado ruido porque las mujeres eran "tres y los hombres no le daban tanta importancia".
Actualmente, siguen siendo más hombres que mujeres. De hecho, en dicha empresa, las conductoras forman el 10% de la plantilla, más o menos, con un total de 35. Aun así, el apoyo por parte de los trabajadores masculinos es total. De los 350 conductores que son aproximadamente, han recogido 295 firmas.
"Uno de ellos me decía que lleva 37 años en la empresa y es la primera vez que se consigue que haya unión con la plantilla y el Comité y que nos plantemos", manifiesta Conchi.
Tanto ella como el resto de sus compañeras dicen que las respuestas de la empresa no han sido muy prometedoras. "Llevamos pidiendo baños toda la vida", dice Marta. "La empresa nos da largas y así pasan años", afirma Elena.
Según cuentan, la razón que les han dado hasta ahora desde la empresa es la negativa del Ayuntamiento a concederles el suelo público. "Ahora nos hemos enterado de que ni siquiera han hecho la solicitud", protesta Conchi.
Ante esto, el Consorcio Regional de Transportes de la Comunidad de Madrid ha explicado a Madrid Total que "Autobuses Martín está gestionando la implantación de estos baños con los ayuntamientos para que se puedan instalar en los lugares donde les autoricen".
Además, en cuanto a los horarios, "la empresa ha hecho más de seis propuestas de montaje de servicios ajustando los turnos a la demanda de los trabajadores, pero aún no han conseguido un acuerdo con el Comité de Empresa", añaden desde dicha organización.
"No llevamos tacógrafo"
Según la Ley de Movilidad Terrestre es legal conducir nueve horas a lo largo de su jornada. Pero está marcado que deben descansar al menos 45 minutos cada cuatro horas y media de conducción. "En las empresas de largo recorrido lo respetan, pero en los autobuses interurbanos no, porque no llevamos tacógrafo", declara Conchi. Y no solo son los tiempos de descanso durante la jornada, también son las horas de descanso entre turnos. "Por ley son once horas, pero luego lo bajaron a nueve y después a ocho y media", explica Elena.
Los "correturnos" son los conductores nuevos que no tienen línea fija. Estos pueden tener "en la misma semana, dos días de mañana, dos días de tarde o incluso de noche". "Para dormir y descansar es una locura", critica Elena.
Las antiguas, como las entrevistadas, trabajan una semana de mañana y otra de tarde. "El cambio se hace del sábado al domingo", cuenta Elena. "Cuando estás de tarde el sábado, sales a las once y media de la noche, y el domingo empiezas de mañana. Para intentar ajustarlo, porque serían seis horas de descanso, te quitan una vuelta que le cargan a los de la noche. Por lo tanto, en vez de empezar a las cinco y media, empiezas a las siete y media".
"El mayor problema es cuando tienes horario de noche", añade Conchi. "El domingo sales a las nueve de la mañana, pero lo cuentan como si fuera sábado. Por lo tanto, el domingo es tu día libre y el lunes vuelves a trabajar. De mañana, de tarde o de noche, según toque".
Desde el Consorcio comunican que se trata de un conflicto "entre una empresa y sus trabajadores. Desde la Comunidad de Madrid, lo único que podemos hacer es garantizar que los usuarios se vean afectados lo menos posible, estableciendo los servicios mínimos para que estos paros afecten lo menos posible a los usuarios". Añaden su preocupación para que puedan encontrar cuanto antes una solución.
Y es que este es un gremio que, como comentan las tres protagonistas de este reportaje, lleva años de quejas. En la plataforma de recogida de firmas utilizada por Marta Herrero, también se han llevado a cabo iniciativas por parte de conductores profesionales que solicitan la jubilación anticipada a los 60 años bajo el lema "la fatiga mata". Una reivindicación que contó en 2022 con más de 50.000 apoyos. Aunque finalmente no consiguiera su propósito.