Los miles de venezolanos que viven en Madrid llevan meses pensando, y soñando, con las elecciones que se celebran este domingo en su país. Son las primeras en las que las encuestas advierten de que el candidato opositor, Edmundo González Urrutia, podría conseguir la victoria y derrotar a Maduro.
"Derrotar a Maduro", tres palabras que casi se deshacen en la boca de quienes han tenido que salir de su país por razones políticas, económicas o familiares. Tres palabras que vienen a confluir en la más importante: "Cambio".
Sin embargo, el camino hasta el 28J para los votantes que viven fuera de Venezuela no ha sido nada fácil. Más bien es un milagro que algunos tengan hoy el derecho a introducir su papeleta en la urna.
Según datos de la ONU, Venezuela cuenta actualmente con una población de aproximadamente 29,4 millones de personas, de las cuales 21,4 millones pueden teóricamente votar este 28 de julio, tanto dentro como fuera del país.
Sin embargo, solo 69.211 venezolanos en el exterior están habilitados para sufragar -menos que en las anteriores elecciones venezolanas, que fueron 110.000-, lo cual representa una pequeña fracción de los aproximadamente 8 millones de venezolanos que han emigrado, una cifra que el Ejecutivo de Nicolás Maduro rebaja a dos millones.
En España, según datos de 2022 del Instituto Nacional de Estadística (INE), hay unos 450.000 venezolanos mayores de edad. De estos solo podrán votar 24.772 este domingo en todo el territorio nacional, según los datos aportados por la asociación Comando Con Venezuela. En Madrid serán 9.092 los electores que vayan a las urnas de una población que representa el 30% del total en el país.
Lorena: "Está hecho para hacer trampas"
Estos números tan bajos son debidos a los diversos requisitos impuestos por el Gobierno para el registro electoral en el extranjero, así como trabas que dificultaron en gran medida el registro en el consulado para obtener el derecho a voto. En Madrid esto ha supuesto diversas manifestaciones, quejas y huelgas de hambre.
Una de las huelgas de hambre fue encabezada por Lorena Lima, ciudadana venezolana de 28 años residente en Madrid desde el año 2018 que empezó las protestas en el mes de marzo a las puertas del consulado de dicha nación en la capital española con motivo del retraso en la apertura del registro electoral. "Tenía que haber empezado el 17 de marzo y abrió el día 27", explica la chica, que solo estuvo bebiendo líquidos y durmiendo en la calle durante cinco de esos días como método de presión.
Eso hizo que solo quedaran 20 días para poder realizar los trámites necesarios. Eso sí, no sin impedimentos. "Había que hacer cola en la calle, en pleno invierno, con diez o más horas de espera. Además, atendían otro tipo de gestiones antes que esta", dice Halen Díaz, venezolana de 50 años que lleva ocho de ellos viviendo en Madrid.
Aunque ella cumplía los requisitos necesarios para hacer la inscripción, decidió no intentarlo. "No les iba a dar ese gusto. Soy ciudadana venezolana y tengo el mismo derecho que los que están allí a votar. Todo está hecho para que puedan seguir haciendo sus trampas", exclama, refiriéndose al actual Gobierno de su país de origen. Cuenta que quien se pudo inscribir lo hizo con la perseverancia que define de una conocida suya: acudiendo dos días seguidos.
Lorena fue una de las que, aun haciendo las largas colas de espera, no consiguió cumplir los requisitos impuestos. "Son un montón de requisitos absurdos", exclama la joven.
Enrique: "Se necesitan 5 años de residencia"
Uno de ellos es la necesidad de tener la residencia permanente o tener la nacionalidad española, además de la venezolana, tal como explica Enrique Vásquez, abogado y asesor de inmigrantes de Venezuela en Madrid. Esto es algo que solo se consigue tras cinco años de residencia legal.
"Yo no me pude inscribir porque no me aceptaban la residencia por razones humanitarias. Eso violenta el artículo 124 de la Ley de Registro de Procesos Electorales de Venezuela", asegura Lorena que explica que lo único necesario que se señala en dicha norma es tener una residencia legal.
"Tenían una sola máquina para hacer el registro y las huellas dactilares de las personas mayores no las cogía. Tampoco aceptaban un DNI que caducara este año", explica.
Tampoco se ha conocido la forma en la que se podría votar hasta cinco días antes de estos comicios, que finalmente será en el Centro Cultural Fernando de los Ríos, en el distrito de Latina entre las seis de la mañana y las seis de la tarde.
De hecho, desde, al menos, el miércoles de la semana de las elecciones, el Consulado de Venezuela en Madrid ha permanecido cerrado, por lo que no otorgaba citas ni atendía ningún tipo de peticiones. Ni este ni la Embajada de Venezuela en España han querido dar declaraciones a este periódico.
Halen: "Los emigrados somos oposición"
"Todos los que hemos emigrado somos de la oposición", dice Halen. Ella explica que el hecho de irse a otro país viene dado por la motivación de dejar atrás la situación en la que se vive en el lugar. "En Venezuela todas las familias están rotas. El salario mínimo son dos dólares mensuales. Una persona no puede vivir con eso. Los que nos hemos ido enviamos ayudas económicas a nuestros familiares".
Halen es abogada y actualmente trabaja en asuntos de extranjería. En Venezuela era funcionaria y participaba en organismos de la oposición. "Luché muchísimo contra Chávez en su momento, y llegó un punto que decidí venir aquí porque sentí que ya venían a por mí".
