Sebastián Sánchez Juan A. Romera Fadón

El Ayuntamiento de Málaga parece que empieza a asumir que tiene que tomar cartas en el asunto ante la renovada polémica en torno a las despedidas de soltero en el Centro Histórico de la capital. La cuestión no es nueva ni nueva la voluntad municipal de intervenir, ya que hace ahora cuatro años ya eran numerosas las quejas de vecinos.

Tras una evidente reducción del fenómeno, generalmente acompañado de la algarabía y el ruido de los participantes, durante la pandemia, el impacto vuelve a ser real. Y ya no sólo para los residentes, sino para el propio Consistorio, que admite cierta “preocupación” ante la imagen negativa de la ciudad que puede estar trascendiendo de las “conductas incívicas” que, en ocasiones, producen estas concentraciones

Tal es la cosa que el concejal de Turismo, Jacobo Florido, ha confirmado a EL ESPAÑOL de Málaga que en el seno de la Casona del Parque ya se trabaja una doble vía con el objetivo de poner coto a los episodios de desmadre que puedan darse. Una de ellas pasa, incluso, por sopesar un incremento en las sanciones económicas que ya figuran en las normas municipales.

“Esto está encima de la mesa y se está estudiando”, ha expuesto el edil, quien considera que esa puede ser una herramienta mediante la que “persuadir” comportamientos “incívicos”. Lo que no ha sabido precisar el concejal es cuál sería este aumento.

Partamos de la premisa que el Ayuntamiento dispone desde hace años de una Ordenanza de Convivencia, en la que se penaliza de manera clara ciertos comportamientos inadecuados. A modo de ejemplo, orinar, defecar o escupir en la calle está sancionado con 750 euros, pudiendo llegar a 1.500 euros si ese acto se realiza en espacios de concurrida afluencia de personas o frecuentados por menores.

Otro. Consumir bebidas alcohólicas en los espacios públicos (excepto en los autorizados a los bares), ya sea de manera individual o en concentraciones, afectando “la pacífica convivencia” de las personas, se tipifica con 300 euros. Y con entre 751 y 1.500 euros actos vandálicos que generen daños en farolas, báculos, paradas de autobús y papeleras, entre otros elementos. La cuantía puede alcanzar los 3.000 euros si esa conducta genera un riesgo para las personas.

A esta primera acción, Florido suma el compromiso de la Policía Local de aumentar sus dispositivos en el casco antiguo y los distritos costeros durante la campaña estival. Si bien es cierto que ese aumento de agentes suele ser habitual, por tratarse de zonas de la ciudad donde crece la afluencia de personas, el concejal ha hablado de la intención de tener “más celo” con las conductas incívicas.

Me consta que la policía multa a gente que va con altavoces y suben los decibeles o que hacen más ruido de lo permitido; eso ya se está haciendo”, destaca Florido, quien advierte de que por la simple celebración de una despedida de soltero no puede ser objeto de multa. “Sí lo serán los actos incívicos”, refrenda.

En este sentido, admite la preocupación existente porque “cree una falsa realidad y que se destaquen más los episodios incívicos”. “A nadie se le puede multar por ir a una despedida de soltero, pero sí podemos estar más encima de los comportamientos incívicos”, insiste.

Florido participó ayer miércoles en una reunión con el presidente de la Asociación de Hosteleros de Málaga (Mahos), Javier Frutos, en la que se abordó el tema de las despedidas de soltero. Según el concejal, los empresarios se han comprometido a ser más exigentes en el control de los clientes. “Son los primeros interesados en que se dé la mejor imagen del Centro”, valora.

Los hosteleros

El presidente de Mahos, Javier Frutos, explica que la postura de la asociación es clara: "No se trata de demonizar las despedidas, sino aquellos comportamientos incívicos y que vayan acompañados de una indumentaria que no sea acorde a la calidad y la imagen de la ciudad", explica.

Insiste en que, “en líneas generales”, los restaurantes no dejan entrar a estos grupos dentro de los locales: “Creo que la apuesta que se ha hecho desde el sector turístico es por la calidad. No lo podemos perder”. Así, comenta que esa misma línea será la que trasladen a los hosteleros, para que se “puedan controlar” dentro de los establecimientos: “Fuera de nuestro ámbito, poco podemos hacer”.



Eso sí, subraya que más allá de cierta indumentaria, hay cosas que “no se pueden prohibir”: “Vivimos en un país democrático y esa libertad está ahí”.

"Vacío de contenido"

Desde la Asociación de Vecinos Centro Antiguo de Málaga se muestran escépticos con el comunicado emitido por el Consistorio y Mahos. El presidente de la entidad, Carlos Carrera, afirma a este medio que la declaración conjunta está “vacía de contenido”: “No hay ninguna medida concreta, real y nueva; se reduce todo al derecho de admisión”.

Destaca que esta actitud es la misma que expusieron hace años, cuando se hablaba de “poner un cartel” impidiendo entrar a las despedidas de solteros: “Pero resulta que no ha remitido, sino que parece que va a más”.

Sobre la intensificación de la intervención policial, sí que abunda en que se trata de una actuación concreta, aunque los resultados no son siempre tan evidentes: “Van armados con megáfonos o reproductores de sonido que incumplen la normativa en tema de ruidos. Hemos visto grupos que comenzaban así a las 12 de la mañana, y seguían igual a las 12 de la noche, aunque con el disfraz algo más caído”, expone.

Carrera insiste en que “todos sabemos a lo que nos referimos” cuando se habla de estas fiestas: “No estamos en contra de despedidas normales, como son los amigos que van a celebrar un cumpleaños; nos referimos a esas actitudes bestias, salvajes, incívicas, y macarras estilo Magaluf”.

Además, señala que en este debate se está obviando una parte fundamental: las causas. Critica que la hostelería se presente “como si no tuviera nada que ver”: “Esto es fruto del tipo de turismo que se está consolidando en Málaga, y que obedece a unas políticas que se han aplicado en el Centro. Es decir, de la permisividad que ha habido tanto con este sector como con la hostelería”.

Apunta a que estos grupos viajeros vienen a Málaga porque tienen dónde quedarse: las viviendas turísticas que han “proliferado como champiñones y que son principio y fin” de toda despedida. Asimismo, también explica que encuentran en las terrazas un lugar en el que estar: “Los hosteleros son los grandes beneficiarios. Cada vez que se intenta poner una mínima restricción, son los primeros que saltan”.

Por todo ello, abogado por analizar el problema “con respectiva”, ya que, en su opinión, las despedidas de soltero son una variante del “turismo bestia” de Magaluf.

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