El ministro de Presidencia y Economía de Andorra, Jordi Gallardo, ha visitado la ciudad de Málaga durante la celebración de Transfiere, el Foro Europeo de Ciencia, Innovación y Tecnología. Su estancia en la capital andaluza ha servido como búsqueda de ideas para la implementación de un plan digital que convierta al microestado en un punto estratégico de oportunidades para el sector. Para ello, es necesario contar esos otros activos con los que retroalimentarse y de los que aprender. En ese horizonte, se encuentra Málaga.
Desde principio de legislatura trabajan en un plan de estado centrado en la biotecnología, los blockchain, las finanzas digitales y también los eSports. La primera ley que Gallardo impulsó como ministro de economía fue enfocada hacia este gremio. ¿El motivo? Considera que esta industria abre la puerta a oportunidades económicas, turísticas y de desarrollo de las nuevas generaciones. Sobre el debate existente a raíz del empadronamiento de creadores de contenidos en su país, subraya que reducirlo todo a las ventajas fiscales es "simplista": "Andorra es mucho más".
¿Hacia qué ecosistema tecnológico se dirige Andorra?
Nosotros lo que buscamos es aprender de aquellos lugares que son referentes. Cuando ves el perfil de empresas que se instalan aquí, el impacto que está teniendo en Málaga y en Andalucía, o la retención de talento, te das cuenta de que es importante establecer colaboraciones. Nuestro país es un territorio pequeño y limitado, por lo que tenemos que disponer de una red de colaboración internacional. Tenemos acuerdo con Israel, con el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Estados Unidos, con Barcelona TechCity y la Universidad La Salle... Y también nos complementamos. Ofrecemos un entorno que está perfilándose para ser un laboratorio de innovación abierta con la colaboración público-privada dentro de un entorno controlado. Ahí es donde creemos que podemos aportar a proyectos como Málaga, Barcelona, Aragón...
Aprovechando esta visita, Andorra se ha incorporado a la International Association of Science Parks and Areas of Innovation (IASP). ¿Qué supone esta adhesión?
Forma parte del desarrollo de la estrategia de país que vamos a tener acabada en un mes o mes y medio. Llevamos hablando con sectores del ecosistema andorrano desde después del verano y hay un debate que es importante: las estructuras que tenemos y las que deberíamos tener. Ahí entra la necesidad de tener uno o varios parques tecnológicos, dependiendo de las especialidades.
Cuando vine a Málaga en septiembre descubrí que no solo estaba la sede del PTA, sino también la sede de la Asociación Internacional de Parques Tecnológicos. Me interesé en ello y me explicaron que entre sus funciones está la de asesorar a países que quieren llevar a cabo estos proyectos. Esta posibilidad llega en el momento óptimo, porque nos va a ayudar a decidir el modelo de parque y de gestión que debemos impulsar, acorde a la realidad del país. Contamos con la experiencia de aquellos proyectos que se han desarrollado gracias al sistema prueba y error. Aunque equivocarnos forma parte del aprendizaje, podemos descartar cosas que ellos ya han pasado gracias a este background. Va a ser un salto cualitativo impresionante.
También han presentado el Plan digital de innovación de Andorra, otro de los proyectos protagonistas en este encuentro.
El objetivo es hacer más competitivo nuestro tejido empresarial y al sector público. Para ello estamos trabajando en un modelo que implemente las nuevas tecnologías en estos dos espacios. ¿Cómo? Eliminando trámites y digitalizándolos, introduciendo nuevas herramientas... Gracias a la financiación del Banco de Inversión Europeo, vamos a realizar una inversión de ocho millones de euros en esas empresas andorranas que, durante la pandemia, no han podido contar con activos digitales. En algunos casos, esa carencia de redes o web ha hecho que no puedan continuar siendo competitivas. Ahora tienen que dar un paso hacia este modelo.