Comenta que, aunque Urrutia ganara las elecciones, no volvería a su país. "Hay que cambiar muchas cosas en Venezuela para que vuelva a ser la Venezuela en la que yo crecí. Me fui de ahí enamorada de mi país y no quiero volver sin tener la seguridad de que vuelve a ser como antes".
Opina que si la oposición consiguiera ganar, "el trabajo no haría más que empezar". Ante esto, Maduro ya ha avisado de un "baño de sangre" y una "guerra civil" si no es reelegido. De hecho, no ha sido dificultar el voto su única maniobra. Antes de eso inhabilitó tanto a María Corina Machado, quien se impuso con más del 90% de los votos en las primarias, como a Corina Yoris, a quien esta había designado como reemplazante.
Por eso, tanto ella como el ya citado Enrique Vásquez no quieren "ilusionarse" con posibles cambios, ya que ha habido otros intentos de elecciones en las que, finalmente, los chavistas han continuado en el poder.
"Hay mucha gente que me critica, que me dice que estoy desmoralizando, pero es que yo no veo mucha diferencia a anteriores ocasiones. Me he emocionado tantas veces en balde que ha llegado un momento que prefiero no creerlo. Como dice el dicho: el que vive de ilusiones muere de desengaños", concluye.
Y es que él, aunque también cumple con las condiciones necesarias con ocho años en el país y la doble nacionalidad, las fechas en las que se abrió el plazo le impidieron votar en esta ocasión. "Aunque no quiero volver a Venezuela, tampoco voy a desvincularme porque sigue siendo mi país. Me gustaría poder ir un día sin ningún estrés, sin ningún miedo. Poder llevar a mi hija algún día a que conozca la tierra de sus padres".
Hay otro número de venezolanos residentes en Madrid que tampoco han intentado inscribirse por una falta de interés en estos comicios. "Es como la mujer que es maltratada por su marido. Al final no quiere saber nada de él porque el dolor es tan grande que la única forma de avanzar es cortando de raíz. Yo lo entiendo", opina Halen. "Yo no llego a ese punto, pero sí te confieso que yo el himno nacional no lo puedo escuchar. Me duele".
Johanna: "Yo siempre voy a votar"
A pesar de la desesperanza de algunos ciudadanos como Halen, el ambiente general es optimista. "Vamos todos a votar por Edmundo, porque vamos a ganar y vamos a salir del régimen de Maduro", asegura Johanna Márquez, secretaria de organización y de asuntos políticos en Madrid del partido político venezolano Encuentro Ciudadano. Con 41 años, 15 en España, es la tercera vez que vota desde el extranjero.
"Yo siempre voy a votar y animo a todos aquellos que no creen en las elecciones a que voten y a que formen parte de la historia y del cambio, porque estoy segura de que estás elecciones cambiarán la historia de Venezuela", afirma Johanna.
Una esperanza que viene dada por las circunstancias en las que se organizan estas elecciones: el hastío de la gente ante un régimen que tiene a gran parte de la población sumida en la pobreza más extrema, una falta de apoyos y una mayor presión por parte de países como Estados Unidos que ya ha amenazado con profundizar el bloqueo a la economía si Maduro continuara en el poder.
Kenia: "Tuve que huir con desnutrición"
"Todos los venezolanos opinamos lo mismo: estamos hartos, cansados y queremos que se vaya. Para nosotros no existe otra opción y sabemos que vamos a ganar. Tengo toda la fe del mundo puesta en ello", exclama Kenia, que lleva viviendo con su familia 25 años en Madrid.
Su hijo, Luis, nació poco después de su llegada y no conoce demasiado lo que ocurre en su país de origen. Por eso Kenia participa en estas elecciones. "Espero que los que estamos fuera al fin podamos tener la oportunidad de volver. Venezuela necesita que la reconstruyamos. Es hora de salir de esta dictadura y de sacar un cáncer que está acabando con nuestra nación", dice la mujer.
"La gente no aguanta ya tanta miseria. Los niños van a clase solo dos días a la semana, no funcionan las instituciones, la policía no te protege, la moneda está devaluada, casi no hay alimentos en el país y quienes pueden permitírselos es a un precio muy alto. Por mucho que uno sufra aquí, en el exilio, quienes sufren en primera persona son las personas que aún viven allá", argumenta la activista Lorena Lima.
Ella lo ha sufrido en sus propias carnes, ya que la huelga de hambre no es la única de sus reivindicaciones. "A mí me han llegado a golpear la cara por llamar a votar". Recuerda el suceso de 2016 en la localidad venezolana de Cojedes. Lilian Tintori, esposa del dirigente opositor Leopoldo López, hizo un recorrido con motivo de unas elecciones parlamentarias. En este, los colectivos simpatizantes con el Gobierno impidieron su paso y agredieron a Lorena.
La joven llegó a Madrid con la crisis de 2017 que motivó una escasez de alimentos. "El médico me dijo que estaba entrando en un cuadro de desnutrición. Llegué a pesar 49 kilos". A eso se le sumaba la persecución. "Vivía en una comunidad muy chavista y era dirigente estudiantil. Siempre tenía a gente del SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) fuera del salón de clases".
Por eso, vive en España con asilo político. "A pesar de tener una vida hecha en Madrid, siempre pienso en regresar en algún momento. Por eso no dejo de apoyar y llamar a la gente a salir a votar para que esto acabe".