Eva Ozáez y su hermano Emilio son dos vecinos de Majadahonda y, desde hace más de 20 años, forman un dúo compuesto por violín y violonchelo que tocan en diversos eventos: cócteles, bodas, bautizos o fiestas. Y también en funerales. Una ceremonia en la que la música juega un papel fundamental y supone un "mecanismo de introspección" según cuenta la propia Eva a Madrid Total.
Esta veterana violinista explica que su carrera comenzó junto a su hermano Emilio, tras tocar juntos "en diversos eventos". Se les ocurrió la idea de hacer "arreglos de partituras para violín y violonchelo", puesto que antes, "predominaba la formación de un cuarteto de cuerda como grupo para eventos".
Así, en 2004 nació su empresa, llamada Artem. En el año 2006 incorporaron las voces de soprano y posteriormente la de tenor, lo que supone una "agrupación ideal de música en una iglesia", tal y como figura en su página web.
Ahora, tal y como narra Eva en conversación telefónica, "el número de actuaciones en funerales ha subido desde hace unos dos años", sobre todo "en misas" por Madrid capital y algunos pueblos de la Comunidad. Cuenta que muchas veces les llaman "unas semanas después de que una persona haya fallecido", porque la familia "quiere hacer una misa" en honor del difunto.
Eva explica que tocar en funerales es complejo por el simbolismo que supone una ceremonia así: "Se trata de una situación muy delicada y hemos visto casos muy duros. Por eso, se establece una relación emocional con las personas que acuden a la misa y considero que ese es un factor muy importante para empatizar con las familias que han perdido a alguien cercano".
"De hecho, tocar en funerales tiene una curiosidad: el noventa y nueve por ciento de las personas que me contactan, me piden que la música no sea triste. Quieren piezas que transmitan calma, esperanza y sosiego en un momento tan duro como un funeral, por ejemplo, el Aria de la Suite en Re de Bach", relata Eva.
Por eso, esta violinista detalla que casi todos sus clientes contratan música para que la misa quede más cálida: "La gente que acude a un funeral tiene dolor de manera evidente, pero la música ayuda a hacer introspección a y meterte dentro de las emociones, por eso, se busca una música que aporte consuelo. Por ejemplo, tenemos en nuestro repertorio el Lacrimosa del Réquiem de Mozart, pieza pensada para funerales, y es de la que menos nos piden".
Artem cuenta con "más de 300 temas" en su repertorio, pero apunta que al trabajar en una misa "hay ciertas normas litúrgicas para la música dictadas por el Vaticano". En caso de que alguien quiera una pieza "que se sale del habitual" lo tienen que consultar con "el sacerdote de la iglesia".
"Para un funeral el repertorio debe estar formado por música sacra y clásica, pero es cierto que, cuando ha terminado la misa, se permite más libertad como homenaje al difunto. Por ejemplo, nos han pedido canciones como My Way, una pieza de ópera o un bolero como Madrecita", cuenta Eva.
Además, esta veterana violinista explica que también ha tenido alguna "petición inesperada" como, por ejemplo, varias veces, "jotas aragonesas", pero detalla que incluso este tipo de música queda "muy suave" tocada al violín y al violonchelo.
Por otro lado, dentro de que un funeral es una ceremonia delicada, Eva cuenta que los asistentes "escuchan de manera especial": "Se establece un vínculo diferente con el oyente, por eso me gusta mucho implicarme con las familias y conocer su situación. Yo creo en una vida más allá de esta, por eso, toco como si la persona que ha fallecido nos estuviera escuchando".
"La música tiene un papel espiritual muy importante, sobre todo en un funeral. Uno de los grandes misterios de la humanidad es la muerte y por eso creo que la música contribuye a humanizar la sociedad. Para mí, una de las mejores partes de mi profesión es recibir llamadas de las familias agradeciendo nuestra actuación", concluye Eva.