Además, un plan de transformación de país, que puede llegar hasta los 20 millones de euros, y que va a servir para introducir la digitalización en la administración y las entidades parapúblicas, como son las compañías de comunicación y energía. Esto agiliza trámites, al poder interactuar sin ser necesaria la presencialidad, y nos permite un mejor trato y ahorrar costes.
Tenemos un referente, Estonia como digital nation. Un país en el que puedes hacer todos los trámites, excepto casarte o registrar la defunción, aunque de lo primero no estoy seguro. Ese es el espejo y el modelo a seguir. De hecho, con ellos hemos trabajado con alguna delegación y vamos a aprender para implementar ese proyecto que hemos empezado esta legislatura y que trascenderá a la siguiente.
Decía antes que fueron pioneros a la hora de aprobar un plan estratégico sobre los eSports. ¿Qué vieron en este sector?
Vimos industria, economía, lugares de trabajo y oportunidad de desarrollo para nuevas generaciones. No queríamos limitarnos únicamente en el aspecto legislativo, porque podíamos llevar a cabo muchas más cosas. Entre ellas, un plan estratégico con beneficios económicos, turísticos, educativos, tecnológicos y vinculados a la innovación. Nos ha servido como hoja de ruta para saber de qué recursos disponemos y cuál es nuestro futuro.
Ha mantenido un encuentro con miembros del equipo de eSports Giants. ¿Son los jugadores de esta disciplina futuros ciudadanos andorranos?
No, no. En Madrid estuve con Movistar Ryder, que también están haciendo las cosas muy bien. Aprovechando la visita a Málaga, y sabiendo que está aquí este equipo, no queríamos perder la oportunidad de explicar lo que está haciendo Andorra. Nuestra idea no es llevarnos a nadie; al contrario, exponer nuestro proyecto, buscar colaboración, dar a conocer que allí tienen las puertas abiertas y mostrar que se está trabajando mucho dentro de este sector. Un ejemplo de ello es la ley de economía digital, que estará aprobada antes de julio y que acarreará visados a emprendedores, facilitará la contratación... En definitiva, hacer difusión de lo que estamos trabajando y sumar, que es de lo que se trata en un entorno como este.
En GES (Global Energy Services) pude explicar el modelo de Andorra; nosotros no podemos competir con Madrid, que quiere ser la capital de los eSports, sino que queremos retroalimentarnos. Si Madrid es la ciudad que más actos celebra en torno a esta actividad, queremos que se complemente y se refuerce este ecosistema en el sur de Europa.
Hay gente que cree que cuando uno va a Andorra solo se encuentra youtubers paseando por la ciudad. ¿Qué opinión le merece que los creadores de contenido se marchen de España al encontrar unas mejores condiciones fiscales en su país?
Aquí no ha habido ninguna estrategia específica que tuviera como fin traer a youtubers o blogueros o instagramers. Se ha dado de forma espontánea, y es importante decirlo. Igual que hay españoles que vienen a nuestro país, también hay andorranos que se van a España, Francia o Portugal. Vivimos en una sociedad globalizada donde existe la libertad de circulación. Limitar que la decisión solo viene dada desde el atractivo fiscal de Andorra, de baja tributación y homologado, es reducir mucho la situación a un nivel muy simplista. Andorra es un país que ofrece seguridad jurídica y personal, con un entorno muy agradable y con uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Además, cuenta con cuatro sistemas educativos públicos y gratuitos, un clima muy interesante, un entorno natural muy cercano al centro... Y eso cada vez se valora más. Los youtubers en Andorra también se pasean por la ciudad, y lo hacen con más tranquilidad y anonimato que en otros lugares. Esa suma de factores es lo que les ha llevado a tomar esa decisión. ¿Que ha influido el modelo fiscal? Es posible, pero no podemos incluir a todos en ese grupo.
Desde los medios se ha planteado un debate entre el beneficio personal (baja tributación) o el beneficio colectivo (impuestos) de estos creadores de contenido.
Cualquier ciudadano tiene derecho a elegir donde quiere desarrollar su proyecto profesional y de vida, pero al ser personalidades famosas quizá hace que el debate levante pasiones. No es algo nuevo, también ocurre con deportistas que viven fuera de su país por motivos fiscales o proximidad, por poner un ejemplo. Creo que hay un efecto llamada dentro del propio colectivo; los primeros que dieron el paso se encontraron con un país agradable para vivir y unos han ido llamando a otros. No sé si será algo transitorio o definitivo, pero mientras se encuentren a gusto es porque que estaremos haciendo las cosas bien. Si no es así, buscarán otro destino.
Quizá también nos tenemos que preguntar por qué prefieren marcharse y no quedarse en España
Viene a responder a lo que apuntaba antes. Todas las economías compiten y buscan colaboración a la vez, pero desde esa libre competencia. Cada uno con sus atributos. Nosotros somos un país pequeño, sin industria, y con unas infraestructuras comunicativas bastante limitadas... Nuestro modelo tributario, basado en un peso mayor de la fiscalidad indirecta, nos permite mantener una estructura que en otro país de otra dimensión no sería posible. Sin embargo, tenemos déficits que economías mucho más grandes, como España, Francia o Italia, no tienen. Por lo tanto, creo que limitar que las personas se marchan no son patrióticas o no están cumpliendo con sus obligaciones... Insisto, la libre circulación es una realidad. Los jóvenes se marchan con asiduidad de su país y algunos vuelven y otros no. Hay que elevar el debate y hacer la reflexión sobre qué hacer para retener talento. Ese es uno de nuestros problemas, porque muchos se van a estudiar la carrera a otros países, y no todos vuelven.
¿Cuál es la clave de ese sistema fiscal homologado al que se refería?
Cuando tienes un país de 75.000 residentes, pero que a final de año recibe 8 millones de visitantes, te puedes permitir diseñar un modelo fiscal en el que el peso de la tributación sea mayor por la vía indirecta que la directa. En España o Francia no sería posible. El país está dimensionado para tener de forma permanente ese número de habitantes, con unos servicios e infraestructuras pensado para ello (más los visitantes).
Ese modelo solo es posible con una base de población muy pequeña, como es Andorra u otros microestados. Es prácticamente inviable replicarlo en otro país por las inversiones que hay que implementar en materia de infraestructuras, comunicaciones, ejército... La clave es esa, que pesa mucho más el número de personas que nos visitan, con lo cual, la repercusión sobre el IVA o nuestro impuesto general indirecto nos permite recaptar parte de los ingresos que necesitamos.
¿Es compatible un sistema tributario de bajos impuestos con servicios públicos de calidad o tiene que estar el factor de la dimensión del país?
Es más fácil tener un sistema sanitario eficiente y de alta calidad cuando tienes un solo hospital, como Andorra, que cuando tienes 400. El modelo sanitario que tenemos también cuenta con dificultades, como se ha visto con la pandemia, pero es más fácil de gestionar que aquellos con un gran número de centros, tienes que compaginar el sistema público y privado o los roles de mutuas y complementos aseguradores. Todo se reduce a que es más sencillo con un volumen reducido. Lo mismo ocurre con la educación, que aunque tengamos tres sistemas educativos, solo hay 20 centros.
¿Pero en esos buenos resultados influye el modelo impositivo o solo el tamaño del estado?
Sí, es posible un buen sistema de servicios público a la par que un modelo de bajos impuestos. Hay que buscar siempre la optimización en la gestión y saber qué esperas a cambio. Eso sí, no es un reto fácil. Para nosotros es sencillo gestionar un único hospital y tenemos un modelo sanitario con una entidad parapública, el servicio andorrano de asistencia sanitaria, que es el que gestiona el hospital y aplica la política sanitaria que se decide desde el gobierno. Cuando hablamos de países de mucho mayor tamaño, tiene que estar presente esa optimización de los recursos, aunque es difícil establecer ese equilibrio hablando de salud, porque queremos lo mejor para los ciudadanos y se prioriza el servicio el beneficio económico. Diría sí, pero siempre que prime la calidad.